Mientras la oposición liderada por Juan Guaidó busca una salida pacífica a la crisis venezolana a partir de una nueva ronda de diálogos que comenzó en México, los últimos movimientos realizados por Nicolás Maduro, lejos de mostrar voluntad alguna de dejar el poder, permiten presumir que su intención es sentar las bases de una dinastía comunista. Así como él fue elegido “a dedo” por el difunto ex presidente Hugo Chávez, su posible relevo -a largo plazo- empieza a asomar en la arena política venezolana. El elegido sería Nicolás Ernesto Maduro Guerra, su único hijo y uno de los integrantes de la delegación chavista que actualmente negocia con la oposición.
A sus 31 años, “Nicolasito”, como es conocido popularmente, ocupa una banca en la ilegítima Asamblea Nacional chavista instalada por el régimen tras las fraudulentas elecciones parlamentarias del año pasado. Anteriormente también se desempeñó como diputado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
En 2014, cuando apenas tenía 23 años, se creó un cargo para él como jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia de la República. Su trabajo era “vigilar” los recursos del Estado. Llegó a ser el principal investigador del caso Odebrecht en Venezuela. Pese a ser la segunda gran trama de corrupción -después de Brasil-, no sólo no se avanzó en las investigaciones, sino que además no hubo responsables.
Desde entonces comenzó a formar parte de los eventos más importantes del régimen. Ese mismo año fue nombrado coordinador del proyecto de la Escuela Nacional de Cine, pese a sus nulos conocimientos sobre la materia. Formado en Economía Social en la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Bolivariana (UNEFA), también fue incluido en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela entre 1998 y 2004.
Aunque su gran pasión siempre fue la música, incluso él se reconoce un “flautista”, Maduro Guerra comenzó el activismo político desde sus tiempos de estudiante, cuando llegó a formar parte de un movimiento juvenil en la UNEFA. Luego de tres años como constituyente, fue postulado en septiembre de 2020 por el PSUV para integrar la lista de candidatos a la Asamblea Nacional por el estado La Guaira. Según reconoció él mismo, fue su padre quien lo llamó para que se postulara. Pero su gran irrupción en la arena política fue en 2018, cuando asumió la vicepresidencia del movimiento juvenil del PSUV en Caracas y La Guaira, maniobra que tuvo como principal objetivo empezar a quitarle poder e influencia a Héctor Rodríguez, otro de los negociadores del chavismo en México y uno de los que más se perfilaba a ser el posible sucesor del dictador.
“Fue desplazando a Héctor jugando un papel activo dentro del Gobierno, comenzando a operar con viceministros y ministros. Hoy tiene cierto poder dentro del Gobierno, la mayoría de los viceministros jóvenes son de Nicolasito. Uno de los proyectos de Nicolás es que no sea Héctor el relevo del chavismo, sino que sea Nicolasito (…) Que él esté en la negociación con la oposición es porque representa un poder dentro del chavismo, no es tema de confianza. En Venezuela no representa nada, pero sí dentro del chavismo, y para Maduro su relevo”, comentó a Infobae, bajo condición de anonimato, un joven de la misma generación de Héctor Rodríguez durante su etapa en la Universidad Central de Venezuela y que actualmente hace política en el país.
Otra fuente que compartió encuentros de líderes juveniles con “Nicolasito” y también pidió no revelar su identidad por temor a represalias, sostuvo que “no es una persona muy brillante intelectualmente”: “Su escala dentro del chavismo es por su papá, no por mérito propio”. Recordó, además, que “imita mucho el liderazgo y la personalidad del papá”: “Es el bufón del salón; era el que aportaba menos cosas, pero era el de los chistes”.
A medida que fue creciendo su influencia política, también aumentaron sus aspiraciones personales: “Desde su círculo más cercano cuentan que al principio hablaba mucho del estado Vargas. Pero según les confió, ya no aspira a esa gobernación, porque siendo el hijo del presidente puede estar en mejores y más negocios, que gobernar no es un negocio tan lucrativo como él aspira”.
En su extensa lista de actividades dentro del régimen, también hizo de propagandista en “Maduro Guerra Live”, un ciclo de entrevistas a altos funcionarios de la dictadura que transmitía en vivo por Instagram y que era difundido por la televisión estatal.
