Cuando pasaron las horas y el intento de Golpe de Estado, aquel 27 de noviembre de 1992, ya estaba controlado “uno empieza a medir las consecuencias, se pregunta cuántos infiltrados he tenido junto a mí y ahí empiezo a reaccionar, a darme cuenta de que nosotros nos salvamos porque Dios es aviador también. Llamé a mi esposa que estaba con los nervios al extremo, porque no nos habíamos comunicado, pues entonces no había celulares. Y de repente es cuando uno piensa en la familia, en que podía no haber vuelto para contarlo; nos sentamos unos minutos en la capilla, callados, oramos un rato y le dimos gracias a Dios. Ahí es cuando, de verdad, uno aterriza”.
Lo relata en entrevista para Infobae el teniente coronel (Av) Guillermo Beltrán Vielma, graduado en 1986, promoción “Juan Crisóstomo Ledezma Santaella”, uno de los pilotos de combate de los dos F16 que vencieron a casi un centenar de aviones que estaban en manos de los golpistas el día que por segunda vez en ese año los militares intentaron derrocar al presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez.
Beltrán, quien es piloto de prueba e Instructor de Vuelo, con más de 3.000 horas en aviones militares F-16, VF-5 y T2-D, además es licenciado en Ciencias y Artes Militares, experto en Operaciones Aéreas Tácticas y Estratégicas de Gran Escala, Oficial de Estado Mayor con Maestría en el Empleo del Poder Aéreo, explica que “el poder aeroespacial hoy en día es tan importante porque maneja la cuarta dimensión, no es lo mismo un tanque o un barco que el avión viene, con la misma capacidad de fuego y poder militar, pero 20 veces más rápido y ahí domina el tiempo, por ello el poder aéreo es muy eficaz en las guerras”.
Los insurrectos empezaron a atacar unidades militares, como la Guarida de Honor, Palacio de Miraflores, la DSIP, con aviones Bronco, Tucanos, Mirage y helicópteros. Quizá por eso a Beltrán le molesta la celebración del 27N, “porque cuando se celebra una fecha patria es porque algo se ganó: el 27 de noviembre es una fecha nefasta porque lo que hubo fue muertos, heridos, rendidos, fratricidio”.
La única forma de neutralizar a los F16 era atacando la pista de Barquisimeto. “Mandan dos Mirage, pero logramos saberlo antes: a un avión lo teníamos de sombrilla o escolta por si venía un ataque y el otro estaba en tierra reabasteciéndolo, en medio de las limitaciones que teníamos. Los Mirage nos dispararon sus cañones de 50mlts, pero le pegaron al avión de ganado que había llegado en la madrugada y estaba en la rampa del aeropuerto civil”.
Beltrán Vielma asegura que cuando el otro piloto de F16, Helímenas Labarca le pregunta si se equivocaron, le respondió: “Jamás en la vida y si hubiera que repetirlo, lo haríamos mil veces”, dice el oficial que se graduó con honores en la Academia Inter-Americana de las Fuerzas Aéreas (IAAFA), Oficial Piloto Instructor de Intercambio con la US NAVY por 2 años en la Estación Naval de Meridian, Mississippi. Participante de la Operación Red Flag con F-16 en Nellis AFB, Las Vegas, Nevada.
Confiesa que llegó a pensar que quienes participaban en el Golpe eran extranjeros. “Hasta que llegué a Caracas, y vi que eran compañeros contemporáneos míos, después generalotes de esa aviación desgarrada que tenemos. Llegué a pensar qué marciano, qué extraterrestres, qué enemigo podría estar atacando el palacio de Miraflores. Muchos de ellos me dijeron después que los habían engañado, que les habían mentido en nombre el populismo”.
La historia del 27N se resume en la traición a la Fuerza Armada venezolana, al uso de las armas de la República para tumbar a un presidente legal en el poder, a la muerte de culpables y de muchos inocentes, del quiebre institucional, pero fundamentalmente a los dos F16 que enfrentaron a 96 aeronaves que estaban en manos de los insurrectos y que hicieron historia en la primera guerra en los cielos venezolanos.
