El pasado 19 de agosto Nicolás Maduro sorprendió al anunciar un importante cambio en la estructura de la dictadura venezolana. Jorge Arreaza, un férreo defensor del régimen chavista, dejó de ser el canciller, cargo que ahora ocupa Félix Plasencia, un diplomático de carrera de estrecho vínculo con los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez.
El cambio no sólo sorprendió por el peso que adquirió en los últimos años el ahora ministro de Industrias y Producción, sino además porque se da en medio de las negociaciones entre el chavismo y la oposición en México. Lo que refleja esta maniobra es la creciente influencia de la actual vicepresidenta de la dictadura, y del presidente de la Asamblea Nacional chavista.
Pese a su larga trayectoria de más de 20 años en la diplomacia venezolana, este ciudadano venezolano-español, cuyos padres nacieron en Tenerife, no estaba en la primera plana del chavismo. Si bien siempre se mostró leal a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Plascencia, licenciado en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y experto en negociación internacional y diplomacia, desarrolló su carrera con bajo perfil. Quienes lo conocen lo califican de “discreto” y de personalidad “seria”.
“Es un funcionario de carrera diplomática, que entró por concurso, cuando todavía había concursos en la etapa democrática, con excelentes calificaciones. Durante ese periodo cumplió funciones como tercer secretario, y primero y segundo… Hizo su carrera de una manera profesional”, comentó en diálogo con Infobae Milos Alcalay, ex Ministro de Relaciones Exteriores y representante permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas.
Pero aclaró: “Al ser canciller ya no es un funcionario de carrera, es una decisión política. Creo que hay que dejarle el beneficio de la duda, esperar un tiempo, porque tenemos que ver si va a seguir actuando como profesional, cosa que en un régimen como el de Maduro es difícil, en el sentido de cumplir los alcances de la carrera diplomática, o si por el contrario va a asumir un papel más político”.
“Por supuesto que al ser canciller va a seguir las directrices de su gobierno, pero también va a depender de su enfoque. Hemos tenido en el pasado embajadores de carrera que lamentablemente optaron por la vía política más que la diplomática”, agregó Alcalay.
Consideró, además, que la mejor contribución que puede hacer Plasencia al dictador Maduro es apartarse de la línea que venía siguiendo el ex canciller Jorge Arreaza, quien dirigió las relaciones exteriores del régimen “con una personalidad de confrontación e insultos”. Sin embargo, reconoció que su margen de gestión “va a depender de las libertades que le dé Maduro”.
“Creo que como buen profesional tiene las herramientas para poder, no solamente hablar con China y Rusia, sino también con la Unión Europea y América Latina. La contribución que pueda darle al régimen de Maduro va a depender que le den cartas blancas para poder ejercer profesionalmente y no como era hasta ahora una especie de diplomacia de confrontación, de insultos… Si esa fuera la opción, vamos a tener de nuevo más de lo mismo”, indicó el diplomático venezolano.
Sobre el inesperado cambio en la cancillería, opinó: “La lectura es que es un rechazo a la gestión de Arreaza. Mientras algunos han pasado de canciller a vicepresidente, como el caso de Delcy Rodríguez, a él lo designaron ministro de Industria. Es decir, retrocede. Creo que no logró lo que esperaba Maduro de él. Ni siquiera fue enviado a una embajada”.
Ascenso de la mano de los hermanos Rodríguez
Desde la llegada del chavismo en 1999, Plasencia ejerció diversos cargos en la estructura del régimen, aunque previamente ya formaba parte del cuerpo diplomático venezolano desde el año 1991.
Tras terminar una maestría en Estudios Europeos en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, y un postgrado en Estudios Diplomáticos en el New College de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, se convirtió en un diplomático de carrera.
Pero su ascenso en la cúpula de la dictadura venezolana se dio gracias a sus conexiones con los hermanos Rodríguez, con quienes le une una gran amistad. Vínculo que nació después de conocer a Delcy en la embajada venezolana en Londres durante el segundo mandato (1994-1999) del fallecido ex presidente Rafael Caldera.
