En los años setenta se desarrollaron infinidad de accesorios para promover el consumo de la droga que hoy es considerada el motor de la guerra en Colombia.
Este artículo fue publicado originalmente en ¡PACIFISTA!, una plataforma de VICE Colombia dedicada a la generación de paz.
Los años setenta fueron determinantes en la historia de las drogas. Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, les declaró la guerra en 1971 diciendo: "El enemigo número uno de los Estados Unidos es el abuso de drogas. Para combatir y derrotar a este enemigo es necesario emprender una nueva ofensiva". Y emprendió una lucha frontal que ha consistido, sobre todo, en brindar ayuda militar a los países productores, como Colombia.
Paradójicamente, la guerra contra las drogas no tenía, en principio, problemas con la cocaína. Su mayor preocupación se concentraba en la LSD, la marihuana y la heroína. De eso quedó constancia en los documentos oficiales de la Casa Blanca. Uno de ellos, de 1975, afirmaba que la cocaína no era prioridad, pues "no tiene consecuencias serias tales como el crimen, la hospitalización o la muerte". La cocaína, que salía de Colombia y atravesaba el Caribe hasta llegar a Estados Unidos, se fue instalando en las calles de ese país hasta invadirlas por completo.
Por increíble que parezca, el consumo de cocaína no tenía mayores inconvenientes. Incluso, esa droga llegó a considerarse glamurosa. El ministro de Salud de Colombia, Alejandro Gaviria, en su libro Alguien tiene que llevar la contraria, dice que la cocaína era percibida como el champán de las drogas.
Como darse un pase podía llegar a ser cuestión de estatus, las agencias publicitarias se dieron un banquete creativo para invitar al consumo y promocionar todo tipo de parafernalia para esnifar cocaína.
Esta es una recopilación de imágenes de la época que circulan en la web: una evidencia de que la cocaína no siempre fue mal vista. Ver para creer:
Publicado originalmente en VICE.com