El “Kim Jong-un tropical”
Como Comisionado Nacional de Formación Ideológica del PSUV a finales de julio de 2019 Maduro Guerra realizó un misterioso viaje a Corea del Norte para participar de un congreso de las juventudes comunistas. “La lucha del pueblo coreano es justa. Y más que eso, es humana. Y como tal, es nuestra también. Esta visita es histórica, porque nos permite aprender de ustedes, de su modelo de resistencia, de su modelo de sociedad. Un mundo más justo, más humano, sí es posible, lo vamos a construir juntos”, afirmó durante un encuentro con jóvenes del Partido del Trabajo de Corea del Norte en Pyongyang.
A raíz de esa experiencia fue considerado como el “Kim Jong-un tropical” y manifestó en reiteradas ocasiones su respaldo a una dinastía que lleva tres generaciones. Tampoco ocultó su intención de impulsar un modelo similar en Venezuela.
“En Corea del Norte estuvimos llevando a cabo una agenda de hermandad, de paz entre los pueblos. Una lucha justa por la soberanía e igualdad de los pueblos. Seguimos recorriendo caminos para afianzar los lazos de hermandad con el mundo, para consolidar un abrazo fraterno de los venezolanos para todas y todos aquellos que día a día trabajan por la construcción de un mundo más humano”, expresó en sus redes sociales luego del viaje.
Orlando Moreno, activista por los derechos humanos venezolano, dijo a Infobae que los estrechos lazos entre las dictaduras de Maduro y Kim Jong-un no responden a meras cuestiones ideológicas, también obedecen a intereses económicos y, por sobre todas las cosas, a colaborar mutuamente para evadir las sanciones internacionales. Principalmente, a través de la venta de minerales: “Más allá del petróleo, viven prácticamente de estas minerías ilegales para venderlos a países como Corea del Norte”.
Corrupción, contrabando y abuso de poder
Todos los consultados por este medio coinciden en una cuestión: además de ser el posible heredero y sucesor de Maduro, “Nicolasito” también representa una pieza fundamental en la estructura criminal del régimen: “Es parte del negocio familiar”.
Manuel Cristopher Figuera, ex jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), conoce como pocos la extensa red de corrupción del chavismo y los brutales métodos de represión y tortura. Desde su exilio en Estados Unidos, el general reveló que el hijo del dictador está al frente del saqueo del oro del Banco Central de Venezuela (BCV) y del manejo de compañías mineras. Según su relato, el esquema es sencillo, pero muy efectivo: el hijo del mandatario compra oro a bajo precio a los mineros del estado de Bolívar, a través de las mafias, y luego lo revende a sobreprecio al BCV.
Involucró, además, al abogado y empresario venezolano Santiago José Morón Hernández, a quien apuntó como testaferro de “Nicolasito”.
En junio de 2019 Estados Unidos aumentó la presión contra Maduro sancionando a su hijo. El Departamento del Tesoro lo acusa de participar en “programas de propaganda y censura”, de “beneficiarse de las minas venezolanas junto con Maduro y su esposa [Cilia Flores, que no es la madre del sancionado]” y de “presionar a los militares para evitar que la ayuda humanitaria entre en Venezuela”.
Un año después, las sanciones recayeron sobre Morón Hernández y su hermano Ricardo José Morón Hernández, a quienes Washington acusa de brindar apoyo a Nicolás Maduro Guerra en “actividades corruptas de miembros del régimen ilegítimo de su padre”. “Estados Unidos está comprometido a atacar a las personas que facilitan y habilitan este régimen corrupto mientras continúan ignorando el bienestar del pueblo venezolano… Santiago y Ricardo son incluidos por haber asistido, patrocinado o proporcionado materialmente apoyo financiero, material o tecnológico, bienes o servicios o apoyo a la corrupción pública por parte de altos funcionarios dentro del Gobierno de Venezuela”.
Según del Departamento del Tesoro, Maduro Guerra y los hermanos Morón Hernández “son figuras centrales en la industria del oro de Venezuela”.
Si bien “Nicolasito” pocas veces se dejó ver en compañía de los hermanos Morón, en ese entonces respondió a la imposición de sanciones: “Solo puede sancionar quien tiene autoridad, es necesario que exista un delito probado. Estados Unidos no tiene pruebas para demostrar la venta ilícita de oro por parte de los hermanos Morón. Lo único que tiene son medios a su servicio que dejan de lado la rigurosidad y ética para dedicarse a difundir mentir”.