Ya con Maduro en el poder, el diplomático trabajó primero con Jorge Rodríguez en la Alcaldía del Municipio Libertador, en Caracas, y luego, cuando Delcy llegó a la cancillería (2014-2017), ejerció varios cargos: fue director de Protocolo, viceministro para Asia, Medio Oriente y Oceanía, viceministro para Temas Multilaterales, y hasta se desempeñó como viceministro de Relaciones Exteriores.
En marzo de 2019 fue uno de los funcionarios chavistas que se reunió con una delegación del Grupo Internacional de Contacto, liderado por la Unión Europea y países de América Latina. Ese año, en el que fue nombrado ministro de Turismo y Comercio Exterior, también fue uno de los representantes del régimen de Maduro que recibió a Michelle Bachelet, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, en el marco de su visita a Venezuela.
A mediados de 2019, el flamante canciller fue uno de los miembros del equipo negociador de la dictadura chavista en la iniciativa de diálogo en Barbados, que tuvo como mediador a Noruega.
Todos esos esfuerzos diplomáticos, no obstante, fueron infructuosos ya que nunca hubo ningún tipo de acuerdo entre el chavismo y la oposición, después de 14 rondas de diálogos.
En la opinión pública su nombre cobró mayor trascendencia durante su paso por la cartera de Turismo, cuando se vio involucrado en el escándalo conocido como “Delcygate”. En enero de 2020 Plasencia debía asistir a la Feria Internacional del Turismo (Fitur) en Madrid. En ese vuelo viajó con Delcy Rodríguez, quien está incluida en la “lista negra” de sanciones de la Unión Europea, por lo que tenía -y tiene- prohibida la entrada a los países miembros del bloque continental.
En el aeropuerto de Barajas mantuvo un encuentro con el entonces ministro de Transportes español, José Luis Ábalos. La polémica fue tal que en España se abrió un frente judicial que finalmente quedó archivado. Plasencia fue una pieza clave en las justificaciones de Ábalos, quien alegó en un principio que se había desplazado al aeropuerto atendiendo a la “relación personal” que mantiene con el ahora canciller de la dictadura venezolana. El ex ministro español negó haberse reunido con Delcy Rodríguez, pese a los reportes de la prensa local que en su momento detallaron que los tres funcionarios mantuvieron un encuentro privado de casi una hora a bordo del avión.
Luego de este escándalo el diplomático venezolano fue designado por Maduro como embajador en China, un puesto de relevancia al tratarse de uno de los principales socios geopolíticos de la dictadura chavista. Apenas un año después, llegó a lo más alto al ser nombrado como el nuevo canciller del régimen. A pocos días de haber asumido el cargo, dejó claro cuál será la prioridad de su gestión: afianzar los lazos del régimen con sus principales aliados como China, Turquía, Irán y Rusia.
Además, deberá gestionar las relaciones de una dictadura cada vez más aislada como consecuencia de las decenas de denuncias por violaciones a los derechos humanos. Señalamientos por los que los hermanos Rodríguez y otros 23 funcionarios del régimen fueron sancionados por la Unión Europea por considerarles “responsables de violaciones de Derechos Humanos” y por haber “socavado la democracia en Venezuela”. Sin embargo, desde que aumentaron esas medidas de Estados Unidos, Canadá y la UE, Maduro recibió un fuerte respaldo de sus socios geopolíticos para evadir las sanciones y exportar petróleo y vender oro. Plasencia, quien no está en la larga lista de sancionados, respalda sin fisuras al dictador.
Negociaciones en México
El nuevo canciller chavista tiene como primer gran reto las actuales negociaciones con la oposición en México. Consultado sobre si el cambio de ministro de Exteriores está vinculado a esa nueva ronda de diálogos, Alcalay respondió: “No creo. El negociador Jorge Rodríguez fue su jefe. Yo no lo veo a él en una línea dándole instrucciones al plenipotenciario. Dicho por Maduro, él tiene plenos poderes para hacer lo que quiera. Es absurdo, pero es así”.
