El 11 de abril de 2002 a Hugo Rafael Chávez Frías lo sacaron del poder. Si renunció o si lo obligaron a renunciar, aun es parte de la historia por contar. Si fue la orden del entonces Presidente de activar el Plan Ávila o una planificación previa de militares y civiles para sacarlo del poder, lo que causó el Golpe del 11A o vacío de poder, es un retazo sobre el cual no hay consenso. Lo cierto es que el jueves 11 desencadenó una serie de hechos que en pocas horas concentra, hasta la madrugada del 14 de abril, que Chávez perdiera el poder, Carmona lo tomara y Chávez volviera a la silla presidencial. Dos contralmirantes, figuras claves de esa fecha, narran en qué se equivocaron y qué repetirían.
Desde aquel 11A, Venezuela entró en una profunda inestabilidad política que se ha ido agravando con la gravísima crisis económica, destrucción de instituciones de educación y hospitales, debilitamiento brutal de la moneda, ocupación del territorio por grupos irregulares, pérdida de la soberanía con la presencia e injerencia de rusos, chinos, iraníes, entre otros.
Daniel Lino José Comisso Urdaneta es un Contralmirante, egresado de la Escuela Naval de Venezuela en el rango 16 de la promoción “Almirante José Prudencio Padilla” 1975, quien el 20 de mayo de 2002, al ser interpelado por la Comisión Especial de Política que investigó los hechos del 11 al 14 de abril de 2002, dijo: “En ninguna de las normas constitucionales citadas, ni en ninguna otra norma de la Constitución se establece como método o sistema para lograr los objetivos planteados, algún proceso revolucionario ni mucho menos llevar adelante alguna revolución, así como tampoco se establece la conformación de algún Estado revolucionario ni mucho menos un gobierno revolucionario o para la revolución”.
En esa sesión, realizada en el Palacio Federal Legislativo, después de citar varios artículos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en 1999, enfatizó: “No existe ordenamiento ninguno que pueda vincular, ni establecer una Fuerza Armada de o para la revolución, ni al servicio de proyecto revolucionario alguno, ni el servicio de gobierno revolucionario alguno ni mucho menos comprometer las armas de la República en la defensa de proceso o proyecto revolucionario alguno, ya que cualquiera de estas acciones sería rotundamente inconstitucional e ilegal”.
En conversación con Infobae, Comisso expresa que “tomando en cuenta lo que hemos podido conocer, en 20 años, no es fácil responder concretamente y tan de repente”. Asegura que, si estuviera otra vez ante esos sucesos, “no confiaría más de lo debido en varios de los políticos y militares, que estando en las coordinaciones previas al 11 A, traicionaron todo el proceso”.
Agrega que se refiere “a quienes apoyaron la acción, pero cuando tiburón 1 (Hugo Chávez) renunció, comenzaron a traicionar el proceso porque, en realidad, nunca pensaron que eso sucedería y además nunca estuvieron de acuerdo con que Fedecámaras y la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela) asumieran el protagonismo, opacando a los partidos políticos y a sus jefes. Igualmente, habría sido más cuidadoso en no permitir la rotura del binomio Carmona-Ortega, que a la postre, en mi opinión, debilitó lo que se había o se estaba por lograr”.
Comisso está convencido de que repetiría “todas las coordinaciones que hice con los pocos oficiales almirantes y menos Capitanes de Navío, para garantizar que, sobre todo la Infantería de Marina y la Policía Naval no cumplieran con la ejecución del Plan Ávila, el cual les fue ordenado”.
Ante la pregunta de si llegó a imaginar, hace 20 años, que la realidad del país sería la que hoy vive Venezuela, expresa: “Le debo confesar que sí. Siempre: desde el 4F, desde antes de las elecciones de 1998, durante mi actuación en el Plan República en Puerto Cabello (estado Carabobo), en el juramento írrito de tiburón1 (Hugo Chávez), en sus primeras órdenes a los comandantes de guarnición en contra de los gobernadores que no se plegaran al proceso, así como en las órdenes de tiburón 1 totalmente favorables a la actuación tanto de la guerrilla colombiana, como de la penetración cubana, china y rusa”.
“Siempre tuve la certeza de que Venezuela había caído en manos de lo que podríamos llamar unos verdaderos ‘antipatria’, sin escrúpulos ni límites en cuanto al cumplimiento del orden constitucional y el respeto a las instituciones, que la llevarían al desastre total”, asegura el contralmirante Comisso Urdaneta.
