Un proyecto está devolviendo esperanza y visión a las mujeres de una cárcel en Cusco, Perú.
Una actividad creativa no puede pretender desarrollarse dentro de un marco reservado sólo para unos cuantos. Para ser significativa, la creación debe surgir del intercambio entre diversas acciones; ha de plasmar las diferentes facetas que componen la vida en la actualidad y su influencia en el seno de comunidades activas que le dan otro rumbo al pretencioso gesto universal del mundo de la moda.
Cárcel, el fashion label danés, ha dado de qué hablar en la escena de la moda, y es que no es poca cosa que los diseños exclusivos de esta marca sean elaborados por prisioneras de una cárcel de Cusco en Perú. Las prendas creadas por estas mujeres tienen peso y valor por la infinidad de pequeños fragmentos que las conforman. En cada prenda convergen personas, tradiciones, materiales y lugares, dando lugar a una imagen del mundo. Este taller, localizado dentro de una prisión peruana, abre un circuito mágico que expresa el genio y la laboriosidad que devuelve nuevamente a la vida a estas mujeres. Con Cárcel la prisión cedió a la libertad de la creación.
En Perú el número de mujeres en prisión se ha duplicado en los últimos quince años, la mayoría de ellas sentenciadas de ocho a quince años en prisión por traficar drogas como mulas. Asegurar la dignidad de estas mujeres, más no la caridad, es una de las preocupaciones principales de este fashion label. Cárcel busca transformar la vida de las prisioneras durante y después de su estancia en prisión al brindarles oportunidades donde desarrollen nuevas habilidades y conocimientos. La idea de Cárcel surgió a partir de la visita de Verónica D'Souza, su fundadora, a una prisión de mujeres en Kenia, donde D'Souza lanzó la compañía Ruby Cup a través de la cual financia la educación de chicas africanas.
El tejido a mano es una tradición ancestral en Perú, que fue introducido en los Andes por los españoles en el siglo XVI, y mediante innovaciones continuas se ha mantenido como una labor artesanal hecha principalmente por mujeres. Al visitar Perú por primera vez en 2016, D'Souza tenía la intención de comenzar un negocio social, por lo que al recorrer las prisiones de hombres y de mujeres se dio cuenta que fabricaban productos hermosos pero sin acceso al mercado y con ganancias casi nulas. En este dilema se basa Cárcel; crear mejores oportunidades para las presas al transformar las horas perdidas en productos de valor.
Cárcel busca provocar un impacto positivo en el mundo a través de salarios justos, usando solamente los mejores materiales y elaborando diseños de calidad para los consumidores. El costo de cada prendas oscila entre los $150 y $1990 dólares, y cada mujer recibe aproximadamente $15 dólares por cada prenda. Por día, cada presa elabora 2.3 prendas, ganando aproximadamente tres veces el salario mínimo en Perú.
Cárcel ha invertido en maquinaria, capacitación, desarrollo de habilidades e infraestructura de los talleres. Es la primera compañía que establece una producción con los más altos estándares de calidad al interior de una prisión. Preocupado constantemente por brindar entrenamiento y desarrollar las habilidades de las presas, este fashion label danés mantienen en perfectas condiciones los espacios de trabajo y la maquinaria que se emplea en la elaboración de las prendas, promoviendo un ambiente de trabajo caracterizado por el respeto y la motivación mutua.
Diseños hechos en prisión, a base de materiales cien por ciento naturales -como baby alpaca y lana-, es la fórmula que conjuga Cárcel para evocar lo efímero y, a la vez, lo eterno donde convergen las reglas de la moda, pero sobretodo, las reglas de la vida. Diseños híbridos, que mezclan la sutileza escandinava y los colores vivos de Perú, conforman prendas estéticas y funcionales, chics y elegantes, abrigadoras y durables en donde se interconectan tradiciones culturales. Cárcel ha creado la línea A mano, de la cual la bomba es su primer producto.
Para esta compañía , Cárcel representa "una nueva era de la moda, donde cada producto resuelve un problema en lugar de crearlo". Sólo en este intercambio entre mundos, aparentemente imposibles de conectarse rápido y directo, se revela una eficacia operativa acorde al mundo actual. Cárcel nos invita a ver la moda sin prejuicios; la moda es movimiento.
Cambiamos constantemente de ciudades, de idioma, de mentalidad, de costumbres y, sobretodo, de prendas de vestir; entonces, ¿qué encontramos al portar una prenda? Evidentemente, no se trata sólo de un patrón, una forma, un textil o una marca. Es algo más profundo, algo que viene de lejos a excitar nuestras sensaciones. Ante las prendas que conforman Cárcel somos testigos de historias de vida que se expresan en un sweater o un pantalón; el trabajo de un artesano que plasma su esencia en cada diseño. Es el amor a las prendas y no la lástima lo que te enamora de estos diseños.
Publicado originalmente en VICE.com