El periodista Casto Ocando, editor del portal Primer Informe, contó a Infobae que a través de contratos con los hermanos Morón, el hijo del dictador llegó a manejar fondos provenientes de la administración pública “que superan los 1.000-2.000 millones de dólares”: “Todo su entorno se beneficia y se ha beneficiado”. Con relación al contrabando de oro, indicó que Turquía fue uno de los principales destinos manejados por “Nicolasito”: “Tenía relación con un grupo que transportaba el oro, es algo ilegal, contrabando, de acuerdo con las leyes venezolanas”
En 2017 llegó a amenazar a Estados Unidos, en un episodio que le valió críticas y burlas. Durante una intervención en una sesión de la Asamblea Constituyente, aseguró que si Washington llegaba a invadir Venezuela “los fusiles llegarían a Nueva York (…) llegaríamos y tomaríamos la Casa Blanca”.
Pero las acusaciones de corrupción en su contra no se limitan al oro y la minería. Ocando remarcó que también hay señalamientos de que mantenía una oficina en el Palacio de Miraflores, “donde hizo muchos negocios que tienen que ver con exportación de productos a Venezuela a través de socios”. Principalmente junto a los hermanos Morón, con quienes manejó millones de dólares: “Eran importaciones tremendas que no tenían comprobación de que fueran cosas que habían llegado al país, por lo cual se pagaba un dinero a través del Centro Nacional de Comercio Exterior, que pagaba esas importaciones. Esos productos en gran parte tienen que ver con la comida, sobre todo trigo, soja y arroz”.
“Hubo otras acusaciones de que él había sido denunciado de que estaba moviendo o apadrinando el envío de droga desde la isla de Margarita”, agregó el periodista venezolano. En esa línea, recordó que Leamsy Salazar, ex guardaespaldas de Diosdado Cabello, mencionó a “Nicolasito” ante la Justicia norteamericana como participante en conexiones con grupos narcotraficantes, “al igual que los hijos de Cilia Flores”.
“Otras denuncias, aunque más difícil de probar, indican que utiliza a grupos de la Guardia Nacional para traficar con dinero en efectivo. Él tiene privilegios en el sector militar, utiliza a la Guardia como si fuese su protección personal. No me extrañaría que los cubanos sean los encargados de su cuidado, porque son ellos los que comandan la Guardia”, completó Ocando.
Lujos, fiestas y escándalos
“Los testaferros tienen una vida similar a la de los jerarcas. La vida de estos señores es mejor que la de Pablo Escobar incluso. Tienen muchísimo más lujo, muchísima más tecnología. Se manejan de ese estilo, al estilo Pablo Escobar”, contó una de las fuentes consultadas por Infobae. Y detalló que llevan adelante una vida de lujo entre fincas, propiedades, autos de alta gama, y aviones privados. Todo a costa del sufrimiento del pueblo venezolano y de los beneficios de ser los operadores de la red de corrupción del régimen.
Respecto a “Nicolasito”, sostienen que, al igual que su padre, es amante de las fiestas y “despilfarrador”. El año pasado, con motivo de su cumpleaños número 30, protagonizó una escandalosa celebración en una urbanización en el este de la capital, mientras el país estaba en plena cuarentena por la pandemia de coronavirus. Fue tal el alboroto provocado que los vecinos denunciaron lo que estaba ocurriendo. Los jefes policiales que mediaron por ellos pagaron las consecuencias por su atrevimiento: terminaron presos. Se especuló que esa noche también se encontraba “el primer mandatario”.
Pero no fue la primera vez que quedaba involucrado en una situación similar. En 2015 circuló un video en el que se lo ve bailando en un lujoso hotel de Caracas en la boda del empresario sirio venezolano José Zalt, entre una lluvia de billetes, situación que provocó una gran indignación por la grave crisis que atraviesa Venezuela.
Dos años más tarde, una mujer que le tomó unas fotografías durante la primera comunión de uno de los miembros de la familia Morón fue abordada por sus guardaespaldas, quienes le rompieron el teléfono celular. Días después, fue detenida en Maracaibo.
“Nicolasito” es un “intocable” en Venezuela. Ocando recordó una directa amenaza pronunciada por Maduro: “El que se meta con mi familia, se seca”. “Es una amenaza que en Venezuela se toma muy en serio”, aseveró el periodista venezolano.
Estos reiterados escándalos no son obstáculos en la fulgurante carrera política de Maduro Guerra, quien continúa en pleno ascenso de la mano de su padre y su madrastra y, según confíaron a Infobae, con la bendición de Cuba: “Maduro lo quiere posicionar como su heredero, y así seguir el modelo cubano que pone a los familiares en el poder”.
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