-¿Qué fue exactamente lo que pasó ese 27 de noviembre de 1992 que marcó a la Fuerza Aérea de Venezuela?
-Es una fecha nefasta, donde militares usando las armas de la República para defender las instituciones y la democracia, las usaron para tratar de desestabilizar. Algunos jefes, penetrados en pensamientos izquierdistas comunistas, convencieron y arrastraron a muchos jóvenes a hacer algo ilegal e injusto. Ese 27N fue la continuación del 4F, donde la preponderancia la tuvo el Ejército con el poder terrestre.
-¿Dónde estaba usted ese día y cuál fue su actuación?
-Como se acercaba el aniversario de la Fuerza Aérea, el 10 de diciembre, de la cual se van a cumplir 100 años, la mayoría de los aviones estaba en Maracay. Yo era teniente y no fui ese día precisamente porque tenía guardia de servicio en Barquisimeto, donde era instructor de la Escuela de Combate; hacía menos de dos meses que había llegado de la operación Red Flag.
-¿Cuál fue su actuación, entonces?
-En la víspera del 27N ya había muchos rumores. Todas las unidades de combate tienen aviones de alerta con pilotos de alerta y yo estaba en Barquisimeto en alerta como jefe de servicios, porque los F16 estaban en Maracay; todos los aviones de toda la Fuerza Aérea de todo el país, por lo menos 110 aviones de 120 estaban en Maracay. Un hecho aislado prendió las alarmas; a las 12 de la noche, el guardia que baja a inspeccionar un avión de carga de ganado llegado de República Dominicana ve que del avión brincan tres personas que echan a correr por la rampa y dos de ellos saltan la cerca y se meten a la Base Aérea de Barquisimeto. A las 4 o 5 de la madrugada (los golpistas) estaban tomando la Base Aérea de Maracay.
-¿Ahí sí arrancó la intentona golpista?
-Exacto. Empiezan a tomar las unidades con muy mala planificación por parte de los líderes de esa insurrección, Luis Reyes Reyes, Francisco Visconti y todos ellos, quienes no consideraron resguardar el poder principal de la Fuerza Aérea que eran los F16, sino que empezaron a tomar los helicópteros, Hércules, Mirage.
-¿Por qué cree que pasó eso?
-Ellos tenían muchos pilotos de diferentes unidades, excepto de los F16, porque la doctrina está bien conformada y sólo confiaban en los 3 pilotos F16 que se metieron, que fueron (Luis Ranón) Reyes Reyes, (Luis Alberto) Plaza Paz y (Alexis José) Colina Sánchez, un general que botaron por corrupto. Para ellos fue un error grave no haber tomado los F16 y que el piloto de alerta y el de relevo, que estaban en la unidad, se montaron y despegaron. Si los F16 hubiesen apoyado esa insurrección, otro hubiese sido el resultado.
-¿Los F16 empiezan a volar con pilotos aliados del gobierno de turno?
-Si, dos pilotos y dos aviones, solamente.
-¿No fue sospechoso que a unos meses del 4F planifiquen el desfile de la Fuerza Aérea concentrando tal cantidad de aviones en Maracay?
-La realidad histórica ha demostrado que estaba comprometido el 25% de todo el personal, el otro 25% estuvo en contra y el 50% restante esperó a ver qué pasaba. De dónde viene la orden y quién la da, es lo que determina la decisión de un piloto cuando se monta a un avión, prende y lleva hasta 20 bombas; una sola bomba puede destruir una casa completa y el daño colateral es de unos 300mts. Un Bronco puede llevar dos; a Barquisimeto fueron 8 aviones y le echaron cohetes, bombas y cañones a todo lo que se consiguieron, buscando destruir los dos F16 que estábamos operando allá.
-¿Entonces el 27N fue mucho más violento y letal que el 4F?
-Por supuesto, ese es el problema del daño colateral que genera el arma aérea. En Caracas los Bronco llevaban dos lanzadores de cohetes y cada lanzador 32 cohetes; un cohete es como dos granadas de mano que explotan simultáneamente. Los golpistas, con todo el poder aéreo aplicaron ‘donde no te rindas, te ataco’ y se oían a personas conocidas advirtiendo eso.
