Clevia es una mujer de 84 años, que tiene 60 viviendo en Santa María, una de las zonas afectadas por el despliegue militar realizado en la frontera, exactamente en el estado Apure contra un campamento de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Es de hablar firme y reclama con el criterio de quien se siente con autoridad para hacerlo. “Ayudé a fundar esta escuela”, confiesa a la vez que destaca su actuación para que en esa zona haya electricidad y carretera.
“Me duele en el alma lo que nos ha hecho el Ejército Nacional”, se lamenta por la caída de las líneas de electricidad, a la vez que increpa a Nicolás Maduro y de paso reprende a los militares que allanaron su vivienda. Al primero le dice “he sido una mujer colaboradora con usted. Este hombro ha sido su escalera, este hombro ha sido su escalera, donde usted ha puesto sus pies para subir a donde estás, así que tiene que oírme”.
“Te pido de corazón, con el alma, que todo calme, que todo sea en paz. En el nombre de Jesucristo le pido que no haya más guerra. No me vas a decir tú que no puedes (hacer nada), porque tú eres el jefe de la armada. Mi nombre es Clevia”, dice la anciana siendo aplaudida por la comunidad que se reunió en la escuela de Santa María al día siguiente de los bombardeos de la Fuerza Armada contra la disidencia de las FARC, que lamentablemente dejaron a dos oficiales venezolanos muertos.
“Ayer (el domingo) a las 5 de la mañana, en mi casa, que está aquí al lado de la escuela me golpearon las puertas, me abrieron una puerta, sacaron a un nieto que llegó de Maturín a visitarme, me lo golpearon, me le pusieron las bayonetas en las sienes. La niña me dijo: ‘Mamá, la Policía Nacional’. Yo no pensaba que fuera verdad. Salgo en bata y en pantaletas, así se lo digo, porque así estaba durmiendo, no me da vergüenza, porque así salí, cuando los vi adentro”, agrega Clevia.
“A mi hijo y al muchacho lo tenían humillado, en el corredor. Abrí la puerta y dije: ‘¿Qué pasa?’ No me contestaron nada. Solo mi hijo dijo: ‘Mamá, que vienen a requisar la casa’. Les dije: ‘Ya vengo que voy al baño’, pero cuando salí del baño ya me estaban requisando la casa, pero gracias a Dios ahí no consiguieron nada”.
Militares sin educación
La anciana enfatizó: “Somos personas sanas”, a la vez que señaló: “Hoy estamos secos, no tenemos agua, no nos hemos bañado a estas horas, no tenemos agua ni para tomar ni para los animales. Esto no es ningún progreso, esto es una destrucción. ¿Cómo quiere usted presidente Nicolás Maduro que nosotros los campesinos trabajemos? ¿Cómo vamos a trabajar? Usted tiene que darnos la respuesta cuanto antes”.
Dijo que han matado niños. “Si ustedes quieren hacer su guerra, háganla con quien quiera, pero no con nosotros los ciudadanos, no con nosotros los civiles, no con los niños, no con los ancianos”.
Refiriéndose a los militares la anciana dijo que “han pasado por una academia militar y no tienen ninguna educación. El que pasa por una academia, tienen que ser educado. Yo no pasé por una academia, pero soy incapaz de ir a golpear una puerta en una casa de familia”.
“Entraron por la parte atrás, por el alambre, porque mi casa está cercada. Les voy a mandar la foto para que la vean. Subieron por encima, abrieron las rejas, me sacaron los marranos (cerdos) de donde yo los tenía. ¿Qué es eso? ¿Cuál es el amor que el gobierno dice para con el campesino? ¿Cómo vamos a trabajar si lo poquito que tenemos en un momento nos lo destruyen?”.
Subrayó que no debieran estar sufriendo los sacrificios que están pasando. “Aguantando hambre esas criaturas (los niños), eso da dolor, ver a estos niños con hambre, llorando de sed, no hay agua, porque el Ejército tumbó las redes de la luz, para que no haya noticias, para no haya nada y los campesinos se mueran de hambre. ¿Quieren ganar tiras? (insignias y grados militares) Pórtense bien para que les coloquen sus jinetas, sus estrellas, no a lo guapo”, finalizó diciendo.
Paren la guerra
“Estamos aquí reunidos en la escuela de Santa María, de La Victoria para adentro”, dijo otra de las mujeres asistentes a la reunión de los habitantes de la zona. “Los que estamos siendo afectados somos nosotros los civiles, miren como hay niños pequeños que no saben lo que está pasando, mujeres mayores afectadas”.
“Se les pide con el corazón en la mano, por favor, ya paren esta guerra que hay, porque quienes estamos sufriendo somos nosotros. Estamos refugiados aquí en la escuela Santa María”, dijo señalando el lugar, a la vez que aseguraba que ahí había mujeres embarazadas.
Destacó que se vieron forzados a salir de sus fincas y casas. “Salimos de nuestras casas por temor a que algunos de nuestros hijos vayan a ser perjudicados. Lléguense hasta la escuela y verán que estamos refugiados aquí, porque no tenemos para dónde seguir”.
Es necesario destacar que autoridades colombianas aseguraron que hasta Arauquita, población vecina de La Victoria, llegaron inicialmente 161 venezolanos, quienes se desplazaron como consecuencia de los combates entre militares venezolanos y disidencia de las FARC, específicamente del grupo de alias Farley.
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