Sobre desconectarse cuando el mundo apesta.
Entrar a tus redes sociales para encontrar noticias sobre muerte y destrucción puede ser agotador. Y además están los discursos, los comentarios indeseados, la humillación pública, la virtud que señala al otro y la vida de los demás restregada en tu cara.
Durante el verano no pude tolerarlo más. Lo estuve reflexionando por semanas pero, teniendo en cuenta que era una parte tácita de mi trabajo, me resistí por un tiempo. Las desactivé sin avisar. Primero Twitter, después Facebook. Después removí rápidamente todas las aplicaciones de redes sociales de mi iPhone.
"Tus amigos te extrañarán" me advirtió Facebook. Me senté en mi escritorio en estado de shock porque no podía creer que una aplicación se atreviera a sugerirme cómo vivir mi vida. A la mierda. Es suficiente.
Por primera vez en mucho tiempo, pude respirar. Pude estar sola. El ruido de los discursos y de los comentarios no solicitados sobre cada uno de mis movimientos fue silenciado.
Sólo podían contactarme a través de email o por teléfono, solo aquellos que ya tuvieran mi información de contacto. Me volví objeto de un importante número de correos y mensajes de texto que expresaban preocupación, e incluso recibí algunos "¿te encuentras bien? vi que no estaban en Twitter" en la vida real.
Pero estaba bien, incluso me sentía mejor de lo que recuerdo haber estado este último año. Ya no estaba abriendo y cerrando obsesivamente las redes sociales, así que podía digerir los eventos de actualidad sin tener que ver a las personas opinar infinita y a veces innecesariamente.
Recientemente, después de reactivar —aunque con indecisión— mis redes sociales, fui con la terapeuta y jefa de desarrollo clínico en Talkspace, Nicole Amesbury, para tratar de encontrarle sentido a por qué la gente parecía tan afectada con mi decisión de apartarme de las redes. Talkspace es una compañía de internet que tiene un programa pensado en tratar a aquellos con dependencia a las redes sociales.
¿Por qué estaban todos tan preocupados por mi receso a propósito de algo que se sabe que representa una cuota mental? Y sabiendo que es una parte innata de mi trabajo, como lo es para muchas personas, ¿estuvo bien que me alejara, y respirara, así lo necesitara desesperadamente?
"Si te desconectas, las personas empiezan a preguntarse si estás enferma; [ellos] no han sabido de ti" dijo Amesbury. "Puede ser muy halagador: 'extrañamos tus publicaciones, ya no te gustan mis [publicaciones]'. No necesariamente es algo malo, pero no creo que desaparezca, así que no deberías luchar contra eso, sólo encontrar una manera de que funcione para ti".
En el contexto que estamos atravesando, ¿son realmente buenas las redes sociales para la sociedad?
Se hizo evidente para mí, en los primeros días del receso, cuando continuaba revisando el teléfono para mirar la aplicación de Twitter (que ya no existía) que había experimentado una pérdida de control sobre mis impulsos de actualizar la página. Amesbury dijo que éste era un signo que podía señalar un uso problemático de las redes sociales.
"Creo que muchas personas experimentan con lo que las hace sentir cómodas" dijo Amesbury. "Cuando empiezas a sentir que estás perdiendo el control, es cuando los problemas ocurren."
Incluso cuando empecé a sentirme aislada, supe que estaba evadiendo presenciar los traumas ajenos, en palabras e imágenes que, a falta de una palabra menos cliché, detonaban algo en mí. Especialmente desde el duelo que me produjo el suicidio de un amigo cercano el año pasado, Twitter no ha sido particularmente el lugar más seguro para mí, considerando que la expresión de suicidio parece ser un lugar común entre ciertas personas jóvenes: "quiero morir lol", mensaje recurrente en miles de interacciones. Es un humor negro que facilita la asociación en aquellos que se sienten igual, pero que deja de ser divertido cuando acabas de perder a alguien por suicidio.
"La gente está hablando sobre lo que dice el presidente en su cuenta de Twitter, o sobre cómo se habla la gente entre sí, o sobre algún Facebook Live que resulta ser bastante traumático," dijo Amesbury. Dicho esto, en el contexto que estamos atravesando, ¿son realmente buenas las redes sociales para la sociedad?
“Si alguien creyó que las redes sociales eran superficiales, o una simple moda que pasaría, o una plataforma para que las personas exhibieran sus egos, creo que se equivocaron”.
Cuando me preguntaban cómo me iba en mi receso mediático, lo describía como una "dicha". Estaba sola con mis pensamientos, en paz, sin la presión de tener que lidiar con conversaciones estresantes con extraños por internet. Vi más a mis amigos, tomé más fotos sin intensión de publicarlas y recibir validación virtual. Viajé a cascadas, y compartí tiempo con la persona que amo. Pero a lo largo de todo esto, fue muy difícil escapar cuando las personas a mi alrededor estaban conectadas, o cuando mis amigos enviaban links con tuits que contenían memes o noticias.
Amesbury señaló cómo un número de personas está optando por desconectarse y darse un receso de las redes sociales mientras salen de vacaciones. Pero si no tienen unas vacaciones y aún así quieren darse un receso mediático, ella tiene algunas recomendaciones.
"Creo que todo el mundo está lidiando con eso" dijo, recomendando lo que ella llama la "regla 20-20-20". "Si llevas 20 minutos frente a una pantalla, deberías tomarte 20 segundos y mirar a 20 pies de distancia. Mira algo completamente diferente, que no tenga nada que ver con una pantalla, y date un respiro".
Aunque la regla 20-20-20 es tradicionalmente una recomendación para cuidar los ojos, Amesbury dice que puede ayudar a crear consciencia cuando se hace uso de las redes sociales. "Estira, mira hacia otro lado, piensa: Ok, ¿obtuve lo que deseaba al conectarme?" concluye.
Aun sintiendo que iba más lento que los demás en el circuito de noticias, sentí que me estaba divirtiendo mucho gracias a mi receso de las redes sociales: desconexión. En todo caso, después de una semana tuve que reactivar mi cuenta de Facebook para poder hacer bien mi trabajo (Facebook básicamente es la versión moderna de las páginas amarilla, y por eso es que no debería huirle). Pero me di un descanso de un mes de Twitter, un gran logro pues no lo había desactivado nunca antes desde que creé mi cuenta en 2009. Cada día quiero conectarme y abandonarme a la "cocaína psicológica", como la llama un compañero escritor de VICE, Drew Brown.
Aunque me reconecté, lo hice con mis propios límites intactos. Usualmente no entro a Twitter si no es en las horas de trabajo, ya no me pongo tan personal con mis publicaciones (por ahora); la aplicación no está en mi celular; he silenciado todas las notificaciones de las redes sociales; hago mi mejor esfuerzo para comunicarme a través de emails y mensajes de texto y evitar comunicarme a través de redes sociales, he dejado de seguir a algunas personas, y opté por prender mi filtro de calidad.
Pero por más de que odie esta mierda con cada átomo de mi ser, todavía es parte de mi trabajo y vida. Con toda seguridad, lo es para ti también.
"Si alguien creyó que las redes sociales eran superficiales, o una simple moda pasajera, o una plataforma para que las personas exhibieran sus egos, creo que se equivocaron" dijo Amesbury. "La gente las utiliza de maneras extremadamente profundas, que mueven y tocan, y tiene el misma potencial de hacer cosas tan maravillosas como dañinas".
Publicado originalmente en VICE.com