Hablamos con el biocientífico Arthur Caplan sobre los problemas éticos que supone mezclar ADN humano y de animales.
El pasado enero, la revista científica Thursday in Cell anunció un hito revolucionario en el campo de la bioingeniería: habían logrado crear un embrión a partir de ADN humano y de un cerdo. Este logro, aseguraban, "aumenta las posibilidades de generar tejido y órganos humanos trasplantables, lo que permitiría dar solución a la escasez mundial de donantes de órganos".
Si bien el embrión solo se desarrolló durante unos pocos días, la génesis de esta criatura abrió un incómodo debate sobre la posibilidad de que llegue un día en que los híbridos entre humanos y animales sean una aterradora realidad.
En noviembre de 2015, poco después de que los Institutos Nacionales de la Salud de EUA (NIH, por sus siglas en inglés) suspendieran sus experimentos de combinación de células animales y humanas, el Gobierno federal celebró una reunión de expertos para llega a un acuerdo respecto a este punto.
Los NIH temían que la "imagen de un ratón inteligente atrapado en un laboratorio y pidiendo a gritos que lo liberaran" llegara a materializarse, según palabras de David Resnik, ético que trabaja para los NIH.
Tal vez desde los NIH pecaron de extrema cautela, pero pese a todo sigue habiendo dilemas sobre los que reflexionar respecto a esta práctica. Todavía no sabemos cómo llegarían estas células fetales a convertirse en órganos humanos. Tampoco supone el mismo riesgo que estas células se desarrollen en un estómago humano que si lo hacen, por ejemplo, en el cerebro.
Para intentar averiguar si estábamos a punto de vivir un escenario de película de terror, contacté con el ético médico Arthur Caplan, del Langone Medical Center de la universidad de Nueva York, que opina que algo más de control sobre este tipo de experimentos no vendría mal, aunque no por las razones que yo me imaginaba. Caplan también añadió que, de hecho, ya somos una especie de híbridos entre humano y animal.
“No creo que haya nadie especialmente interesado en crear minotauros, grifos u otro animal híbrido semejante” — Arthur Caplan
VICE: ¿Qué miedos suscitó entre los estudiosos de la ética la noticia de la creación de un embrión medio humano, medio cerdo?
Arthur Caplan: La gente empezó a preguntarse si estaba todo debidamente regulado, si contaban con las autorizaciones apropiadas y se estaba supervisando el experimento como era debido.
¿Ah, sí?
Yo creo que sí, y no hay duda de que aquí hay un punto controvertido, y es si debería o no haber más organismos gubernamentales que supervisaran este tipo de experimentos e informaran con transparencia.
¿En qué tipo de cosas deberían fijarse estos grupos?
En nada especial. Simplemente se encargarían de hacer saber al público general que se están llevando a cabo este tipo de experimentos. No solo sirven para conmocionar. Esto me recuerda al caso de la clonación de la oveja Dolly. Aquello lo anunciaron en los periódicos y la gente se hacía todo tipo de preguntas. Este caso es muy parecido en muchos aspectos.
“Si lo que quieres es ganar dinero, haz algo que puedas trasplantar. Si quieres titulares, entonces sí, ve por ahí anunciando que vas a crear quimeras medio humanas, medio animales”
¿Se podría decir que esto es equiparable a crear individuos medio humanos, medio animales?
No. Obviamente, existe un riesgo de que todo pueda torcerse y de que las células vayan donde no interesa que vayan, como al cerebro, pero ese riesgo es muy bajo. Y siempre se podría interrumpir el desarrollo del animal si hubiera cualquier sospecha de que algo así pudiera ocurrir.
Las células cerebrales seguirían en el interior del cerdo, así que…
Y en el sistema nervioso de un cerdo, por lo que ¡no sé! No es fácil saber qué pasaría. Lo que está claro es que no se podría considerar humano. No es como si hubiera un homúnculo en el interior del cerdo. Y tampoco se podría considerar un cerebro desarrollado, porque se trata solo de unas cuantas células solo humanas en parte.
Entonces, ¿cuál sería la principal preocupación?
Imagino que lo que no queremos que ocurra es que se creen individuos a partir del cruce de especies. En eso estamos todos de acuerdo. Esas son las buenas noticias. No creo que haya nadie especialmente interesado en crear minotauros, grifos u otro animal híbrido semejante. Se trata de que faltan órganos y tejido para realizar trasplantes, y en ese aspecto, la intención es buena. Además, los científicos responsables del experimento son muy competentes.
Bueno, quizá sí que haya alguien interesado en crear grifos…
De acuerdo, pero eso no da dinero. Si lo que quieres es ganar dinero, haz algo que puedas trasplantar. Si quieres titulares, entonces sí, ve por ahí anunciando que vas a crear quimeras medio humanas, medio animales.
¿No se reabriría la polémica en el momento de retirar del cerdo lo que se supone que serían órganos humanos? ¿No nos convertiría en híbridos el hecho de tener trasplantado un órgano generado en un cerdo?
Sí, ese momento sería más complejo e interesante y sin duda suscitaría muchas más preguntas que el experimento actual. Hay muchas objeciones al respecto, pero de lo que no somos conscientes es de que muchos de nosotros introducimos células de otros animales en nuestro cuerpo a diario cuando desayunamos, por ejemplo, beicon, huevos o lo que sea.
¿Quieres decir que por comer carne ya somos una especie de pseudohíbridos?
Cuando comes carne ―o coliflor, da igual―, estás sufriendo una transformación. O dicho de otro modo: cuando comes beicon no eres del todo consciente de que procede de un animal, pero viene de un cerdo, y tú lo cocinas y te lo comes, pese a que en este caso la mayoría no ve tan clara la relación directa.
Publicado originalmente en VICE.com