Se ha comprobado que, en el cerebro de roedores de edad avanzada que comparten el sistema circulatorio con ejemplares más jóvenes, aumenta la actividad sináptica, la neurogénesis y la plasticidad.
La idea de que la sangre de una persona joven posee propiedades mágicas que frenan el envejecimiento es uno de los temas recurrentes más exquisitos en el folclore y las historias de terror. Incluso se han dado varios casos reales a lo largo de la historia. Uno de los más recientes es el de la condesa Elizabeth Bathory, una asesina en serie de origen húngaro de quien se dice que se daba baños en la sangre de jóvenes vírgenes. El mito se ha perpetuado con infinidad de personajes vampíricos que recolectan sangre de humanos jóvenes para complementar su dieta o para realzar su belleza. El empresario Peter Thiel incluso ha manifestado públicamente su deseo de inyectarse el precioso fluido vital para prolongar su vida.
Pues al parecer esta idea no resulta tan descabellada, después de todo, según se desprende de la conferencia "Young Blood for Old Brains", del profesor de neurología Tony Wyss-Coray. En ella, Wyss-Coray explica los hallazgos que él y su equipo hicieron después de años investigando los efectos que tenía en roedores la transfusión de sangre entre distintos ejemplares de diversas edades.
La conferencia íntegra está disponible para su visionado, pero ojo si sois muy aprensivos, porque durante la misma puede verse cómo cosen juntos a dos ratones en una técnica experimental denominada parabiosis.
"Por lo general, lo que hacemos es […] emparejar un ratón de tres meses que sería el equivalente a un humano de veinte años con otro de dieciocho 65 años en edad humana", explica Wyss-Coray en su seminario. "Los dejamos juntos durante cinco semanas y luego analizamos aspectos como posibles cambios a nivel molecular, subcelular, celular, etc.".
No hay duda de que esta práctica parece salida de alguna historia de magia satánica o de un científico loco. De hecho, algunos defensores de los animales han criticado duramente la técnica por su crueldad y los efectos perjudiciales que tiene sobre los animales.
Pese a ser tan controvertida, esta práctica se realiza desde hace 150 años y parece apuntar a que, en efecto, compartir sangre con un individuo joven tiene efectos beneficiosos para la salud en personas de edad más avanzada. Así, se ha comprobado que, en el cerebro de roedores de edad avanzada que comparten el sistema circulatorio con ejemplares más jóvenes, se produce un aumento de la actividad sináptica, la neurogénesis y la plasticidad.
Todavía se desconocen los mecanismos por los que se producen estos efectos, si bien varios grupos de científicos continúan investigando en este sentido para su aplicación en humanos. Como codirector del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Stanford y director adjunto del Centro de Investigación de la Regeneración, Reparación y Restauración Tisular, Wyss-Coray se muestra especialmente interesado en conseguir controlar el poder oculto de la sangre joven para prevenir la aparición de enfermedades neurológicas relacionadas con el envejecimiento.
Con ese fin, Wyss-Coray ya ha empezado a tratar a pacientes con alzhéimer administrándoles infusiones de plasma obtenido de la sangre de donantes jóvenes. Según informa la revista Science, en los próximos meses se obtendrán los primeros resultados.
Publicado originalmente en VICE.com