Jean deambula todas las noches por las calles en busca de todo tipo de objetos que llevarse a su casa. Aquí su vida, en fotos.
Pliushkin es un viejo aristócrata ruso que aparece en la novela de Nikolaï Gogol Almas muertas. El personaje vive en una casa extremadamente desordenada y se pasea por el país en busca de chatarra que acumular. "¿Para qué necesitaría Pliushkin aquella superabundancia de cosas? Ni a lo largo de toda su vida habría podido usarlas, aunque poseyera dos haciendas como la que ya tenía. Pero todo le parecía poco. No contento con lo que poseía, recorría a diario las callejuelas de su aldea, buscaba por los sitios más recónditos, y todo lo que podía hallar —un trapo, un clavo, una suela vieja, un puchero ajado— se lo llevaba a su casa […]".
El libro se publicó en 1842, por lo que el ilustre personaje dio nombre a un trastorno obsesivo-compulsivo también conocido como "síndrome de acaparador compulsivo" o "síndrome de Diógenes", en referencia al filósofo griego y misántropo de la Antigüedad que vivía en un barril. Este trastorno, complejo y poco habitual y que puede afectar a cualquier persona, se caracteriza sobre todo por la compulsión de almacenar objetos, el aislamiento social, el rechazo a recibir ayuda de cualquier tipo y una extrema falta de higiene.
En una entrevista de 2016 para Le Figaro, el doctor Jean-Claude Monfort, neurólogo especializado en psicogeriatría y en este síndrome, explicaba que el trastorno normalmente surge a raíz de "un incidente traumático experimentado durante los primeros años de la infancia" o debido a una enfermedad como la esquizofrenia o el alzhéimer. Monfort calcula que cerca de 30.000 personas en Francia padecen este síndrome. "En 2015, se emitieron 145 órdenes municipales, tras sus correspondientes denuncias, para poner fin al estado de abandono en el que estas personas tenían sus hogares", señaló, en alusión a Pascal Martin, jefe del Departamento Técnico de Vivienda de París.
El fotógrafo Arnaud Chochon tuvo la oportunidad de conocer en profundidad a Jean, un francés con síndrome de Diógenes. Arnaud pasó un año visitando a Jean todas las semanas y fotografiando su día a día. "Fue muy difícil acceder a él", recuerda. "Me tuve que ganar su confianza. Pasamos mucho tiempo discutiendo largo y tendido en la calle hasta que me dejó entrar en su casa. Al final surgió una estrecha amistad entre ambos".
"Jean salía a la calle todas las noches a la misma hora y hacía siempre la misma ruta, buscando las cosas que más le interesaban: comida para alimentarse, y libros y diarios para saciar su sed de conocimiento. De esta forma ha ido acumulando todo tipo de artículos, sin importar el uso o el valor que pudieran tener. Pese a llevar un estilo de vida inusual, Jean no es "tonto". Simplemente se rige por una lógica distinta a la nuestra. Así, por ejemplo, por respeto al medio ambiente, Jean seca toda la comida que recoge de la basura para que las incineradoras funcionen mejor. Y en casa usa papel de periódico para taparse.
Jean me explicó que su "interés por los contenedores" empezó en 1995, mucho antes de que dejara su trabajo de aparejador en 2002. "Un día vi unas cuantas salchichas encima de un contenedor. Las cogí y me las llevé a casa. Se las di a mi padre y le encantaron. Era mucho más divertido encontrar cosas nuevas cada día que la mierda de trabajo que hacía en la oficina". Hoy día vive de lo que encuentra por la calle y de una herencia familiar.
Arnaud asegura que quedó muy sorprendido por el nivel de educación de Jean. "Es muy inteligente y culto. Recuerda todo lo que lee u oye en la radio. También va a exposiciones y conferencias. Sin embargo, Jean evita todo contacto con otras personas. Él dice que no lo va buscando activamente, pero que tampoco ha llegado al extremo de vivir en un estado 'totalmente salvaje'. Intenté ayudarlo, pero mis iniciativas no funcionaron. Pasábamos muchas horas hablando sobre historia, actualidad o noticias".
Una vez al año, por razones de salud y seguridad, los servicios municipales envían una empresa de limpieza a su casa, un servicio que Jean debe pagar de su propio bolsillo. "Cuando eso ocurre, Jean intenta conservar sus posesiones más preciadas y pone tantos libros y diarios como puede sobre el techo de los coches. Durante esos dos días de intervención municipal, los equipos de limpieza sacan todo lo que Jean ha ido recolectando de la basura. Para él es un momento muy duro. El ambiente es tenso. Es una carrera contra el tiempo. Por mucho que intente conservar sus cosas, no puede hacer nada contra cuatro personas que han venido a vaciar su casa".
"Por otro lado, el día después de que el equipo de limpieza se haya ido, Jean vuelve a la ciudad con el mismo objetivo en su cabeza: recoger comida, periódicos y otras bagatelas y llevárselo todo a casa. En el futuro espera no tener que seguir recogiendo cosas y asegura que, cuando se jubile, se comprará todo lo que le apetezca".
Publicado originalmente en VICE.com