Como si fuera una sentencia de muerte disfrazada de elogio Nicolás Maduro anunció a través de Twitter un cambio de canciller venezolano. “Tiene la inmensa responsabilidad de continuar la excelente labor diplomática desempeñada por Jorge Arreaza”, escribió en un mensaje que tenía como destinatario a Félix Plasencia.
Pese a la larga trayectoria de este ciudadano venezolano-español cuyos padres nacieron en Tenerife, su nombre ha permanecido fuera de la primera plana del chavismo. Esto es debido a que durante más de 20 años de carrera, Plascencia —licenciado en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), experto en negociación internacional y diplomacia— logró cultivar un bajo perfil que le valió el calificativo de “discreto”.
Sin embargo, haber permanecido lejos de los reflectores no borran los importantes lugares que ocupó a lo largo de los años. Sus últimos roles lo llevaron a ocupar la embajada de Pekín en noviembre de 2020, después de desempeñarse como ministro de Turismo en 2019. Antes de eso fue viceministro en la cartera de Relaciones Exteriores.
De acuerdo con medios venezolanos y extranjeros, su asenso en la cúpula chavista refleja una mayor influencia de los hermanos Rodríguez: la actual vicepresidenta, Delcy, y el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge.
Plasencia es un viejo amigo de los hermanos, un vínculo que nació después de conocer a Delcy en la embajada venezolana en Londres durante el segundo mandato (1994-1999) del fallecido ex presidente Rafael Caldera.
Es que en efecto, Plascencia forma parte del cuerpo diplomático venezolano desde el año 1991, bastante antes de la llegada del fallecido Hugo Chávez al poder de Venezuela, en 1999, aunque logró adaptarse a los nuevos tiempos con habilidad.
Se convirtió en un diplomático de carrera -al contrario de su amiga Delcy- tras terminar una maestría en Estudios Europeos en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y un postgrado en Estudios Diplomáticos en el New College de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Pero fueron sus conexiones con los Rodríguez las que le permitieron ascender en el escalafón revolucionario, primero en la Alcaldía del Municipio Libertador —en Caracas— y luego, cuando Delcy Rodríguez llegó a la cancillería (2014-2017), fue director de Protocolo en la Cancillería, viceministro para Asia, Medio Oriente y Oceanía y en viceministro para Temas Multilaterales.
Medios venezolanos recogen una anécdota durante su paso como director de Administración de la Cancillería, que refleja su lealtad por el régimen: al llegar, Plasencia ordenó una purga que puso fin a la carrera diplomática de todos sus compañeros de promoción imponiéndoles la jubilación anticipada. ¿Por qué? “Porque no eran simpatizantes del régimen”, relató una fuente consultada.
Pese a ser un funcionario poco conocido, participó por el chavismo en el grupo internacional de contacto creado por la Unión Europea (UE) el año pasado para mediar —infructuosamente— en la crisis venezolana y fue uno de los representantes de Maduro en la visita de Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, a Venezuela en 2019.
Días después de que el chavismo se retirara de las conversaciones de la UE como protesta por las sanciones de EEUU, Plasencia fue designado ministro de Turismo y Comercio Exterior, una cartera con la que Maduro intentaba buscar recursos para un país asolado por la hiperinflación, el crimen y la represión política, que ha expulsado a 5 millones de ciudadanos.
En diciembre pasado recibió un nuevo premio de Maduro, cuando lo nombró jefe de gobierno de los territorios insulares que conforman el turístico archipiélago Los Roques y las islas La Orchila y Las Aves.
De acuerdo con medios venezolanos, Plasencia forma parte del círculo de confianza de Maduro, a pesar de que elije no subirlo a las tarimas y él prefiere no participar en polémicas. Mientras que el chavismo lo defiende como un militante leal y experimentado, la oposición ve a Plasencia como uno de esos dirigentes poco comprometidos ideológicamente pero muy implicados materialmente con el ideal bolivariano.
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