Tras protagonizar el éxodo más masivo de la historia reciente en América Latina, decenas de miles de venezolanos han retornado en los últimos meses debido a las dificultades económicas con las que se han topado en los países de destino en la región a raíz de la pandemia. Pero la vuelta ha sido literalmente una tortura para muchos de ellos.
El régimen de Nicolás Maduro creó en la frontera los Puestos de Asistencia Social Integral (PASI), donde deben hacer una estricta cuarentena preventiva todas las personas que ingresan al país. El Centro de Investigaciones Populares y el Cecodap, dos organizaciones defensoras de los derechos humanos, presentaron el informe “Retornar en tiempos de pandemia”, que revela lo que tuvieron que pasar los venezolanos alojados en los PASI antes de poder regresar a sus casas.
“Para algunos fue como vivir en un campo de concentración”, dijo Mirla Pérez, investigadora de Cecodap, en la presentación del informe, citada por El Nacional. Eso es lo que se pudo reconstruir tras realizar 18 entrevistas a profundidad a venezolanos que habían regresado de Colombia, Ecuador, Perú y Trinidad y Tobago.
“El terror, el horror y el aislamiento quedaron en la memoria de los venezolanos que pasaron por estos refugios”, dijo Pérez. “El que regresa debe lidiar con el retorno a Venezuela y esta situación a la que se le somete. Esto es tortura, un trato inhumano extremo”.
El informe cita innumerables testimonios de los protagonistas. Algunos ejemplos:
—“(Nos daban) arroz con lenteja. El arroz era como crudo, así pegostoso. A la lenteja le metían mucho monte, que fue por lo que la mayoría de la gente que duró ahí se enfermó de diarrea. Los niños se enfermaban. Muchos niños se enfermaban de diarrea. Gente que sufría de vómitos. Yo, por ejemplo, yo venía con diarrea, y yo no comía. Yo llegué repuestica de Colombia, porque cada vez que estoy allá yo me repongo, y esos días que pasé en San Antonio, yo me puse más flaca de lo que estoy; yo no comía”.
—“Cuando llegamos, los guardias, porque ellos se creen no sé, como Dios, nos amenazaron, nos dijeron: ‘Bueno, ustedes aquí no pueden ser rebeldes, ustedes de aquí pa’ afuera no existen para nadie’; eso era como una amenaza, yo lo tomé así. ‘No existen para nadie, nadie sabe que ustedes están acá, el que se rebote lo mato’. Eso para mí fue una amenaza”.
—“La alimentación fue lo peor que nosotros pudimos vivir en el refugio; fue la alimentación, y el maltrato de la gente de la cocina, como la gente de los milicianos, los militares”.
Médicos Sin Fronteras (MSF), que estuvo asistiendo a la gente en los PASI, sostuvo que se trata de “estructuras improvisadas, generalmente escuelas o recintos deportivos, que han sido habilitadas a una gran velocidad, para albergar a los venezolanos que retornan a su país en medio de una pandemia global”.
Inicialmente, muchos de estos centros “no contaban con todo lo necesario para hospedar a personas” por lo que MSF ha trabajado con las autoridades estatales y municipales con el fin de adaptar estos espacios para que quienes tengan que guardar cuarentena en ellos lo hagan “con los servicios básicos, tomando en cuenta factores de higiene personal y acceso al agua potable”.
Entre quienes regresan hay “personas que sufren de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes y asma y, según explican, por su estado migratorio y condición económica, no han contado con el tratamiento necesario para mantener su patología de base controlada”, señaló MSF en un informe.
Una vez concluido el período de cuarentena, se suponen que las autoridades venezolanas proporcionan transporte terrestre o aéreo según sea el caso, para que los retornados puedan volver a sus hogares. Sin embargo, “en ocasiones, debido a problemas logísticos como falta de combustible y disponibilidad de medios de transporte, algunas personas deben esperar más tiempo aun habiendo cumplido el tiempo reglamentario de cuarentena”.
Con información de Europa Press
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