El último capítulo de una saga legal sobre las reglas internacionales de la caza de ballenas.
La flota japonesa ha matado a 333 ballenas minke en aguas antárticas en los últimos seis meses, 122 de las cuales fueron hembras embarazadas y 114 de ellas eran jóvenes. Este movimiento ha intensificado debates de larga data sobre las justificaciones de Japón para la caza de ballenas en el Océano Austral en nombre de la ciencia.
La legalidad de estas cacerías es complicada. Aunque en 1986 se estableció una moratoria sobre la caza comercial de ballenas, existe cierta flexibilidad que le permite a los países matar ballenas con el objetivo de realizar investigaciones científicas. Un programa de caza de ballenas japonés conocido como "JARPA II" usó esta área gris para matar aproximadamente a 1,000 ballenas cada verano en la Antártida. (Noruega aún mata alrededor de esta cantidad de ballenas anualmente, mientras que Islandia mata alrededor de 200).
Sin embargo, en 2014, el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU dictaminó que Japón había tergiversado la JARPA-II como un programa científico, considerándolo una empresa comercial que violaba la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas.
Japón recibió la orden de suspender todas las cacerías en el Océano Austral; en cambio, el primer ministro Shinzō Abe cambió el nombre del programa "Newrep-A" y disminuyó el número de ballenas a 333 por año. La caza de ballenas antárticas de Japón se reanudó en 2015. A pesar de la reducción, aún existe una confusión constante sobre si el objetivo principal de estas cacerías es científico o comercial.
Se estima que la población mundial de ballenas minke antárticas es de alrededor de 500 000, por lo que no están amenazadas en la misma medida que algunas especies de cetáceos, como las ballenas azules o las ballenas de proa. Por esta razón, los balleneros japoneses argumentan que matar a 333 por año es sostenible.
Pero la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que rastrea especies en peligro, considera que las ballenas minke antárticas son "deficientes en datos". En otras palabras, simplemente no se sabe lo suficiente sobre esta especie para juzgar si su número está disminuyendo o si el muestreo letal es una práctica sostenible.
Las ballenas minke pueden tardar hasta ocho años en madurar sexualmente, y las hembras normalmente están embarazadas con una sola cría durante casi un año, por eso es especialmente perturbador cazarlas porque la especie invierte mucha energía y esfuerzo en criar a sus ballenatos hasta la edad adulta.
Por más indignación que hayan generado las muertes, Japón ha declarado su intención de continuar estas cacerías hasta al menos mediados de la década de 2020. La próxima reunión de la Comisión Internacional de Caza de Ballenas, que tendrá lugar en septiembre en Brasil, brindará una oportunidad para que la comunidad global anti-caza de ballenas busque una supervisión más estricta del programa "Newrep-A".
Publicado originalmente en VICE.com