Tener citas me deprimió, así que me convertí en una sugar baby

Por Sirin Kale, Megan Evan; traducido por Álvaro García

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Ilustración por Soofiya Andry
Ilustración por Soofiya Andry

"He sido una sugar baby por ocho o nueve meses, porque mis otras maneras de salir con hombres no estaban funcionando".

Soy madre soltera de un niño autista y las citas son financieramente desastrosas. Incluso arreglarse el cabello y maquillarse para lucir bien para la cita implica una carga económica. Y cuando tienes hijos, tienes que pagar para que alguien los cuide. Así que cuando salgo de casa para ir a una cita, tengo que invertir por lo menos 200 dólares. Si tienes unas cuantas citas al mes de repente gastas casi 1,000 dólares para ver qué hay en el menú. ¡A veces los chicos ni siquiera se presentaban, o cancelaban de último minuto! Para mí fue dolorosamente obvio que no podía darme el lujo de tener ese tipo de citas y cuidar adecuadamente de mi hijo.

En Los Ángeles se ha convertido en la norma que las mujeres paguen la mitad de una cita, pero hay que gastar mucho dinero en mantenimiento para salir: ir al gimnasio, arreglarse el cabello y las uñas. Pienso: tengo que gastar mucho dinero para lucir como lo hago para que vean mi fotografía y me inviten a salir. Y luego también debes pagar la cita. Entonces estás pagando dos veces. Llegué a equiparar las citas con estar en bancarrota.

Las citas pueden perder su romance cuando sabes que, literalmente, tienes que tener un presupuesto para cada salida. Mientras que ser una sugar baby tiene una especie de sensación victoriana. Para pasar tiempo con una mujer, el hombre debe proveer. He sido una sugar baby por ocho o nueve meses, porque mis otras maneras de salir con hombres no estaban funcionando. Necesito tener algo de atención masculina y romance en mi vida, pero no puedo permitir que me cueste un brazo y una pierna. Mi hijo requiere de mi tiempo. Es algo que él necesita. Debido a que tiene necesidades especiales, debo llevarlo a terapia cada dos días y solo recibo una cantidad limitada de apoyo. Por lo general, uso ese tiempo para comprar víveres o incluso dormir una siesta. Entonces mi tiempo para ganar dinero es limitado. Estoy saturada. Entonces, para tener el tiempo de salir con hombres, tiene que haber un elemento de reciprocidad, el cual debe provenir de un sugar daddy: alguien que pague por el privilegio de salir conmigo, con regalos o efectivo.

Mi perfil en los sitios de "sugar dating" es bastante mínimo. Trato de mantenerlo divertido y alegre. Fijas un precio por tu tiempo, que aumenta en incrementos: por lo tanto, son 50 dólares por un café, 100 por una cena. Empecé a cobrar cerca de 50 dólares por una cita, pero ahora no salgo de casa por menos de 100 dólares. Actualmente estoy en el rango de precio de 100 a 200 dólares por una cita y eso normalmente incluye también un regalo: una vela, un perfume o pendientes bonitos. No tienen que ser terriblemente caros, sólo un detalle.

Cuando hablas con los hombres en internet, es más fácil para ellos ser groseros contigo. Hay una cierta cantidad de trabajo involucrado en el mantenimiento de tu propia dignidad. ¡Una vez un tipo me ofreció un dólar por una cita! Yo pensé, no tienes que ser grosero. Si no te sientes cómodo con la situación, no te desquites conmigo. No tienes que decirme que sólo valgo 1 dólar para ti.

Necesito tener algo de atención masculina y romance en mi vida, pero no puedo permitir que me cueste un brazo y una pierna.

Mi primera cita como sugar baby fue con un joven que creció en un campo de refugiados. Me di cuenta de que él se sentía realmente incómodo, así que hice todo lo posible para que se relajara. Me dijo que quería que yo fuera algo más que una sugar baby y que quería una novia de verdad, así que después de unas pocas citas rompí el acuerdo respetuosamente. Solo le había estado cobrando 50 dólares por una cita, porque parecía que tenía muchos problemas y realmente necesitaba contacto humano.

