Maduro y Rusia hacen peligrar el diálogo en México por temor a Alex Saab

El dictador chavista y Moscú tensaron al máximo la negociación con la oposición venezolana. El inminente traslado del colombiano a los Estados Unidos es la principal preocupación del Palacio de Miraflores

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Una mujer camina frente a un mural del empresario colombiano Alex Saab en Caracas. El presunto testaferro de Nicolás Maduro está detenido en Cabo Verde y será extraditado a los Estados Unidos (Reuters)
Una mujer camina frente a un mural del empresario colombiano Alex Saab en Caracas. El presunto testaferro de Nicolás Maduro está detenido en Cabo Verde y será extraditado a los Estados Unidos (Reuters)

Cuando el pasado 8 de septiembre el Tribunal Constitucional de Cabo Verde autorizó la extradición de Alex Nain Saab Morán -la caja de Pandora del chavismo- el Palacio de Miraflores tembló. Era la última instancia que separaba al mágicamente próspero empresario colombiano -que presta sus servicios y su nombre a Nicolás Maduro- de la extradición. Es el hombre al que más intentó proteger el régimen para impedir que su escala definitiva en los Estados Unidos se convierta en una declaración explosiva y definitiva sobre los túneles más oscuros del chavismo.

Tanto conmovió a la jerarquía la detención de Saab en la isla africana el 12 de junio de 2020 que como si fuera uno de aquellos santos súbitos del cristianismo que son elevados a los altares celestiales de manera automática, recibió ciudadanía, pasaporte y carnet de diplomático venezolano instantáneamente. Caracas obra milagros cuando está desesperado. Ironías del presente: mientras más de seis millones de venezolanos emprendieron una diáspora dolorosa por el mundo, Maduro sólo estaba preocupado por un flamante connacional, el más valioso de los inmigrantes, aislado en medio del Atlántico.

En los últimos días, Miraflores intentó por todos los medios frenar al avión que llevaría al proveedor y “funcionario” estatal -como lo reconociera el fiscal general de Venezuela en entrevista con Infobae- hasta Florida colocando al colombiano frente a fiscales norteamericanos. A tal punto crece la tensión que las conversaciones en México podrían naufragar. Así están exponiéndolo en las pasadas horas tanto el chavismo como su principal interlocutor, vocero y socio en la mesa de diálogo, Rusia.

Fue Moscú -cinco días atrás- el primero que advirtió sobre la extradición del presunto testaferro a los Estados Unidos. Lo hizo mediante un comunicado firmado por uno de sus portavoces, Maria Zajarova. En él aseguran que la decisión del Tribunal Constitucional de Cabo Verde constituye una “amenaza al diálogo” en México. Días después, en una extraña parábola, señalaron que no querían condicionar las negociaciones.

Consideramos que el enjuiciamiento penal de A. Saab, quien tiene estatus diplomático y realizó una misión humanitaria, tiene motivaciones políticas”, explicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Vladimir Putin. Una clara y explícita presión no sólo a Cabo Verde, sino a quienes se sientan en la mesa mexicana.

Se cree que la familia de Saab, el empresario Pandora, está radicada en Rusia. ¿Por qué tiene tanto interés el Kremlin en que no pise suelo norteamericano? ¿Qué teme que se conozca? Quizás se corra el velo cuando finalmente aterrice en Florida.

También el abogado de Saab, el ex juez español Baltazar Garzón compartió la misma línea de pensamiento que la diplomacia rusa. La decisión judicial sobre la extradición, dijo, “puede incidir negativamente” en México. Es encomiable cómo el magistrado multiplica sus horas de trabajo para defender al chavismo.

La siguiente maniobra desesperada de Miraflores ocurrió este martes. Fue cuando sorpresivamente quisieron sumar al hombre de negocios recluido en la isla africana a las negociaciones con la oposición venezolana. Lo anunció Jorge Rodríguez, el más importante delegado chavista en Ciudad de México. Argumenta lo mismo que los abogados de Saab: que es un diplomático. Propondrá a Noruega, Rusia y a los Países Bajos el nuevo nombre. La maniobra es la misma que hicieran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando negociaba la paz con el gobierno de Juan Manuel Santos en 2012 y nombraron a Simón Trinidad como negociador en Cuba.

Los delegados de la oposición venezolano rechazaron de plano el embate.

Para más presión: cuando la noche se avecinaba en Caracas, el fiscal general del régimen anunció que se había abierto una investigación contra Juan Guaidó, presidente encargado y máxima figura de la oposición, por “traición a la patria. Tarek William Saab dijo que además la causa tiene relación con “usurpación de funciones, conspiración, hurto calificado de activos y asociación para delinquir”. Pocos delitos quedaron afuera del Código Penal Criminal de Venezuela.

La maniobra, de escalar hasta la detención del líder opositor, acabaría con las charlas mexicanas. Es que uno de los principales puntos que se debaten allí es justamente la liberación de todos los presos políticos, suma que alcanza los 261 de acuerdo a Foro Penal, una organización que denuncia las violaciones sistemáticas a los derechos humanos por parte de la dictadura de Maduro. ¿Se animará el chavismo a cruzar esa delgada línea roja que sería la detención de Guaidó ante los ojos del mundo?

La otra extradición que preocupa a Miraflores -aunque por ahora fue neutralizada- es la del Hugo “El Pollo” Carvajal. El ex jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar de Hugo Chávez y Maduro fue detenido en Madrid el pasado 10 de septiembre. El traslado del general está en un stand by gracias al favor de un tribunal español que frenó el proceso. Los jueces de esa instancia son particularmente polémicos. Los favores judiciales hechos a un militar acusado de ser uno de los popes del Cartel de los Soles intrigan no sólo en España, sino también en Estados Unidos. Quizás cuentan con la amistad de algún ex paladín de la justicia que recibe favores del chavismo.

Carvajal también es una amenaza para toda la jerarquía chavista si comenzara a hablar ante la DEA. Esa oficina antinarcóticos norteamericana es la que le puso precio a su cabeza y lo encontró en Madrid, escondido en un apartamento del que apenas salió durante dos años. Había cambiado su aspecto físico y su rostro para que no lo reconocieran, al mejor estilo Joaquín “El Chapo” Guzmán y otros célebres narcos.

Twitter: @TotiPI

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