El ex canciller venezolano sostuvo que solo el tiempo dirá si lo que busca el dictador es un cambio de enfoque en las relaciones, que se vea reflejado en las negociaciones: “Si lo que se pretende es buscar desde las negociaciones una relación más acorde, ahí sí. Pero no es solamente por las negociaciones, sino por el perfil de unas relaciones en las que cada vez el régimen de Maduro ha quedado más aislado”.
En el marco de las negociaciones, entre los puntos establecidos en el memorándum de entendimiento firmado entre las partes figura el levantamiento de las sanciones que pesan actualmente sobre la dictadura venezolana. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han expresado su voluntad de revisar esas medidas, aunque aclararon que cualquier gesto estará condicionado a que haya avances “significativos” en el proceso.
Hasta su último día en la cancillería, Arreaza, yerno del difundo ex presidente Hugo Chávez, siempre se mostró muy duro con la comunidad internacional y en particular con Estados Unidos, a quienes acusó de “chantajear” al régimen de Maduro estableciendo condiciones para el levantamiento de las sanciones.
Alcalay, quien respalda un proceso de negociación, cuestionó el memorándum firmado por las partes en México: “Las sanciones son por incumplimiento del gobierno, sino por sus relaciones con el terrorismo, con el narcotráfico, por la corrupción. Si cesa la corrupción y esas relaciones, las sanciones caen. Además, eso no depende de la oposición. Lo grave es decir que las sanciones han producido el colapso económico y social. Es verdad que afectan, pero el colapso venía de antes”.
“Como diplomático creo en una negociación y en los mecanismos de solución pacífica. Pero hay que ver qué tipo de negociación es la que se lleva. No hay un equilibrio de cumplimiento de las partes (…) Del lado de la oposición no se ha negociado bien. Primero, según lo firmado, es el gobierno de Maduro con la plataforma unitaria. Eso no es así. No es una plataforma unitaria que se ha creado, sino que tiene que ser de parte del presidente de la Asamblea de 2015, del presidente interino, algo así… Hay prácticamente un reconocimiento al régimen. En segundo lugar, señala que ambas partes defienden la democracia, los derechos humanos, el estado de derecho … Pero si tu tienes un juicio en la Corte Penal Internacional por violaciones a los derechos humanos, y tienes a la Alta Comisionada de la ONU que condena esas las violaciones, ¿cómo puede el negociador de la oposición decir que el gobierno cumple con los derechos humanos y la democracia? Es algo grave. Le están limpiando el rostro a un régimen al que 60 estados han rechazado”, añadió.
Según explicó, el camino en una negociación requiere “objetivos claros” y “transparencia”: “Hay un silencio de quiénes son los nueve negociadores del régimen. Sólo se sabe que están Jorge y Héctor Rodríguez, y el hijo de Maduro. ¿Quiénes son los otros seis? No hay transparencia”.
Ante este panorama, y teniendo en cuenta que ya hubo 14 rondas de diálogos que fracasaron, Alcalay afirmó que el proceso de negociación “empezó mal”, y advirtió: “Yo creo que están por darle la patada a la mesa. Tienen la firma que querían, lo publicaron en gaceta oficial y todo. Luego harán una ley del memorándum de entendimiento en la Asamblea Nacional”.
Mientras tanto, los principales representantes de la oposición, liderada por Juan Guaidó, no se han referido a la llegada de Plasencia a la cancillería, y a cómo puede afectar al proceso de México. “Podría ser una contribución positiva si es que hay voluntad de transición. Él tiene una capacidad muy constructiva de hacer vínculos y enlaces. El instrumental lo tiene. Todo va a depender de las instrucciones de Maduro. Por el momento no comenzó con los bombos y platillos de un canciller revolucionario, y confrontacional. Pero hay que esperar para ver cómo se desarrolla”, concluyó Alcalay.
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