Mientras las agencias de seguridad norteamericanas continúan vigilando a los dos buques de guerra iraníes que se dirigen hacia Centroamérica, Estados Unidos advirtió a las dictaduras de Venezuela y Cuba -aliadas de Teherán- que rechacen los barcos persas que se cree que están transportando armas hacia esos países.
Según confiaron dos funcionarios de defensa y una fuente del Congreso al medio estadounidense Politico, bajo condición de anonimato, el gobierno de Joe Biden está presionando a Caracas y a La Habana a través de canales diplomáticos para que no permitan que los buques iraníes atraquen en sus países.
Al mismo tiempo, representantes del gobierno norteamericano están en constante contacto con otros países de la región para asegurarse de que rechazarán la llegada de los buques de guerra a América Latina.
Otras dos personas familiarizadas con el tema indicaron que el régimen de Nicolás Maduro está tratando de sacar provecho de la situación para obtener un alivio de las sanciones económicas impuestas por la administración de Donald Trump.
No obstante, los intermediarios estadounidenses comunicaron a los funcionarios chavistas que que dejar que los barcos iraníes atraquen en aguas venezolanos haría menos probable que Estados Unidos proporcione a la dictadura de Maduro un alivio de las sanciones.
“La entrega de tales armas sería un acto de provocación y se entendería como una amenaza para nuestros socios en el hemisferio occidental”, dijo uno de los altos funcionarios de la administración Biden a Politico. Y advirtió: “Nos reservaríamos el derecho a tomar las medidas apropiadas en coordinación con nuestros socios para disuadir el tránsito o la entrega de tales armas”.
“La venta de las armas iraníes ocurrió hace un año bajo la anterior administración [estadounidense] y como muchas situaciones relacionadas con Irán bajo la anterior administración -incluyendo el estallido del programa nuclear iraní tras la imprudente retirada de la administración Trump del [acuerdo nuclear iraní]- estamos trabajando para resolverlo a través de la diplomacia (...) Pero para ser claros, Irán vendió armas a Venezuela hace más de un año, lo que creemos que fue para probar la postura de máxima presión de la administración Trump”, agregó esa fuente.
Una fragata iraní y el Makran, un antiguo petrolero que fue convertido en una base de operaciones flotante, se dirigen al sur a lo largo de la costa oriental de África. Si bien los funcionarios estadounidenses no saben con seguridad el destino de las embarcaciones, Washington cree que pueden dirigirse a Venezuela.
El Makran, de más de 70 metros de largo y puesto en servicio este año, funciona como plataforma para misiones de guerra electrónica y operaciones especiales, y los funcionarios iraníes han presumido de las capacidades de misiles y armas del buque. Según han dicho, puede transportar hasta siete helicópteros, así como aviones no tripulados.
El funcionario de seguridad norteamericano indicó que en la mañana de este miércoles, los barcos habían completado más de la mitad del viaje desde Irán a Venezuela, y navegaban lentamente hacia el noroeste, a más de 1.000 millas de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Los legisladores que reciben regularmente información sobre el asunto han presionado públicamente al gobierno de Biden para que trabaje en la disuasión de los barcos. “Esto no parece una entrega de carga de petróleo o combustible”, escribió en Twitter el vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, Marco Rubio. “Esto tiene todas las marcas de la entrega en [sic] una venta de armas (como barcos de ataque rápido) a Venezuela junto con la oportunidad de proyectar un mensaje de fuerza a la administración Biden”.
Recientemente, las lanchas rápidas iraníes atacaron a los guardacostas estadounidenses en el Golfo Pérsico, según informó Politico. Y en 2016, las lanchas rápidas de la Guardia Revolucionaria iraní se apoderaron de una embarcación de la Marina estadounidense en el Golfo, creando una situación embarazosa para los militares estadounidenses.
En los últimos años, Teherán se ha consolidado como uno de los principales apoyos de la dictadura chavista y ya se ha transformado en uno de sus mayores socios comerciales en los sectores del combustible, la salud y alimentos.
La alianza entre Venezuela e Irán nació con Hugo Chávez. La estrecha relación que el fallecido presidente estableció con el régimen persa comenzó durante la Cumbre de Jefes de Estado de los Países Miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) celebrada en Caracas en 2000.
Desde entonces y hasta poco antes de su muerte, el caudillo caribeño viajó varias veces a la República Islámica de Irán, y el entonces presidente Mahmoud Ahmadinejad estuvo en Caracas al menos cinco veces. Durante este período se firmaron cientos de acuerdos bilaterales que abarcaban los sectores petroleros, químicos, inmobiliarios y automotriz. Chávez decía que su alianza con Teherán era fundamental para su Gobierno e, incluso, llegó a regalarle a Ahmadinejad una réplica de la espada de Simón Bolivar. Todos los que recibían una de esas- el ruso Valdimir Putin y el sirio Bashar Al Assad, por ejemplo- fueron automáticamente considerados amigos de Miraflores.
Para Maduro, aislado internacionalmente por la brutalidad de su régimen, Irán se ha convertido en uno de sus pocos aliados. Y para Teherán, Venezuela es casi la única puerta que le queda abierta en Latinoamérica. Así, las relaciones entre los dos países se extienden al sector militar.
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