La Dirección General de Contrainteligencia Militar es un sitio de fuertes contrastes. El detenido que apenas recibe la visita de pocos minutos de su familia contrasta con el que paga altas sumas para la visita conyugal con su pareja o la prepago que alquila; para ello fue acondicionado “El Ascensor” que anteriormente sirvió para torturar a presos políticos y hoy es el lugar destinado para el sexo de los presos que pueden pagar altas sumas. Desde hace semanas se agudizó la tortura en la DGCIM que tiene dos autoridades: Mauro Alexis Bracho Suárez del Ministerio Penitenciario y el Teniente Coronel Marlon Iván Salas Rivas por DGCIM; los custodios son del Ministerio pero la función con los presos es compartida con el organismo de Inteligencia Militar.
Las diferencias no están solo en el acceso a las relaciones sexuales. Las mujeres de los detenidos varían entre llegar con una cartera de lujo y zapatos de piel, mientras otras cargan los bolsos de tela o plástico con alimentos y agua. Están los presos que apenas reciben una llamada de pocos minutos a la semana, pero otros tienen celulares y equipos con películas pagas. El preso que se alimenta con lo que le llevan o le dan en DGCIM, a diferencia del que recibe platos a la carta de restaurantes. El que no recibe atención médica y el que es enviado al Hospital Militar donde goza de ciertos privilegios.
Las revisiones en DGCIM son vejatorias, llegando incluso obligan a algunas mujeres a quitarse la ropa interior, revisarles los senos y las partes íntimas, les meten los dedos entre el cabello buscando si hay objetos pegados al cuero cabelludo. “No les importa si es una jovencita o una anciana. Buscan degradar, humillar, hacer más duro esta cruz que llevamos. Es gente asquerosa que pertende quebrar a los familiares de quienes están presos y sin derechos en la DGCIM”, le dice a Infobae la familia de uno de los detenidos en los sótanos.
En la minisalita que cubre “El Ascensor”, donde antes tenían a presos hacinados, fue remodelada y quedó un espacio vacío; a la izquierda hay una sala de baño, en la que colocaron una cama, que es usada por la pareja que entra para la visita conyugal. “Se paga mucho para poder tener sexo, pero encima de que es un lugar pequeñito, el colchón está tan usado que se le sale un resorte. Se lo hemos dicho pero no han querido cambiar el colchón”, le dice a Infobae una indignada mujer.
El civil y el militar
Bracho y Salas descubrieron que las visitas conyugales son un negocio. “Las mantienen de muy bajo perfil”, dice un funcionario a Infobae. “Aquí hay algunos con mucho dinero por corrupción o por chanchullos y esos son los que pueden pagar las visitas a El Ascensor, el centro de tortura acondicionado para las visitas conyugales”, por lo que un sitio del horror es ahora el nido de amor de privilegiados.
Mauro Alexis Bracho Suarez, en el trabajo de presentación, de pocos minutos, para aspirar al doctorado en ecología del desarrollo humano, despliega la Constitución, la Ley, el respeto a los derechos humanos y el deber ser del trato y condiciones a un detenido. Pero lo que ha venido aplicando en la DGCIM, como representante del Ministerio Penitenciario, es todo lo contrario.
Bracho Suárez es un hombre de absoluta confianza y cercanía con la ex ministra penitenciaria y actual diputada, María Iris Varela Rangel, quien en realidad sigue manejando dicho Ministerio a través de la Abog. Mirelys Zulay Contreras Moreno.
El Teniente coronel Marlon Iván Salas Rivas, el Nr. 66 de la Promoción 2004 “General de Brigada José Leandro Palacios”, es el segundo jefe de Investigación en los sótanos de Dgcim Boleíta, es el mismo que en el 2019 le dijo a un conductor de CNN, que día después fue detenido: “tú eres uno de mi lista. Después que me mandaste la Ley de Amnistía, pasaste para esa lista gordo meregote. La v… la vamos a hacer al revés, primero vamos a eliminar las ratas en la frontera y después los vamos a buscar en las ciudades… Primero vamos por los traidores y después por sus cómplices… No los vamos a dejar, pedazos de ratas”, se oye decir a Salas.
