La peculiar secreción de este animal es uno de los elementos más cotizados del mundo.
Creo que las ballenas son seres muy misteriosos, de la misma forma que los pulpos, almejas, mejillones y decenas más de animales marinos que disfrutan desplazarse en los océanos de este planeta. Cuando los veo o imagino, no puedo evitar construir una historia en mi cabeza que tiene que ver con extraterrestres y seres ultra inteligentes, lo cual, si es verdad, será terrible para la humanidad; imagina el karma de haber comido tantos cocteles y tostadas de mariscos.
Paseando por las amplias avenidas de internet, hice un hallazgo que viene a reforzar mi hipótesis de la supremacía marítima. Hace unos días, Angela y Gary Williams encontraron una piedra apestosa en una de las playas de Lancashire de Reino Unido. Muchos la hubieran dejado en su lugar, pero la pareja supo que había algo extraño con ella.
Más adelante se dieron cuenta que esa pieza amorfa que habían encontrado en la playa —con un olor que acomodaron entre calamar y abono—, era vómito de ballena, también conocido como ámbar gris. Esta sustancia está valuada en 53,000 dólares el kilo. Es decir, 53 dólares —cerca de mil pesos mexicanos— por gramo. Para darnos una idea más clara de lo que puede significar esta cantidad de dinero, podemos compararlo con el precio del oro: un gramo está en 38 dólares, prácticamente lo mismo que un gramo de cocaína en muchas partes del mundo.
Pero, ¿por qué es tan cara la guácara de ballena? Esta piedra que encontraron Angela y Gary en la playa, surge en el intestino de las ballenas, y es una secreción que facilita la digestión y el paso de alimentos muy rígidos o duros; como un hueso, por ejemplo. Cuando uno de estos animales come algo así, lanza una secreción a través de su boca. Eventualmente y con suerte, este líquido saldrá a la superficie, reposará en el sol y se convertirá en plasma gris, una roca con textura de veladora y un olor muy característico.
Una vez cuajada y encontrada esta secreción —como el caso de Angela y Gary—, es utilizada en pequeñas cantidades como fijador para perfumes y fragancias muy exclusivas, porque durante décadas, las perfumerías más finas han utilizado este hallazgo para extender la presencia de sus aromas en la gente, y aunque no es una razón que ha puesto en peligro a las ballenas —quizás por el complejo azar de encontrarlo—, desde hace mucho tiempo se han usado sustitutos de plasma gris en la perfumería contemporánea, sin la necesidad de depender de esta secreción.
Así que ya sabes en qué invertir tus millones: oro o vómito de ballena.
Publicado originalmente en VICE.com