¿Y cuándo fue la primera vez que viste porno y te gustó?
Realizar cine erótico es, a final de cuentas, cine; tiene un lenguaje, un código y cuenta una historia que, con suerte, tiene un final feliz. La pregunta es: ¿para quién?
La cámara es el ojo con el que juzgamos y objetivizamos. Si el encuadre clásico del porno mainstream es el close-up del pene (la llamada money shot), Erika Lust propone seguirla usando, pero con una mirada femenina. Y esta solo se consigue poniendo mujeres al frente de la industria, de los guiones y de las productoras.
La directora sueca tiene más de 10 años optando por un cine erótico que propone un espacio seguro para el disfrute. Seguro en contratos justos, en créditos al final de la película, en apertura creativa y hasta en filantropía. Su productora, Lust Films, dona mensualmente una cantidad a Amnistía Internacional y a Fundación Red Umbrella, quienes trabajan por los derechos de las trabajadoras y trabajadores sexuales.
Radicada en Barcelona, Erika Lust ha ganado diversos premios cinematográficos por sus cortos y películas, como el Eroticline Award y el Feminist Porn Award. En la pasada edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, el Premio Maguey Over the Rainbow rindió homenaje a su trayectoria por transformar la diversidad sexual, al romper esquemas y mostrar nuevos paradigmas de la sexualidad y el género.
Erika nos contó sobre porno ético, activismo y ciencias políticas, lee la entrevista abajo.
VICE: ¿Recuerdas cuándo fue la primera vez que viste porno?
Erika Lust: Claro, en pijama con un grupo de amigas, en el barrio donde vivía en Malmö, Suecia. Una amiga encontró una cinta de video de su papá y a ella le encantaba. Así que pensó que nuestra pijamada era una ocasión perfecta para mostrárnoslo. Fue una sensación curiosa porque nunca habíamos visto nada parecido… me pareció bastante asqueroso.
¿Y cuándo fue la primera vez que viste porno y te gustó?
Justo estaba iniciando la universidad y tuve el típico novio que llegó con un DVD de una porno, con la intención de, "vamos a mirar esto y hacerlo, esta es la actividad de la noche".
Recuerdo haber tenido una reacción rara; mi cuerpo reaccionó, sí que estaba caliente, pero a la vez lo que estaba viendo no encajaba con mi visión de la interacción entre hombres y mujeres, porque tenía esta típica cosa que tienen estas porno mainstream, donde el hombre es el protagonista y la mujer está ahí para satisfacerle; ese es su papel y basta, no es sobre su sexualidad, sobre sus fantasías, sobre su pasión o su placer.
¿Cómo saltaste de estudiar Ciencias Políticas a ser directora de cine erótico?
Creo que ayudó haber estudiado Ciencias Políticas, y esta es una típica carrera para analizar, de-construir, entender, estructurar… Empecé a investigar sobre esto, encontré un libro de Linda Williams, llamado Hard Core: Power, Pleasure, and the "frenzy of the Visible", y me dejó pensando en todo lo relacionado a la falta del placer de la mujer en las pornos.
Estas preguntas ocuparon demasiada energía, y me di cuenta, por charlas que tenía con hombres y mujeres, que para ellos no causaba ningún tipo de conflicto, pero para las mujeres sí. Me interesaba saber por qué y entendí que para mí no era un tema puramente personal, como lo creía al principio. Ocupada demasiado espacio en mi cabeza este problema.
¿Cómo filmaste tu primera película erótica?
En Barcelona, estaba trabajando para productoras de publicidad audiovisual. En ese contexto aprendí cómo hacer cine, el oficio. Ahí vi mis inquietudes y me apunté a clases de cine. Y cuando tuve que hacer un cortometraje, recurrí a esas ideas sobre el porno que investigué en la universidad.
Así se me ocurrió hacer una película erótica y pornográfica, pero con mis valores. Se llamó The Good Girl (2004), y usé los temas y problemáticas que me atacaron cuando estaba en la universidad, que es el tiempo en el que comienzas a explorar tu sexualidad y estás conociendo quién eres tú, qué te gusta, qué no.