Dinero o no hay derechos
Entre los privilegiados de Dgcim están aquellos con mucho dinero, casi siempre funcionarios de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y otros civiles. La situación para los no privilegiados se puso peor desde hace unas semanas. La única visita de los sábados para Los Privilegiados duraba todo el día; a los que no pueden pagar solo se les permite dos horas Cuando un grupo de presos políticos le reclamó a Marlon Bracho esa situación de los que pagaban en detrimento de los otros, la venganza de Bracho y Salas ha sido brutal.
Las llamadas se han reducido a solo una por semana y por unos minutos. “Esa gente en los sótanos lo que respira es monóxido de carbono, porque son sótanos que sirven de estacionamiento de vehículos y motos de la institución. No sé por qué pero un buen día dieron la orden que ya no salieran al patio. También cuesta mucho tener teléfono y solo está permitido a quienes pagan altas cifras por eso”, revela a Infobae un funcionario de DGCIM.
Familiares de los detenidos han denunciado que no existen traslados a centros médicos, mientras que en el Hospimil le dicen a los pacientes que deben comprar desde la gasa hasta las radiografías.
En la visita no permiten que el familiar de un preso político se comunique con otro, ni siquiera que una familia salude a otra, porque si por educación se le ocurre saludar a un preso o a un familiar de otro, es sometido a un interrogatorio.
Solo permiten los libros que las autoridades conocen, que no son muchos ni muy profundos. Las misas de los domingos para los presos políticos fueron eliminadas. Los familiares deben llevar las sillas y mesa a la visita.
“Las llamadas telefónicas que se le permiten a los presos son grabadas y siempre debe haber un custodio presente. Está vetada la entrada de los representantes de ONU, Iglesia y Cruz Roja Internacional. Hay que tomar las fotos de los presos limpiando o cuando la visita de la Ministra Penitenciaria; un preso que se niegue a ser fotografiado es severamente castigado. Las ventanitas de la puerta Bachelet en la Casa de los Sueños es cerrada y así queda incomunicado el preso con compañeros de otras celdas”, dice el custodio que habló con Infobae.
Coincide en señalar que siguen en funcionamiento los cuartos de castigo, en las celdas 4 y 11, además de El Tigrito.
Bracho y Hospimil
Entre los hombres con más privilegios pagados en DGCIM está el general Alejandro Pérez Gámez, detenido por el caso de los drones en el atentado contra Nicolás Maduro, era el habilitado del General en Jefe Vladimir Padrino López para dotar a las Fuerzas Armadas de uniformes, armamento, otros. Y el ingeniero Pedro José León Rodríguez, ex presidente de Ferrominera del Orinoco, quien logró que los trasladaran al Hospital Militar como un salvoconducto. Ambos hombres poderosos económicamente pueden pagar por acceso a comodidad.
“Mandarse a hospitalizar con una patología inventada por Bracho y autorización médica de Boleíta y Hospimil, tiene un costo muy alto, porque ahí tienes visitas, incluso privadas, teléfono, hasta whisky. Hay un general Morales Guitian a quien Bracho envió al Hospimil dizque por un dolor de rodilla, después lo pasaron para una clínica privada donde estuvo varios meses y ahora goza de casa por cárcel. Todo eso cuesta mucho dinero, así se montó lo de Pedro León y el general Pérez Gámez”, dice a Infobae un custodio del Ministerio Penitenciario.
“El general Pérez Gámez, el ex petrolero Pedro León y otros de Pdvsa tienen más de un año recluidos en el Hospital Militar de Caracas, pero a presos que están con graves problemas de salud nunca los llevan; eso es porque los que pagan los envían al Hospital, porque ahí es más cómodo estar, pero cuesta mucho dinero”.
“Hay un sargento, acusado de robo de sables de cadetes en la Efofac, quien recibe comida a la carta, visita de socios y consigue salvoconductos para que lo envíen al Hospimil”, finaliza diciendo el custodio.
En DGCIM, en la Casa de Los Sueños, está el médico gastroenterólogo Fidel Darío Ramírez Carreño, hermano del ex presidente de PDVSA, Rafael Darío Ramírez Carreño y primo de Diego Antonio Salazar Carreño. Dieguito, como le dice RR, está preso en el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), donde ocupa una celda que acondicionó especialmente con ciertos lujos; tanto Fidel como Diego, aunque en lugares distintos de reclusión, pueden hacer uso del largo brazo del dinero.
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