Un niño de dos años que vive en las zonas rurales de Liberia tiene fiebre. Podría ser malaria. La única manera de que obtenga tratamiento es que su madre lo cargue en su espalda, cruce un río en canoa y camine por un bosque: por lo menos dos días hasta llegar a la clínica más cercana.
El doctor Raj Panjabi encontró este tipo de circunstancias devastadora cuando regresó a la casa donde vivió de niño. Panjabi vio que la gente moría de enfermedades que la medicina moderna puede tratar. Pero en un país de cuatro millones de personas solo hay 50 doctores, y en las áreas más remotas el acceso a ellos es casi inexistente.
Desde entonces Panjabi, de la Escuela de Medicina de Harvard, creó una organización sin fines de lucro, The Last Mile Health, que capacita a los trabajadores sanitarios en Liberia para que brinden procedimientos sencillos de salud en lugares donde los tratamientos son muy difíciles.
Con la ayuda de un premio de USD 1 millón que se le otorgó en la conferencia internacional TED el 18 de mayo pasado, Panjabi planea cumplir su sueño de formar trabajadores del cuidado de la salud en las comunidades rurales de todo el mundo.
"Esta historia no sucede solo en Liberia. Es la historia de la zona rural de Dakota del Sur, de los Apalaches. Es la historia de la gente de la zona rural de Alaska y es la historia de las personas que viven en zonas rurales en todo el mundo", le dijo Panjabi a los periodistas. "Si hay 1.000 millones de personas en el planeta que viven en estas comunidades remotas, ¿cómo solucionamos el problema? La idea es que la ayuda podría no llegar de los lugares que esperamos. Podría no llegar de afuera. Podría, en realidad, venir de adentro".
Panjabi quiere usar el dinero para crear la Academia de Salud Comunitaria, la que sería una entidad global que adiestra y equipa a trabajadores sanitarios no profesionales con habilidades para salvar vidas, ya sea administrando vacunas, o haciendo pruebas para la malaria, o tratando una neumonía. En una sencilla mochila, el trabajador tendrá las herramientas y las medicinas para llevar a cabo 30 servicios diferentes para salvar vidas, dijo Panjabi.
A través del modelo de Panjabi en Liberia, los trabajadores no son ad honorem: se les paga por su trabajo. Eso les da un sentido de voluntad, dijo. Durante la crisis del ébola la organización entrenó a 1.300 trabajadores comunitarios "para que persiguieran el virus y detuvieran su marcha".
La experiencia le enseñó que "las personas no estamos definidas por las condiciones que enfrentamos, no importa cuán desesperanzadoras parezcan, sino por cómo respondemos a ellas", dijo Panjabi en su charla TED luego de aceptar el premio. "He visto que el poder de esta idea transforma a ciudadanos ordinarios en trabajadores comunitarios de la salud, en héroes cotidianos".
Antes del Premio TED, el trabajo de Panjabi ya había recibido grandes elogios, incluso un lugar en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista Time, con un elogio escrito por el ex presidente Bill Clinton. "Pasar tiempo con Raj Panjabi es ver de cerca lo que sucede cuando alguien con un coraje y una compasión fuera de lo común enfrenta los retos más complejos del mundo", escribió Clinton.
Los trabajadores de la salud no pueden ocupar el lugar de los médicos o las enfermeras. No pueden realizar cirugías o arreglar una extremidad fracturada; son los primeros en atender una emergencia. Pueden brindar algunos cuidados básicos y decidir cuándo una persona debe conseguir ayuda médica más seria; luego el seguimiento del cuidado depende de la comunidad. Pero, fundamentalmente, pueden salvar vidas. Su meta son 30 millones para el 2030.
"Mi sueño es que esta academia contribuya al entrenamiento de cientos de miles de miembros de la comunidad para ayudar a ofrecer cuidado médico a sus vecinos… Desde las comunidades en la selva de África occidental hasta las comunidades de pescadores de las zonas rurales de Alaska, desde las cumbres de los Apalaches hasta las montañas de Afganistán", dijo Panjabi.
Terminó su charla con una historia. Estaba de visita en África occidental cuando examinó a una mujer embarazada de una zona rural que nunca había recibido cuidados hasta que algunos de sus vecinos se convirtieron en trabajadores comunitarios de la salud. Panjabi sacó su máquina de ultrasonido para revisarla y ella interrupió la conversación para preguntarle: "Doctor, ¿qué es ese sonido?".
Era la primera vez que escuchaba los latidos de un bebé.
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