-¿En qué sitios los golpistas causaron daño con los aviones?
-En la mayoría de las unidades militares en Maracay y Caracas; no se sabe cuál fue la verdadera consecuencia de los daños colaterales porque atacaron a civiles que no son objetivos militares. En Caracas ocurrió algo inédito, los Bronco disparaban en un lado y otro porque, aunque trataban de disparar a puntos específicos, causaron daños colaterales. Mucha gente murió ahí.
-¿Están cuantificados los muertos del 27N?
-Se habla de entre 200 y 300, porque ahí entra mucho militar, el que pasaba por el lugar. Es complejo y difícil entender las órdenes como “derribe los aviones que están sobre la Capital” y tú tienes el arma y el poder para poderlo hacer. Cuando voy detrás del avión, sé que debajo de él hay casas, edificios y el proyectil que no le pegue al avión, va para abajo; es pensar en la responsabilidad y consecuencias aun cuando ese avión enemigo está haciendo más daño porque está disparando sobre la capital y en algunos casos no contra objetivos militares, sólo para fracturar la institucionalidad democrática.
-¿Quién dio la orden de derribar todos los aviones que estaba sobrevolando Caracas?
-El presidente de la república Carlos Andrés Pérez.
-¿Cuántos aviones fueron derribados?
-(Silencio corto) Derribos formales, fueron tres; uno en Barquisimeto, uno en Maracay y uno en Caracas. Tucanos impactados sin derribo, solo daños, fueron 8; se impactó para efecto psicológico, de manera que, si golpeo un avión, el piloto va a decir ‘Yo no vuelo más porque ahí hay alguien y me va a matar’.
-¿Eso ocurrió en La Carlota?
-Al avión en La Carlota lo impacta una artillería antiaérea. No entendíamos por qué llegaron a esos niveles de locura y menos cuando escuchábamos los gritos de personas conocidas a través de las transmisiones. Nosotros sólo teníamos dos aviones que podíamos recargar de combustible, pero no de municiones, eran sólo dos aviones alerta con sus proyectiles. Las misiones empezaron a salir a cumplir la orden directa del presidente como única forma de neutralizar el daño contra la institución democrática.
-¿Qué fue lo que oyó a través de los radios que le causó tanta perturbación?
-En una de las misiones, cuando llegué a Caracas, pongo la frecuencia de la torre, clarito escuché a William Fariñas gritarle a un subteniente de un Bronco, lo que me hizo tomar la decisión final. El subteniente le dijo a Fariñas que está en tierra; ‘Mi comandante, yo no voy a disparar porque ahí hay civiles’. La respuesta de Fariñas fue: ‘Mald…nuevo, dispara’. Le confieso que antes de despegar nos habíamos dicho ‘no matemos a los pilotos’, por aquello de la doctrina de un avión muy poderoso contra otro, así como la doctrina de combate, la intención es neutralizar lo antes posible. Cuando yo oí a Fariñas, llamo por radio y digo que desalojen la Capital porque hay instrucciones de derribo, dando la oportunidad a que se den cuenta del poder del F16 contra cualquier avión.
-Quienes enfrentaron el Golpe derribando aviones son muy cautelosos en esa parte de la historia, ¿Es porque se menciona que violaron protocolos internacionales al atacar un avión aterrizando?¿No estaba justificado si lo más importante era salvar la república?
-Correcto. Y es tan importante esa pregunta porque ante el Derecho Internacional Humanitario y los tratados internacionales de conflicto hay cosas que dice el que se defiende que debieron ocurrir, similar al que dice que a un paracaidista que va cayendo no se le debe disparar. Ahora bien, si ese paracaidista, tiene granadas y fusiles en qué se convierte una vez que suelte el paracaídas, eso es muy diferente al que se eyecta para salvarse. Con el avión es igual cuando es de guerra y no de pasajeros, una vez que el avión aterriza no lo va a guardar en el hangar para lavarlo y sacarlo a pasear; lo van a rearmar para salir a atacar como lo hicieron cientos de veces. Si yo no mato al piloto, por lo menos le estoy salvando la vida y eso lo hicimos muchas veces en ese día fatídico para Venezuela y para la Fuerza Aérea, sino muchos de ellos no estuvieran echando el cuento. La capacidad de tiro de un F16 es de 6 mil tiros por minuto, pero la capacidad montada son 500; cumplimos varias misiones con varios ataques y solo gastamos 280 porque teníamos que rendir los proyectiles. Se obligaron a aterrizar los aviones en la madrugada.
