No es cualquier cosa lo que ocurre en Apure, territorio donde están asentados los principales grupos armados de Colombia, especialmente las guerrillas ELN y FARC, pero también es territorio de las FBL/FPLN. Esa tierra llanera es el paraíso del narcotráfico, con gran cantidad de pistas de aterrizaje de sus aeronaves. Es ahí donde florece, desde hace años, la millonaria industria del contrabando.
Hace años cuando a un militar lo asignaban para la frontera, era un castigo, por las condiciones difíciles para ejercer en esa austera región, plagada de grupos irregulares y la alta responsabilidad de custodiar el territorio y defender la soberanía. En casi dos décadas la situación es otra; los grupos guerrilleros y armados encontraron complacencia y tolerancia en la Fuerza Armada. Poco después ya se sabían no solo tolerados sino protegidos, así empezaron a controlar abiertamente porciones de territorio; la guerrilla aquí, los paramilitares allá, las bandas delictivas más lejos.
El siguiente paso es que los grupos irregulares hicieron alianzas silenciosas con los militares venezolanos quienes, a cambio de dádivas, les permitieron hacer sus negocios en territorio venezolano. Con el tiempo se convirtieron en una especie de socios de la extorsión, el contrabando, el paso por las trochas, el dinero o alimentos que obtienen de quienes atraviesan la frontera.
Los militares que se postulaban para ser enviados a puntos de control como Peracal en San Antonio del Táchira, empezaban a exhibir costosos vehículos, adquirían viviendas en varias ciudades, y rápidamente cambiaban de estatus económico. Poco a poco toda la frontera se transformó en un negocio. “Hasta 60 mil dólares pagan militares para que lo asignen al estado Apure, cuando antes se quejaban y se negaban a venirse para la frontera”, le dice a Infobae un habitante de Guasdualito, municipio Páez.
Desde hace tiempo en la frontera se ha librado una guerra en la lucha de poder entre militares, especialmente altos oficiales.
Llegó Chourio
Aunque su primer apellido es Suárez, sus compañeros de componente y el común de la gente lo llama simplemente ‘Chourio’. En orden de mérito resultó el número 30 de la promoción “Francisco de Paula Alcántara” año 1986.
Aunque no llegó a ser Ministro de la Defensa, como esperó largo tiempo, ocupó la 42 Brigada de Paracaidistas de Maracay, fue jefe de la Zona Operativa de la Defensa Integral (Zodi Aragua) y Comandante de la Región de Defensa Integral (REDI) central.
Unos 700 dólares mensuales, es lo que había estado pagando el general en Jefe, Jesús Rafael Suárez Chourio por el alquiler de una casa espectacular ubicada en la calle Boca de Guerra, municipio Biruaca, diagonal al motel El Bosque, en el estado Apure. “Ayer ordenó que la entregaran, porque ya no vivirá en ella. Todo eso fue por esa denuncia de la red de tráfico sexual donde hay varios amigos de él”.
Un general en Jefe de Venezuela ganaba, a finales del año pasado, unos 9 millones de bolívares, que para ese momento era poco más de 17 dólares estadounidenses según el mercado no oficial; en ese monto se incluye sueldo básico y las primas por antigüedad, por hijos y profesionalización, además del Factor Multiplicador. Hoy esos Bs 9 millones son menos de 6 dólares.
El 7 de enero 2021, Suárez Chourio fue designado presidente de la comisión de Defensa y Seguridad de la Asamblea Nacional (AN). Ha ocupado cargos de importancia en la Fuerza Armada, sin que realmente haya sido un oficial destacado. Su mayor ventaja, con la que ha obtenido todos los privilegios, procede de ser parte de los llamados febreristas, el grupo de quienes participaron en la intentona golpista del 4 de febrero de 1992, cuando un grupo de comandantes, entre ellos Hugo Chávez, pretendieron darle un Golpe de Estado al entonces presidente de la República, Carlos Andrés Pérez.
“Si de algo hace buen uso el negro Chourio es del silencio. Prefiere desaparecer de escena, con el escándalo en Apure, pero no se arriesga a confrontar. Actúa con sigilo, y aunque nunca fue un buen militar llegó lejos por ser del 4F, por ser simpático. Él siempre fue muy sencillo, saludaba a todos, se mostraba parsimonioso”, relata un subalterno suyo.
Suárez Chourio fue comandante general de Ejército, en sustitución del general García Toussaintt, en un momento muy difícil, el 24 de junio 2017, cuando la institución castrense se enfrentaba al fuerte rechazo que había recibido la convocatoria y elección de la Asamblea Constituyente.
Cuando aspiraba a ser el Ministro de la Defensa, de manera sorpresiva Nicolás Maduro lo saca del cargo y lo da de baja, porque ya había cumplido su tiempo en la institución. Esa decisión de Maduro impresionó al interior de la Fuerza Armada, porque se suponía que el oficial era intocable por su relación con Chávez.
De Miraflores a la Asamblea Nacional
Poco después, el 10 de julio 2019, Maduro lo designa Jefe del Estado Mayor de la Comandancia en Jefe de la Fuerza Armada, cargo en el que está hasta el 4 de septiembre de 2020; el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) lo postula como candidato a las cuestionadas elecciones del 6 de diciembre.
En la campaña para diputado se exhibió como neo rico, con una corte de escoltas, se hospedaba en el hotel Reina Suites en la urbanización San Fernando, parroquia Puerto Miranda del estado Guárico, antes de cruzar el puente María Nieves.
Aunque Suárez Chourio es un febrerista, ya no responde a ese grupo como en el pasado, ahora prefiere a Nicolás Maduro; su llegada a Apure trajo ruido, y empezó una secreta lucha por el poder con el gobernador Ramón Carrizález, quien ha manejado el estado con holgura.
Es un enfrentamiento abierto y el primer mandatario del estado no hace esfuerzo para ocultarlo, por lo que refleja en programas de radio la lucha de poder, sin mencionar el nombre del general en Jefe.
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