El toque de queda
El contralmirante Carlos Molina Tamayo, quien fungió como jefe de la Casa Militar durante el breve gobierno del doctor Pedro Carmona Estanga, le dice a Infobae que, a 20 años de lo sucedido en el 2002, no se arrepiente de nada. “Inclusive desde que me presenté pidiendo la renuncia a Chávez, el 18 de febrero, y luego me quitaron el uniforme injustamente, pasé a luchar del lado de la sociedad civil. Todo el trabajo que hicimos para llegar hasta la marcha del 11 de abril (11A) fue un trabajo, sin agenda oculta, por la democracia venezolana; pero sí me arrepiento de no haber hecho otras cosas”.
Entre ellas califica el de que debieron ser “más estrictos a la renuncia de Chávez, en el sentido de hacer un toque de queda general en toda Venezuela”, es una de las medidas que considera debió haberse tomado. “Coordinar más con el Poder Judicial para dejar a Chávez detenido por los tribunales civiles y no por los tribunales militares o bajo custodia en la Policía Militar”.
Aunque no lo llama propiamente error, el contralmirante, a 20 años de aquel suceso, dice que hoy no permitiría “la entrada a tanta gente a Miraflores hasta que se consolidara el Gobierno transitorio del doctor Carmona”.
No se confiaría mucho “en el hecho de que el dictador Chávez hubiese firmado la renuncia y Lucas Rincón (Inspector General de la Fuerza Armada) hubiese dicho que renunció; todo eso al final no sirvió para nada, hasta los momentos, porque cuando regresemos a la democracia a toda esa gente hay que jugarla y se buscará en el rincón del planeta que estén, especialmente a Lucas Rincón y a todos los secuaces que ayudaron a que Chávez retornara después que había renunciado”.
“En fin, no me arrepiento de lo que hice, porque lo hice por la democracia venezolana y por la sociedad civil, pero si hubiera sí, hubiese hecho más. Probablemente por los vínculos con la democracia, que tenemos desde que crecimos, no pensamos en actuar de una forma más dura, por decir así, como un toque de queda general”.
Asegura Molina Tamayo que “yo repetiría exactamente, con la misma precisión, mi pronunciamiento en contra del régimen de Hugo Chávez para el momento, así como mi lucha a favor de la sociedad civil y reuniones con diferentes grupos, tanto político como sectores de la sociedad civil, que efectuamos a fin de llevar a cabo lo que culminó en la marcha del 11 de Abril”.
Destaca que él estuvo al frente de la multitudinaria marcha de aquel 11A, “donde había solo sociedad civil. Frente a la marcha no estaba ningún político ni ningún otro militar; estaba yo solamente dirigiendo la marcha y tomando precauciones en caso del peligro que nos encontráramos. Hay gente que me ha agradecido que la llegue a liderizar en esa marcha y a tomar prevenciones, pero, con eso y todo, lamento mucho los 19 muertos de la sociedad civil y los varios heridos que produjo la salvajada y los crímenes de lesa humanidad del régimen de Hugo Chávez”.
“También repetiría el sacrificio de mi carrera por la democracia venezolana. El 18/02/2002, cuando me presenté pidiendo la renuncia de Hugo Chávez, yo había sido nombrado embajador de Venezuela en Grecia, un cargo muy cómodo y por supuesto muy placentero. Fue un sacrificio que me costó y también me ha costado el exilio, la persecución de todos los familiares y amigos que han estado conmigo durante todos estos años”.
Agrega que eso no ha cesado, que aun “la agresión de régimen contra mi persona, mis familiares y mis amigos, se sigue dando hasta estos momentos”, pero insiste en que repetiría la misma lucha por la democracia venezolana. Es un convencido de que “algún día podré regresar a Venezuela, decirle a mis hijos y a mis nietos que la lucha por la democracia venezolana dio sus frutos”.
“Nadie, nadie se imaginaría que Venezuela llegase al estado en que llegó hoy en día” y dice que, si le pidieran a los matemáticos más brillantes del mundo que hicieran el modelo matemático de cómo destruir a Venezuela, como se ha hecho en estos 20 años, esos matemáticos fracasarían. “Lo que está ocurriendo en Venezuela, está más allá de la ciencia. Cómo un país tan rico y con gente sociedad civil tan noble, pudo haber llegado a los niveles de destrucción que tenemos ahora; un país sin guerra ya con 6 millones de venezolanos en el exterior, de los cuáles hay muchos talentos que no regresarán a Venezuela”.
“Era inimaginable lo que ha hecho Chávez y Maduro en la destrucción de Venezuela, su democracia y su sociedad civil, porque inclusive estamos por debajo de Cuba en muchos factores sociales”, finaliza diciendo el contralmirante Molina Tamayo.
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