“Cada día se asienta la guerrilla más en mi pueblo, ya no sólo en las aldeas, sin ningún tipo de pudor andan armados en motos por el casco del pueblo de Seboruco, en las aldeas Guainía, Santa Clara y Los Ríos. Se mete a las casas y hasta hace que le preparen comida para todo el grupo”, es el relato desesperado que le hace a Infobae un grupo de productores territorio adentro del Táchira, un estado fronterizo con Colombia, mientras otros relatan lo que están viviendo con las FBL/FPLN en Apure.
En julio del 2020 el Ejército de Liberación Nacional (ELN) llegó a las aldeas más lejanas del Táchira, que eran reconocidas por la agricultura y la música, pero la guerrilla llegó de la mano de algunos dirigentes de las estructuras locales de poder del chavismo, empezó a patrullar las calles armados y a reunirse con los aldeanos a quienes les dejaron muy claro que la autoridad era ellos.
Más de un año después actúan con total propiedad e impunidad. En las aldeas es normal que el campesino se levante con el cantar de los gallos para la jornada diaria y se acuesten al atardecer. Los habitantes de los pueblos son distintos, sobre todo si son jóvenes. Los fines de semana es cuando los productores, con mayor frecuencia, bajan a los pueblos. “Me impresionó cómo controlan a Seboruco”, le dice a Infobae un agricultor que bajó a la capital del municipio a vender algo de su producción y a comprar víveres para llevar a su finca.
“El sábado 11 de septiembre de 2021, poco después de las 10 y media de la noche, un grupo de esos hombres armados en moto, los del ELN, paseaban por el casco del pueblo. Ordenaban a quienes se encontraban en la calle que se retiraran a sus casas. El domingo pasó exactamente lo mismo; seis hombres y tres mujeres encapuchados, con armas largas, intimidando a la población”.
Una mujer del pueblo también le confirma a Infobae lo sucedido. “Si, eso pasa con frecuencia. Y es cierto, el sábado les llegaron a unos que estaban hasta tarde. A Fernando, a Alejandro y a otros que estaban en la plaza los amenazaron, los obligaron a entregarles los teléfonos y a quitarles las claves, los revisaron porque sospechan que estaban vendiendo droga. Les dijeron: ‘Aquí lo únicos encargados de la distribución y venta de la pucha (droga) somos nosotros’. Han sembrado miedo y tienen un toque de queda en el pueblo”.
Narra que preguntó sorprendido a otros productores. “Ellos me dicen que lo han denunciado, muchos lo han hecho, ante las autoridades municipales y ante el comando de la Guardia Nacional en la población de La Grita, pero no hacen nada”.
¿La Policía? “Esos no pueden hacer algo, porque son sólo 6 funcionarios para todo el municipio y se han limitado a matraquear a los productores cuando pasamos por dos alcabalas que mantienen en Las Vegas saliendo hacia La Fría y en la capilla del Cristo de La Laja vía a La Grita”.
La ley soy yo
Pero si lo que ocurre en Táchira con el ELN es aterrador, no lo es menos con las Fuerzas Bolivarianas de Liberación Nacional ahora llamadas Fuerzas Patrióticas de Liberación Nacional (FBL/FPLN), quienes tienen un lugar llamado Dubai donde mantienen secuestrados y someten a trabajos forzados a personas que capturan “por portarse mal”.
El sábado 11 de septiembre de ese campamento de “los boliches”, como la gente de la zona llama a los integrantes de las FBL/FPLN, se escaparon cinco jóvenes de Guasdualito, capital del municipio Páez, estado Apure. Ellos habían sido secuestrados por esta guerrilla venezolana porque habían sido contactados por otra persona para robarse unos caballos de diversos dueños.
Las FBL, que ejerce como policía, fiscal y juez, los secuestró y los puso a hacer trabajos forzados y los castigaba; la tabla del comandante Arturo tiene nombre, apocalipsis, y la tabla de Ayender la llama “game hover”. También unos muchachos, que robaron a una ancianita discapacitada en el pueblo y otros ladronzuelos también fueron a parar al campamento. Unos integrantes de las FBL que se negaron a votar por Chema en las elecciones internas completan el grupo de los enviados a los campamentos.
El campamento Dubai está ubicado a un kilómetro y medio de la Plaza Bolívar, al mando de alias Arturo de las FBL, compañero de alias Ernesto y alias Julián. Vicente Alvarado, uno de los cinco jóvenes que huyeron, habría muerto al caer al río, mientras que los cuatro restantes sí lograron huir. Otro que está desaparecido es Ramón García. “En el campamento aún quedan cinco o seis”.
En el barrio La Manga del Río las FBL/FPLN se reúnen con frecuencia y otras veces van a divertirse, pero al otro lado del río Sarare están los campamentos, las zonas de castigo y está la finca Dubai, que usan para los trabajos forzados. “Ahí hay gente de Santa Bárbara de Barinas, Mono Rojo, también de El Remolino cerca de Guasdualito y del pueblo”.
Los cinco muchachos que se fugaron se habían percatado de las debilidades en la custodia, estudiaron la rutina, se dieron cuenta que a la orilla del río hay unos 20 hombres armados y a 30 minutos está el campamento Dubai, donde tienen a varios de los secuestrados.
Cuando hacen reuniones con la gente que extorsionan, los que venden carne, los pescadores, los que venden en la calle, entre otros, llevaban a los muchachos al monte donde los amarraban mientras pasan las reuniones.
Fueron seis los que planificaron huir, pero solo pudieron hacerlo cinco. Ellos se lanzaron al río frente al barrio Gamero y fueron a salir al barrio Morrones. Al que no pudo huir la guerrilla lo liberó, después de darle una paliza; lo amenazaron con matarlo si hablaba con alguien de lo sucedido, si se conectaba a Internet o WhatsApp y si salía de su casa.
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