El viernes 13 de agosto los representantes de la dictadura de Nicolás Maduro y la opositora Plataforma Unitaria de Venezuela firmaron un memorándum de entendimiento, en el marco de los diálogos de paz entre el régimen chavista y el gobierno interino de Juan Guaidó. Una de las grandes incertidumbres que había en ese entonces, y que se mantuvo hasta la última semana, fue la nómina completa que enviaría el chavismo para continuar el proceso de negociación. Desde un primer momento el dictador informó que Jorge y Héctor Rodríguez, y su hijo Nicolás Ernesto Maduro Guerra, formaban parte de la delegación, mientras que del lado de la oposición ya habían anunciado a sus nueve negociadores.
El misterio terminó el pasado viernes cuando la delegación chavista llegó a México para la segunda fase del diálogo. A la comitiva se sumaron los diputados por el Partidos Socialista Unidos de Venezuela (PSUV) Francisco Torrealba, Diva Guzmán y Génesis Garvett; los viceministros William Castillo, de Política Antibloqueo, y Rander Peña, para América Latina.
También se integraron las ministras Gabriela Jiménez, de Ciencia y Tecnología, y Margaud Godoy, de Mujer e Igualdad de Género, además de Larry Devoe, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos.
“Hemos recibido la instrucción del presidente Nicolás Maduro de que hagamos un énfasis en estas primeras horas de las conversaciones en devolver las garantías económicas que le han sido robadas a todo el pueblo de Venezuela”, declaró Jorge Rodríguez, jefe de la delegación, al canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).
Con este proceso, impulsado por Noruega y en el que México participa como sede, la oposición exige elecciones “libres” en los comicios regionales del próximo 21 de noviembre, mientras que el dictador Maduro pretende que se levanten las sanciones internacionales.
¿Quién es quién?
De los nuevos delegados chavistas, el de mayor peso políticos es Francisco Torrealba, quien actualmente se desempaña como diputado para la Asamblea Nacional (AN) que instaló la dictadura en 2020. También fue parlamentario de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada por Maduro en 2017 para quitarle poder a la AN elegida democráticamente en 2015, de mayoría opositora.
El actual jefe de la fracción parlamentaria del chavismo, también fue ministro del Poder Popular entre enero de 2017 y mediados de ese año. Ese nombramiento provocó una gran polémica sobre si abandonó su banca en el Parlamento, ya que la Constitución venezolana establece que la función de diputado debe ser ejercida de manera exclusiva.
Diva Guzmán, en tanto, también ejerció de viceministra para el Proceso Social del Trabajo y actualmente es miembro de la Comisión Nacional Electoral del PSUV.
Otra de las mujeres que está en suelo mexicano en representación de la dictadura de Maduro es la joven Génesis Garvett, quien inició su carrera política militando en los movimientos estudiantiles. Dos años atrás, en el marco de una actividad de la juventud del PSUV, se mostró leal a Chávez y Maduro: “Chávez por mucho tiempo elevó la conciencia del pueblo venezolano, pero esa conciencia debe seguir siendo alimentada para comprender verdaderamente la guerra que hay en contra del pueblo (…) Seguiremos respondiendo a nuestro presidente Maduro porque ha sido el mayor ejemplo de lucha y dignidad”.
El periodista William Castillo Bollé, uno de los que se ha mostrado más leal al dictador Maduro, fue designado en septiembre del año pasado como viceministerio para las “Políticas Antibloqueo”. Previo a ese cargo, se desempañaba como viceministro de Comunicación Internacional de la Cancillería.
Como ocurre con varios funcionarios en la estructura del régimen, el comunicador ejerció varios cargos en el chavismo. En 2005 asumió como director de información del Consejo Nacional Electoral (CNE), designado por Jorge Rodríguez, entonces presidente del organismo y con quien mantiene una relación de amistad desde sus inicios en política cuando ambos militaban en la Liga Socialista.
También fue vicepresidente del canal estatal Venezolana de Televisión, y luego presidente de TVES.
El abogado Larry Devoe Márquez, por su parte, es uno de los funcionarios chavistas que integra la larga lista de sancionados. En su caso, el secretario del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Venezuela se encuentra sancionado por Panamá.
La bióloga Gabriela Jiménez Ramírez se desempeña como ministra de Ciencia y Tecnología desde julio de 2019. Durante su presentación, el dictador Maduro le encomendó la misión “de avanzar en el desarrollo científico nacional”. Previamente Jiménez cumplía funciones como presidenta de la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt).
En enero de 2020, la vicepresidenta de la dictadura Delcy Rodríguez designó a la ministra como nueva presidenta de la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV); nombramiento que generó fuertes críticas por el hecho de poner al frente de una compañía de telecomunicaciones a una bióloga.
Rander Peña es otro joven funcionario que se inició en la juventud del PSUV, donde se desempeñó como comisionado de Relaciones Internacionales. Actualmente es el viceministro para América Latina. En esa función, en los últimos meses se centró en fortalecer lazos con los principales aliados del régimen bolivariano, como el caso de Bolivia. En julio pasado, viajó a La Paz para mantener una reunión con el ex presidente Evo Morales.
A pesar de sus llamados a un diálogo con la oposición y a una solución pacífica a la crisis venezolana, a su llegada a Ciudad de México compartió una foto en sus redes sociales en la que también aparece el hijo de Maduro, con la siguiente advertencia: “Seré breve: en México venceremos”.
