El intento de asesinato de Ronald Reagan se produjo apenas 69 días después de que el republicano asumiera la presidencia de Estados Unidos. A la salida de una conferencia celebrada en el hotel Hilton de Washington, John Hinckley Jr. baleó al mandatario e hirió a otras tres personas.
Reagan sufrió una perforación en el pulmón, pero la rápida atención médica que recibió le permitió recuperarse prontamente. En aquel entonces, el mandatario tenía 70 años.
La insólita motivación detrás del ataque de Hinckley, según declaró durante el juicio, surgió de su obsesión por Jodie Foster. La célebre actriz había participado en la película Taxi Driver en la que el personaje principal intenta asesinar a un senador de Estados Unidos que se está postulando para Presidente.
El agente del Servicio Secreto norteamericano Jerry S. Parr es quien ayudó a salvar la vida del ex jefe de Estado. Tras escuchar los disparos, el oficial de inteligencia le puso la mano sobre el hombro y lo llevó hacia la limusina oficial, un vehículo a prueba de balas.
Parr sintió algo de alivio al no encontrar alguna herida de bala visible en el cuerpo del ex mandatario, aunque pronto vio la sangre en los labios de Reagan, que se quejaba de un dolor en el pecho.
El agente ordenó que la limusina no se dirigiese a la Casa Blanca sino al hospital más cercano, donde confirmaron que el ex presidente había recibido un impacto de bala y tenía una hemorragia interna.
"Si Jerry no hubiera cambiado (el rumbo de la limusina), yo ya no tendría un marido", dijo la entonces Primera Dama, Nancy Reagan, en una entrevista con la cadena CNN.
El agente del Servicio Secreto murió en Washington DC el 10 de octubre de 2015, a los 85 años, como consecuencia de una insuficiencia cardíaca congestiva.