Las denuncias de brutales atropellos contra una pediatra y un empresario, por parte de Jesús Tamaní Bernal, un supuesto funcionario del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), que estaba en una comisión de las temidas Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), en San Cristóbal, coloca al descubierto un peligroso modus operandi de jóvenes hijos de dirigentes de la revolución bolivariana, que se han tomado las calles de la capital del fronterizo estado Táchira, en camionetas blindadas y portando armas de guerra.
El hecho, ocurrido el pasado fin de semana, se origina cuando varias personas que se encontraban en un local de una feria de comida presencian la irregular acción de la comisión de FAES, que venía persiguiendo un vehículo, a cuyo conductor golpean salvajemente. Los funcionarios se percatan que, desde la venta de comida, algunas personas los estaban grabando.
Los FAES se acercan a solicitar los teléfonos para borrar las grabaciones, pero según la narración del empresario Nicola di Gioia, los golpearon y hubo sangre por todos lados. “Apenas me metieron el golpe, me agarró uno por detrás y me ahorcó y me tuvo un rato ahí y se me fueron las luces. Caí al piso. Los pocos clientes que estaban, la gente que trabaja ahí, todos empezaron a intervenir”.
Recordó las amenazas de Jesús Tamaní Bernal de quien relató sus amenazas. “Me tocó desbloquearle mi teléfono. Que me revisara mis fotos, mis conversaciones, todo lo que él quiso revisar en mi teléfono, y luego me lo entregó. Me dijo: te voy a dejar ir, espero que esto no pase a mayores. Como amenazándome para que me quedara callado. Me soltaron, salí, eran como las 2:30 am. Lo que quería era llegar a casa”, recuerda Nicola di Gioia.
La doctora Laura Virginia Hurtado, por su parte, destacó que varios de quienes se encontraban en el establecimiento de comida, fueron golpeados y en su caso amenazada con una granada y amedrentada por Bernal; su tío José Domingo Hurtado resultó gravemente herido y fue internado por orden de les médicos para ser operado.
Bernal es parte del grupo de jóvenes que, además de exhibirse con armas y camionetas de lujo sin placas, hacen actividades paralelas, desde la estructura de una sala situacional dedicada a intervenir cuentas de redes sociales, a husmear en los grupos de whatsapp y manejan bots para influenciar en las corrientes de opinión.
Son varias las personas del Táchira, entre ellos dirigentes sociales, políticos, gremiales, periodistas, defensores de derechos humanos y gente que ha participado en alguna protesta o reclamo, quienes han recibido mensajes de ese grupo en sus teléfonos, en twitter, Facebook o Instagram, que en algunas ocasiones se hacen pasar por opositores radicales para difundir información falsa. Se consideran guerreros digitales.
Armas y vacuna
Ese grupo, la mayoría de ellos jóvenes, se identifican con símbolos, pregonan ser del movimiento Anonymous, pero simpatizante del comunismo, y por ello cargan un frente 10, en alusión al Frente Décimo de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Uno de los personajes vitales del grupo es conocido en el Táchira como “El Hacker”, que infiltra comunicaciones y tiene la estructura de cuentas falsas. Existen cuentas de hacker que hacen seguimiento de conversaciones de dirigentes en el Táchira.
La anarquía que se ha impuesto arropa también a los funcionarios de la Policía Nacional y de la Policía del Estado, que instala gran cantidad de alcabalas improvisadas en toda la ciudad, de manera que cada dueño de negocio, bodega o abasto son extorsionados y se ven obligados a pagar la vacuna, así como conductores o camioneros.
Muchos de esos funcionarios entran, con armas y chapas, para abrir o cerrar discotecas, mientras extorsionan a sus propietarios; ese hecho se ha agudizado cuando las cuarentenas radicales se aplican por efecto de la pandemia.
Uno de los integrantes de ese grupo es un dirigente político del chavismo quien, a través de cuentas externas, fabrica falsos positivos, mencionando a representantes de la CIA (Agencia de Inteligencia de Estados Unidos). Se dedica a usar cuentas anónimas y buscan diálogos con activistas de la oposición.
La historia de Bernal
Hay que destacar que resultó sorpresivo que la doctora Hurtado señalara que en el grupo que los agredieron, estaba Yepfri Arguello, jefe de prensa del mal llamado protector del Táchira; “él también estaba presente y fue el único que no intentó golpearme, pero él estuvo allí, se llevó mi teléfono y lo revisó”.
La doctora Hurtado le responde a Arguello quien reclama pruebas: “Cómo va a haber una prueba Yepfri, si tú te llevaste mi teléfono y me lo devolviste, se lo llevaron para borrarlo”.
Pero no extraña que Arguello estuviera con la comisión del FAES, porque es parte del grupo de Jesús Tamaní Bernal.
Y tampoco lo es la violenta red de ataques contra la doctora Hurtado y el empresario Nicola, que en realidad fueron las víctimas de lo sucedido el 22 de enero en la noche y 23 en la madrugada.
Tres días después, Freddy Bernal, padre de Jesús Tamaní Bernal, se dedicó a contar la historia de una operación que llamó Octubre Rojo, quizás imaginándose una batalla como la del submarino ruso; le agregó los ingredientes de siempre: conspiración, CIA, EEUU, intentos de asesinatos, dirigentes de la derecha, etc.
Ante la fuerza que tomó la denuncia contra su hijo, sin que su historia del Octubre Rojo lograra el cometido de distraer la atención, el llamado protector del Táchira se refirió al tema. Dio una versión nueva del hecho, pero se aseguró de dar una demostración de su poderío.
Aseguro que “pedí al Fiscal Superior que iniciara una investigación profunda de estos hechos y que se le diera una medida de protección a los denunciantes, pero luego mi hijo va a ejercer las acciones de carácter penal por difamación e injuria»
Por ahora el grupo de los hijos de la revolución siguen cometiendo estragos en San Cristóbal.
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