El 10 de febrero 2021 se publicó en redes sociales un video de un guerrillero de las FARC/EP, como él mismo lo dice, vistiendo las características botas de caucho, con su arma larga al hombre, chaleco y retando a un grupo de militares de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). No es solo la evidencia indiscutible de la presencia de la guerrilla en territorio venezolano, es el reconocimiento que él mismo hace a que Nicolás Maduro ha aceptado su presencia en territorio venezolano, porque si le hubiera dicho “que la guerrilla se vaya de Venezuela, pues nos vamos”.
Es descarado el silencio del Alto Mando Militar, del mediático ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, del Comando Estratégico Operacional, de la presidencia de la República, del canciller Jorge Arreaza que publica comunicados por cualquier cosa contra Colombia, pero obvia el espinoso tema que representa violación del territorio y soberanía en Venezuela.
Pero si de por sí es demasiado ensordecedor el silencio de la institución castrense, resulta insólita la respuesta de Diosdado Cabello, quien trata de descalificar el hecho diciendo que “es un video viejo” y que hace dos meses “el tipo”, como llama al guerrillero de las FARC, murió en un enfrentamiento con la Fuerza Armada.
Cabello está con ello reconociendo que las FARC está en Venezuela, aunque el alto gobierno se ha empeñado en negarlo, aunque Maduro le ha mentido al país al asegurar que no hay guerrilleros, a la vez que ha dado evidencia de su simpatía con los comandantes guerrilleros.
En realidad, es irrelevante, para la soberanía del país y el respeto al territorio, si lo que dice Cabello sobre la muerte del guerrillero del Ejército, es cierto o no. Venezuela no tiene o no debería tener relación alguna sobre la guerra librada en Colombia desde hace varias décadas, más allá de las consecuencias que reciben los habitantes de su frontera por la penetración de los grupos irregulares, tanto guerrilla como paramilitares o bandas criminales.
Lo que sí es importante es que hay un reconocimiento tácito a que ese guerrillero está en territorio venezolano, que refleja la complicidad con las organizaciones irregulares.
El cinismo del segundo vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y quien ha ocupado los cargos más relevantes, menos presidente, en la revolución bolivariana, es un vívido ejemplo de la traición contra Venezuela, la complicidad ante la injerencia extranjera. Diosdado Cabello asume que puede convencer a sus seguidores que ignoren la presencia de la guerrilla en territorio venezolano y que descarten que contra el país que está al norte del sur se está ejecutando.
Y la más lamentable de sus expresiones es decir que ese guerrillero está muerto como si eso justifica que los grupos irregulares colombianos estén asentados en Venezuela.
Silencio ante los videos
A finales de julio 2020 habitantes del municipio Seboruco del estado Táchira dieron cuenta de reuniones en varias aldeas con miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Se supo entonces que los consejos comunales facilitan las reuniones que el grupo guerrillero ha realizado en varias aldeas para que expliquen que están en la zona y qué están haciendo, asegurando que ayudarán a la comunidad que, en estado de indefensión, “como casi todos los pueblos de por acá”, según les dijo un guerrillero en la aldea Las Flores.
Desde hace mucho tiempo el ELN penetró, con actividades de inteligencia, a personas de la comunidad convirtiéndola en informantes, y así instaló en aldeas como Palmarito y Los Ríos. “No nos está permitido entrar a esas zonas. Tenemos que respetar esos territorios, y si queremos entrar, por ejemplo, a las aldeas Los Ríos, Las Flores o Palmarito, debemos tener permiso del ELN, porque nos pueden matar”, le dijo entonces a Infobae un funcionario militar.
En julio 2020 el diario El Tiempo publicó un video donde Álvaro Díaz Tarazona alias Edward, un viejo integrante del Ejército de Liberación Nacional (ELN), jura lealtad a Nicolás Maduro. “Estoy por acá con el fin de acordar un nuevo enlace entre el gobierno y el ELN”, dice el hombre en tácito reconocimiento que sí ha existido relación con Nicolás Maduro y su gobierno.
Alias Edwars, declarado y confeso comandante guerrillero del ELN, tiene cédula venezolana Nr. 25.712.140, la cual el Consejo Nacional Electoral (CNE) le asigna votar en la Escuela Primaria Bolivariana Caño Regreso, en la carretera entre La Victoria y El Nula, del estado Apure, en frontera.
Las víctimas
En marzo 2012 el ELN asesinó en el sector Baritalia, municipio Junín del Táchira, al primer teniente Jackson Alejandro Ruíz Niño y al sargento segundo Nelson Gómez Ortega, del 211 Batallón Ricaurte de Rubio; también hirió al sargento primero Juan Pereira Amaya, todos del Ejército venezolano.
En julio 2018, una de las minas antipersona que el ELN ha sembrado en territorio venezolano, exactamente en el sector Caño Medio, del Zulia, explotó al paso de una unidad militar, muriendo de manera atroz el sargento segundo del Ejército Brayan Alexánder Acosta, además de varios soldados heridos del 121 Batallón de Infantería Motorizada Venezuela.
El 25 de julio 2018 en el sector Puente de Casa de Tubo, municipio Catatumbo, estado Zulia, el ELN disparó contra una comisión de la Fuerza Armada nacional Bolivariana (FANB) asesinando al teniente (Ej) Roberto Ulpin González.
En noviembre 2018, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) asesinó, en el sector Picatonal, municipio Átures del estado Amazonas, a tres sargentos de la Guardia Nacional: Alfredo Antonio Zolano Guevara, Robert José Artahona Díaz y José Jean Pierre Martínez Bolívar.
Por ese hecho fue capturado el comandante del Frente Domingo Laín del ELN, Luis Felipe Ortega Bernal, alias “Garganta”, jefe del grupo que asesinó a los militares; el individuo estuvo detenido en Policía Militar de Fuerte Tiuna, con goce de privilegios, siendo después trasladado a la cárcel de Ramo Verde, donde hasta una novia de la Guardia Nacional tenía, porque ahí también recibió el privilegio del Estado.
El hecho más evidente de esa parcialización es que a alias Garganta lo dejaron en libertad el 18 de diciembre 2020; salió por la puerta principal de Ramo Verde, dejando en la impunidad el asesinato de los tres militares Zolano, Díaz y Martínez.
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