Otro chico con el que salía me dijo que solo salía con sugar babies y que sólo terminaba las relaciones cuando la cosa se ponía seria, ya que su prioridad no era tener una relación. Es muy generoso: a veces simplemente me da dinero y dice: "esto es para su hijo". Cuando lo veo, siempre me da efectivo y también paga por mi niñera.

Después de establecer el precio, normalmente te presentas, tienes la cita con el sujeto y luego, al final, hacen el "intercambio", donde te entregan el sobre con el dinero. En una ocasión tuve que recordárselo a la persona al final de la cita. Estaba muy avergonzado y me entregó un fajo de billetes enrollados. Pero en nuestra segunda cita antes de que incluso hubiéramos pedido nuestras bebidas, me dio un sobre con un corazón que él había dibujado, lo cual me pareció encantador. Con él, me di cuenta de que estaba esperando que me riera de sus bromas y ver si nos llevábamos bien. Cuando eso sucedió, la parte del "intercambio" se produjo de inmediato: fue muy fácil y divertido.

He tenido sexo con tres de los cinco sugar daddies con los que he salido. Fue genial: realmente agradable y placentero, y luego seguimos adelante. No me importa si esperan tener sexo conmigo. Si no quiero tener relaciones sexuales con ellos, no va a suceder. Si te acuestas con ellos, es mejor que te seduzcan un poco. Mejora el sexo. Si va a suceder, es porque ha sido un individuo amable, interesante y atractivo. En última instancia aún somos dos seres humanos que se relacionan entre sí: el asunto del dinero no es tan cortante y seco como podría parecer desde afuera.

El dinero y el romance siempre han estado estrechamente relacionados en nuestra sociedad. Las mujeres todavía no son financieramente iguales a los hombres en la mayoría de los casos, pero los hombres todavía esperan que te veas increíble o que pagues la mitad. Es difícil. Normalmente, cuando le explico a mis citas que tengo motivos nobles para necesitar el dinero —mi hijo— ellos lo entienden. Pero todas las mujeres tienen razones nobles para necesitar dinero, por supuesto. Tienen que pagar sus cuentas.

Tengo un sugar daddy que está en la industria del cine y me ha ayudado mucho con mi propia carrera como cineasta. Me instaló un estudio casero y ha pasado horas enseñándome cómo usar el equipo. Me llevó al set con él y me mostró cómo hacer una toma hermosa. Eso significa mucho para mí porque se trata de un verdadero artista que está dispuesto a enseñarme su oficio. Tenemos una relación muy humana. Tenemos pleitos; pero hacemos las paces. Nos conectamos muy bien a un nivel artístico y es algo bello, incluso si nunca vamos a casarnos.

Los hombres que he conocido me han permitido entrar en sus vidas y entienden que no poseo muchos apoyos financieros, pero tengo intelecto y un poco de tiempo y otros regalos para compartir.

Ser una sugar baby me ha enseñado que no hay una sola forma de hacer las cosas. Estuve casada por 11 años antes de mi divorcio y ser una sugar baby me ha enseñado que hay vida después del matrimonio. Los hombres que he conocido me han permitido entrar en sus vidas y entienden que no poseo muchos apoyos financieros, pero tengo intelecto y un poco de tiempo y otros regalos para compartir.

Al ser la madre de un niño autista, toda mi vida gira en torno a mi hijo. Las otras mujeres que conozco son madres de niños autistas y no creo que alguna vez me juzguen, porque saben lo difícil que puede ser vivir día a día. Pero no creo que hablaría abiertamente al respecto.

Mi consejo para alguien que busca un sugar daddy es: conócete a ti misma y ten claro con qué estás de acuerdo y con qué no estás de acuerdo. Ámate a ti misma primero. No pretendas que no eres inteligente o sofisticada. Y preséntate como quieres que te vean y de la forma en que mejor te amas a ti misma. El dinero es sólo un punto de acceso. No importa realmente cómo se conocen. En definitiva, se trata de relacionarse con otro ser humano.

Publicado originalmente en VICE.com

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