La gente que viaja en aviones son monstruos.
Estar en un avión puede convertir a adultos razonables en la peor gente imaginable.
Al parecer, muchos pasajeros creen que el precio de un boleto de avión también les compra a la azafata en servicio y el derecho de ser tan abusivos y exigentes como quieran. Un estudio de la Asociación de Sobrecargos encontró que el 68 por ciento de las azafatas han sido acosadas sexualmente durante sus carreras. Solo el 7 por ciento ha denunciado el abuso a sus empleadores.
Hablé con Milla, de 30 años, y Elena, también de 30, sobre las peores cosas que han experimentado en sus 12 años combinados como sobrecargos. Compartieron sus historias de interminable acoso, y de mujeres gritando por sus platos de pasta.
Acoso sexual
Milla: El solo hecho de ver a una azafata parece despertar las fantasías sexuales de las personas, y a menudo puedes descifrar quién será el acosador sólo por la forma en que te miran mientras tratas de dar la demostración de seguridad. Una vez, un tipo estaba sentado al lado de su novia en un vuelo a Niza, y se puso a mirarme fijamente; fue asqueroso. En otra ocasión, un pasajero escribió en una bolsa para enfermos, "Me gustaría tener relaciones con alguien que esté trabajando aquí", y me lo pasó. Es tan irrespetuoso, nadie le escribiría eso a su médico.
Elena: Por lo general, los ancianos con traje me intentan ligar. A veces me dan su tarjeta de presentación y otras me gritan cosas sucias. Tienes que encontrar la manera de lidiar con eso sin dejar de ser profesional y amigable. No les digo que es inapropiado; sólo acepto su tarjeta y la tiro a la basura más tarde.
Una vez, cuando estaba trabajando en primera clase, estaba hablando con un caballero anciano al que veía regularmente en vuelos a Teherán. Me habló de sus hijos y de cómo tenían casi mi edad, y de que su hija estudiaba medicina, como yo. Luego se ofreció a que paseáramos juntos por Teherán. Me gusta la ciudad y los iraníes, y mis colegas no querían salir, así que acepté su oferta.
Después de mostrarme la ciudad, me preguntó si tenía novio y cuántos años tienen los hombres con los que suelo salir. Agregó que, aunque era mucho más viejo, era joven de corazón y millonario, y que podría ser genial para mí tener a alguien en mi vida que pudiera apoyarme financieramente. Luego sugirió que le diera un beso. Afortunadamente, no insistió cuando rechacé su oferta.
He tenido algunos hombres así, que parecen interesados en mi educación y me ofrecen algún tipo de apoyo para mis estudios. Normalmente soy bastante ingenua cuando eso sucede porque me gusta asumir que las intenciones de las personas son buenas. Pero nunca resulta de esa manera.
Vómito y caca
Milla: Una vez un pasajero se emborrachó tanto que vomitó en su bolsa para enfermos. Nunca entenderé por qué, pero cuando aterrizamos, se acercó a mí y sostuvo la bolsa frente a mi rostro, antes de darle un golpecito al costado de la bolsa mientras me decía, "vomité". Su vómito salió disparado de la parte superior de la bolsa y me salpicó toda. Fue absolutamente desagradable.
Elena: Me tocó que un pasajero se cagara en pleno vuelo. Todo el avión olía tan mal; los demás pasajeros estaban enloqueciendo.
Sexo
Milla: Me tocó una pareja completamente borracha, que se veía perfectamente normal, pero el tipo estaba dedeando a la mujer debajo de la manta.
Elena: Una vez escuché a una pareja —que rondaba los 50 años— teniendo sexo en clase ejecutiva en un vuelo de madrugada. Ella estaba encima de él sin ningún reparo. Cuando eso sucede, generalmente les damos una advertencia. Si no se detienen, podríamos emitir un anuncio en el vuelo.
Criminales
Milla: Después de atrapar a un hombre fumando en el baño, mi colega confiscó su pasaporte y le dijo que se lo regresaría después del aterrizaje, y que su comportamiento había sido reportado a las autoridades. Pero luego de que mi colega examinara su pasaporte, se dio cuenta de que la persona de la foto era unos 20 años más joven que el pasajero. Después de aterrizar, mi colega llamó a la policía, que pudo determinar que el pasaporte era falso.
Pasajeros ebrios
Elena: Normalmente trabajo en primera clase, la mayoría de las veces es bastante agradable porque solo tengo que ocuparme de ocho pasajeros. Pero a veces tenemos a estos ejecutivos de alto perfil que se quedan sentados allí y beben vaso tras vaso de champán antes de que despeguemos. A partir de ese punto, beberán una botella entera de vino y terminarán tan borrachos que ni siquiera podrán levantarse de su asiento sin ayuda. Algunos pasajeros, en su mayoría hombres de negocios de unos 50 años, se emborrachan tanto que empiezan a romper las copas.
Luego están los marineros. Puede ser genial tenerlos cerca porque generalmente tienen una sólida formación médica, que puede ser útil en una emergencia. Pero siempre debemos estar atentas para evitar que no se emborrachen demasiado.
Milla: El problema es que las personas comienzan a beber antes de tomar el vuelo, pero no tienen en cuenta cómo les afectará el cambio en la presión del aire. Podría ser que te encuentres un poco borracho en tierra, pero completamente ebrio en el aire. Una vez tuvimos que hacer un aterrizaje de emergencia debido a un tipo ridículamente alcoholizado que viajaba con su madre y su hermano.
Abuso verbal
Elena: Uno de nuestros viajeros frecuentes abusó verbalmente de mí una vez. Primero comenzó a burlarse de mí cuando estábamos dando la bienvenida a la gente a bordo; algo que le pareció divertido. Le pedí que se detuviera, pero no lo hizo. Luego me pidió que lo sentara en otro lugar porque no quería sentarse junto a su esposa, pero no pudimos, entonces fue cuando me llamó una tonta y me dijo, literalmente, que tenía una "cabeza de puta". Ya habíamos despegado, por lo que obviamente no podíamos sacarlo del vuelo. Lo único que pude hacer fue reportarlo a la cabina. En situaciones como estas, se escribe un reporte y se le puede prohibir al pasajero volar con la aerolínea.
En otro vuelo, una mujer se puso a gritarme porque todo lo que nos quedaba de comer era pasta. Enloqueció por completo y otro pasajero tuvo que intervenir. Yo estaba muy molesta. Tuve que luchar por contener las lágrimas y tuve que encerrarme en el baño. En ocasiones puedes enojarte mucho en este trabajo, especialmente cuando los adultos comienzan a gritarte porque no recibieron la comida que querían. Pero no puedes perder la compostura frente a los pasajeros. Ser sobrecargo es como ser un bartender, pero los clientes difíciles no se levantan y se van, sino que debes lidiar con ellos durante las próximas diez horas. Por lo tanto, es importante encontrar una forma de resolver cualquier conflicto lo más rápido posible.
Publicado originalmente en VICE.com