¿Se puede ver/hacer/participar en una porno y ser feminista?
Al principio creía que, como feminista, no encajaba el porno en mi vida. Pero en realidad es que a las mujeres el porno nos deja fuera, no nos involucra. El porno no es solo porno, es mucho más: es un discurso sobre la sexualidad femenina y masculina y cómo interactuamos. Esto me abrió los ojos a que el porno no es malo; es que hay mucho porno malo.
Yo debo poder hacer buen porno, un porno con mis valores, con mis ideas y mi punto de vista, y poner el placer de las mujeres al frente.
¿Cuál es la mayor diferencia entre el porno mainstream y el porno feminista?
Una cosa es ser objeto sexual, y otra, ser sujeto sexual. Objeto es ser algo bonito que provoca deseo en otra persona, normalmente —aunque no exclusivamente— creado para los hombres. Sujeto es que tú eres la persona que siente, que tiene los deseos y fantasías y que va por su propio placer. Eso busco en mis películas, que las mujeres vayan por su propio placer.
Y también las historias. Todas vienen de un contexto. Cuando llegan, te has enganchado con los personajes principales, vives con ellos sus emociones, y te transportas a otro lugar. En una porno mainstream, te ponen una pareja en el sofá, sin trabajar la imagen, el framing, la ubicación y el estilismo y el casting… todo eso queda fuera.
Éstas son las herramientas principales del idioma cinematográfico. No puedes dejarlo fuera por ser una porno. En mis películas, tú conoces a los personajes, sabes por qué se desean, hay una historia. En mis películas tú vives el sexo con ellos.
¿Cómo consigues a los actores y actrices?
Tenemos una directora de casting que busca la mayor diversidad posible, y una comunicación directa con los actores, que tienen bases de performance. Ese es otro objetivo. Les pagamos lo justo, y ellos están al tanto y aprueban todas las escenas.
Yo suelo decir que a mí no me basta con mostrar sexo. Quiero mostrar cómo sienten el sexo. Quiero mostrar que la humanidad puede ser expuesta en diferentes formas. Y para ello, quiero que los actores sientan atracción entre sí, porque la química se nota tras la pantalla.
¿Qué es lo más divertido de trabajar en una productora de películas eróticas?
He conocido todo tipo de mujeres interesantes con la intención de ponerse al frente del placer, pero también me gusta ponerlas detrás de la cámara. Y trabajar en equipo. Me gusta que somos toda una pequeña banda de creadoras con una visión singular y podemos llevarlas a la realidad.
¿Cómo concebiste tu nueva serie, XConfessions?
Estaba batallando con encontrar qué realizar después de mi película Cabaret Desire y no encajaba nada cien por ciento. Había visto este sitio llamado PostSecret, que me gustaba muchísimo: gente enviando postales a extraños con sus secretos más íntimos. Y me di cuenta de que esto era lo que estas personas estaban haciendo al contarme sus deseos.
¿Tienes una historia favorita?
Todas las he filmado porque me conmueven de alguna forma, o tienen algo que me ha interesado. Y ya llevamos 12 volúmenes de filmar las fantasías de los demás. Una que me gusta mucho es We are the fucking world. Una co-directora me contó que tenía ganas de filmar a una diversidad de sexualidades en una orgía de verano y en una locación exterior. Y de este trabajo, se donaron 5 mil euros a Amnistía Internacional.
¿Consideras que tu trabajo es activismo?
Me considero una persona activista. Mi hija de 10 años se considera activista. Creo que es algo muy importante, es algo que veo que cada vez más aparece en mujeres, dándose cuenta de que, si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo va a hacer para nosotras?
Se me hace bello ser activista y trabajar para hacer una diferencia en hacer porno indie de calidad, con valores, en un ambiente seguro, con historias buenas.
¿Qué directoras o películas recomendarías a quienes les interesa el porno ético?
Deberían buscar a Petra Joy; es fantástica, pionera en el porno alternativo, con una conciencia de los derechos humanos en la industria.
Publicado originalmente en VICE.com