La fotógrafa rumana Mihaela Noroc estuvo de mochileo por el mundo durante cuatro años para crear su nuevo libro fotográfico, The Atlas of Beauty.
Empezó en Etiopía en 2013. La fotógrafa rumana Mihaela Noroc estaba de visita en el país africano con su marido y se quedó fascinada por la belleza tan diversa de las mujeres de allí.
"Estaba fotografiando a estas mujeres y eran muy distintas unas de otras. Entonces me pregunté: '¿Cómo es que nunca he visto fotos de mujeres como ellas?'", dijo Noroc el diciembre pasado en un evento en Berlín en el que se exponían las fotografías de su nuevo libro, The Atlas of Beauty (El atlas de la belleza).
La obra es el resultado de una aventura de cuatro años por todo el mundo derivada del interés que le surgió a la fotógrafa, ahora de 31 años, cuando se dio cuenta de que todavía había muchas representaciones de belleza femenina por descubrir. Su libro contiene 500 retratos de mujeres de todo el mundo, acompañados de breves fragmentos que explican la historia de sus vidas.
Después de visitar Etiopía, Noroc volvió a su ciudad natal, Bucarest, con un deseo ardiente de fotografiar a tantas mujeres como le fuese posible de cada rincón de la Tierra. Estuvo ahorrando y se embarcó en un viaje de 14 meses en el que tenía planeado recorrer 30 países. Viajó por tierra hasta el Ártico y luego cruzó China y Rusia.
"Mi percepción de la belleza cambió. Si buscas en Google 'mujer bonita', las imágenes que encuentras son todas muy parecidas", explicó a las más de 50 personas aglomeradas en una pequeña galería de Berlín.
"Las imágenes que encuentras suelen ser de una mujer rubia con los ojos azules y los labios ligeramente abiertos. ¿Qué es eso? Conocí a estas mujeres tan impresionantes, todas ellas de edades y etnias muy diversas, pero me parecieron extremadamente bellas", dijo. "Lo que pasa es que no hay suficientes imágenes de ellas en el mundo, porque a los hombres les gusta fotografiarse más que a las mujeres, pues ellas suelen decir que necesitan maquillaje para estar guapas".
Las mujeres están representadas de la forma en la que ellas mismas quisieron expresarse
Noroc decidió proseguir con su aventura. Recaudó 40.000 euros en Indiegogo para viajar durante dos años más y crear un libro con todas sus fotos. Además de Europa, viajó a Irán, al Tíbet, Corea del Norte, el Sudeste Asiático, Australia, Nueva Zelanda, la zona sur del Pacífico y partes de Sudamérica.
Noroc dijo que se pasaba horas y horas caminando por las calles hasta que, de golpe, sentía la imperiosa necesidad de fotografiar a alguien. Entonces, intentaba acercarse y hablar con las mujeres. En algunas ocasiones tardaba solo unos minutos en capturar la pose más natural de la persona, pero en otras se pasó días saliendo con las mujeres que le interesaba fotografiar para que confiaran en ella. "Lo que hago es intentar humanizar la cámara para que se sientan cómodas y salgan lo más relajadas posible".
El resultado es una serie de fotos muy intensas que parecen representar todas las edades y entornos que existen. Todas las mujeres irradian una energía serena y a menudo conectan con el público a través de la mirada penetrante que reflejan en las fotografías. Se las puede ver de pie, sentadas, cocinando, sentadas en sus motos, tocando instrumentos musicales y trabajando. Entre esas mujeres hay agentes de policía y de seguridad de Israel, Palestina, Corea del Norte, India y Uruguay. Otras son dependientas, bomberas, surfistas, madres, hijas, amigas y un largo etcétera.
"Las percepciones de belleza son tan distintas dependiendo de adónde vayas…", expresó Noroc. "En algunas partes del mundo, si una mujer es discreta, tímida y cubre su cuerpo, es hermosa. Pero en otras partes, tiene que ser todo lo contrario, tiene que llevar poca ropa y mostrarse provocativa. Es una presión muy grande".
Para Noroc, las mujeres salen tan bonitas en las fotos porque son naturales, no llevan nada artificial y no tienen necesidad de ir vestidas con cierta ropa ni de ponerse maquillaje. "Cuando echas un vistazo a mi libro, ves libertad", dijo. "Las mujeres están representadas de la forma en la que ellas mismas quisieron expresarse".
A continuación puedes ver una selección de fotos incluidas en el The Atlas of Beauty junto con breves descripciones redactadas por Noroc.
Chichicastenango, Guatemala— "María es verdulera en un mercado de su pequeño pueblo. Se mostró muy tímida en cuanto vio la cámara".
Región amazónica, Ecuador— "Cada vez más las tribus del Amazonas están empezando a llevar ropa moderna para su día a día, pero siguen conservando sus prendas tradicionales para eventos importantes. Fotografié a esta joven vestida de novia".
París, Francia— "Anja tiene orígenes belgas y polacos, y sueña con competir en los Juegos Paralímpicos. Nació sin la pierna derecha, en Polonia. Su madre la abandonó en un hospital y pidió al médico que se hiciera cargo de ella. A los 19 meses de edad, la adoptó una familia belga, con la que tuvo una infancia muy feliz".
Berlín, Alemania— "La madre de Anais es de Mali y el padre, francés. Cuando va a Mali, la gente la considera blanca, pero cuando está en Europa, todo el mundo la ve como negra. Anais dice que se siente africana y europea".
Milán, Italia— "Caterina empezó a bailar a los tres años. Su madre, Barbara, la apoyaba, pero sabía que las oportunidades de bailar ballet en su pueblo eran escasas. Por ese motivo, aunque su marido y su hijo se quedaron en el pueblo, ella se mudó con Caterina a Milán, pues allí su hija podría cumplir su sueño y asistir a una de las escuelas con más prestigio del mundo".
Provincia de Sichuan, China— "Una de las mujeres más atractivas que conocí fue esta mujer tibetana, madre de dos hijos y residente en un pueblo de la China rural. Así estaba en el momento en el que me abrió la puerta. Había estado limpiando su casa y, aun así, llevaba sus joyas puestas".
Estambul, Turquía— "En mis viajes he conocido a mujeres muy impresionantes que me han contado que no se sienten guapas. Influenciadas por el concepto de belleza que difunden los medios, muchas de ellas se sienten presionadas a seguir ciertos estándares de belleza. Pero ese no es el caso de Pinar. Es turca y chipriota y siempre ha soñado con hacer teatro, así que se mudó de Chipre a Turquía, se dedicó por completo a su carrera y cumplió su sueño. Aunque le encanta adoptar distintos papeles cuando está en el escenario, en la vida real adora ser ella misma, natural y libre".
Publicado originalmente en VICE.com.