La otra integrante de la delegación chavista en México es Margaud Godoy, recientemente designada como ministra para la Mujer y la Igualdad de Género. “Desde hoy asume con mucha responsabilidad la lucha por los derechos las mujeres en Venezuela. Somos una revolución eminentemente feminista”, manifestó el dictador Maduro en su presentación.
Originaria del estado Cojedes, Godoy se describe en sus redes sociales como una mujer “orgullosamente venezolana, militante del chavismo, soldada de Maduro y servidora al pueblo de Bolívar”.
Antes de esta nueva designación, estuvo al frente de la gobernación del estado Cojedes desde el 2016.
Más allá de estas nuevas caras que se sumaron al equipo de negociación de la dictadura, el peso real de la comitiva está centrado en las figuras de Jorge Rodríguez, Nicolás Ernesto Maduro Guerra y Héctor Rodríguez.
Jorge Rodríguez, el jefe de la delegación
Es tal su preponderancia en la estructura de la dictadura venezolana, que muchos lo consideran el verdadero cerebro del sistema. En diálogo con Infobae, Orlando Moreno, activista por los derechos humanos venezolano, lo definió como “la mente macabra” del régimen.
Junto a su hermana Delcy Rodríguez llegaron a formar parte del núcleo duro del régimen, conocido como “La cúpula”, responsable de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, torturas, y de la grave crisis humanitaria de Venezuela que provocó una emigración forzada de casi seis millones de venezolanos. En ese selecto grupo, por encima de ellos sólo están Maduro y su esposa Cilia Flores.
Como consecuencia de su profunda influencia en la dictadura venezolana, y su vital apoyo para que Maduro se mantenga en el poder a pesar de las constantes violaciones a los derechos humanos, Jorge Rodríguez está sancionado por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Canadá. El pasado mes de febrero, luego de que la UE ampliara la lista de chavistas sancionados, el “hermano” de Maduro, tal como lo define el dictador, redobló la apuesta y sostuvo que para el régimen “sería un honor” que el bloque continental sancione a los 277 diputados y diputadas que conforman la nueva Asamblea Nacional.
Por su parte, además del poder político que cosecharon, Jorge y Delcy Rodríguez durante los últimos años favorecieron contratos para empresarios por cientos de millones de dólares, y consolidaron estrechos vínculos con el extremismo islámico. Dos cuestiones que se suelen repetir en los centros de poder en el chavismo.
Nicolasito, el posible heredero de Maduro
A sus 31 años, el único hijo del dictador ocupa una banca en la ilegítima Asamblea Nacional chavista instalada por el régimen tras las fraudulentas elecciones parlamentarias del año pasado. Anteriormente también se desempeñó como diputado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Aunque su gran pasión siempre fue la música, Maduro Guerra comenzó el activismo político desde sus tiempos de estudiante, cuando llegó a formar parte de un movimiento juvenil en la UNEFA. Luego de tres años como constituyente, fue postulado en septiembre de 2020 por el PSUV para integrar la lista de candidatos a la Asamblea Nacional por el estado La Guaira. Según reconoció él mismo, fue su padre quien lo llamó para que se postulara. Pero su gran irrupción en la arena política fue en 2018, cuando asumió la vicepresidencia del movimiento juvenil del PSUV en Caracas y La Guaira, maniobra que tuvo como principal objetivo empezar a quitarle poder e influencia a Héctor Rodríguez, otro de los negociadores del chavismo en México y uno de los que más se perfilaba a ser el posible sucesor del dictador.
En junio de 2019 Estados Unidos aumentó la presión contra Maduro sancionando a su hijo. El Departamento del Tesoro lo acusa de participar en “programas de propaganda y censura”, de “beneficiarse de las minas venezolanas junto con Maduro y su esposa [Cilia Flores, que no es la madre del sancionado]” y de “presionar a los militares para evitar que la ayuda humanitaria entre en Venezuela”.
Héctor Rodríguez, el gobernador que perdió terreno
Pese a su rápido ascenso en la estructura de la dictadura venezolana, el joven dirigente de 39 años perdió terreno en el último tiempo frente a la figura de Nicolasito, con quien hoy comparte la delegación que negocia con la oposición en México.
Desde su llegada al Palacio de Miraflores en 2013, Maduro, quien siempre mantuvo una fuerte interna con Diosdado Cabello, aseguraba en su círculo cercano que Héctor Rodríguez era el dirigente a impulsar para una futura sucesión. Llegó a presentarlo como un hombre clave en las pasadas negociaciones con la oposición, al punto de formar parte de las delegaciones chavistas en Noruega y Barbados.
Pese a las divisiones y fracturas en el seno del régimen, Rodríguez es bien visto en prácticamente todos los sectores del chavismo. Ese aval le permitió concentrar mucho poder desde el más absoluto hermetismo. Es que, a diferencia de gran parte de la cúpula chavista y de los funcionarios de alto rango del régimen, desde sus inicios ha tratado de mantenerse alejado de la opinión pública, alejado de los escándalos, y mostrando una “imagen de negociador y de perfil familiar”. Incluso en sus campañas dejó de lado ciertos símbolos característicos del chavismo para exhibirse como una figura más renovadora frente al ala más dura del oficialismo.
Aunque pretenda cuidar su imagen, hay ciertas conductas y manejos que van en sintonía con la lógica chavista, y dan cuenta de su gran ambición dentro de la estructura de la dictadura. Su llegada a la gobernación de Miranda en 2017 se dio en medio de denuncias de fraude. Asimismo, durante su gestión ha sido señalado por casos de corrupción vinculados a la monopolización de la producción de cacao.
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