-¿En el momento en el que desde el F16 se disponía a derribar a otro avión, llegó a pensar que en ese otro avión iba un compañero suyo?
Claro, claro. Y por eso, antes de comenzar a disparar, viendo lo que estaba ocurriendo, logramos que todos los aviones desalojaran. Mi voz y mi acento es muy particular porque soy de los Ándes, así que cuando empecé a hablar a través de los radios transmisores, advirtiéndoles “suelten el arma o les disparo”, supieron quién era yo y vinieron los insultos; recuerdo las voces de Fariñas, Rosales, que en paz descanse, y de otros.
-¿Quién de los que participó ese día le sorprendió a usted de manera particular?
-Mis compañeros de Mérida, mi ciudad natal; nacidos y crecidos ahí, con quienes jugué metras. No entendía qué pastilla les dieron para meterse en eso, Muchos me dijeron que los habían engañado, que les dijeron que se estaba destruyendo el país. La noche anterior hubo influencia de alcohol, de celebración por parte de los pensadores maquiavélicos a los niveles de Reyes Reyes, (Wilmar Alfredo) Castro Soteldo, William Ramón Fariñas y todos los de esa lista. Unas de las condiciones que pusieron, entre ellos Visconti, en los dos Golpes, es que el comandante de la Base Aérea, General Juan Antonio Paredes Niño estuviera preso, porque era un líder natural. Era lógico, porque obedecerían a Paredes y no a Visconti.
-¿Usted que piloteaba un F16, sintió miedo en algunos de esos momentos?
-No, realmente uno se entrena y estaba muy joven, recién casado. Uno se transforma, esa es la pasión y entrega al trabajo. Y el piloto de combate está solo, eres el de armamento, el navegante, el piloto, el que toma decisiones, lo que llevas y lo que puede hacerte daño. Es una formación integral del piloto. A pesar de que a la pista de Barquisimeto le lanzaron once (11) bombas, el avión tiene tanto nivel de supervivencia que en medio de los huecos se limpiaron las piedras y el avión despegaba y cumplíamos la misión, ellos tiraron bombas al dormitorio y al estacionamiento de los oficiales. El único miedo es volar y no regresar, pero en ese momento es tanta la adrenalina, las razones y las causas que no piensas más que en cumplir la misión.
-¿Usted en el avión iba solo?
Sí, los dos aviones eran monoplaza. Los Mirage, los F16 y los F5 eran por excelencia los aviones de caza. En la gestión del general Maximiliano Hernández Vásquez, estadista de la Fuerza Aérea, él logró coordinar la compra de veinticuatro (24) aviones, de los cuales seis (6) eran doble comando.
-¿Recuerda qué pensaba en ese momento estando en el aire?
-Cuando estaba en la cabecera preparándome para despegar, sin mucho tiempo para planificar, en esa misión que duró una (1) hora y diez (10) minutos, desde despegar de Barquisimeto e ir a Caracas, cumplir la misión y regresar. Antes de despegar me persigné y me dije a mí mismo ‘Dios ponga por delante lo que debe ser, no creo lo que está pasando, pero tengo esta misión’. Eso sí lo recuerdo.
-¿Después del 27N se encontró cara a cara con algunos de quienes intentaron tumbar al gobierno ese día?
-Sí, a muchísimos de ellos, algunos que eran mis compañeros y trabajamos juntos, otros que estuvieron presos. Muchos oportunistas, otros con mucha rabia y sed de venganza, sentimiento que aún muchos tienen, sobre todo los que aún reciben privilegios, tienen rabia porque no los dejamos hacer lo que querían en 1992 y nos ven a nosotros como los malos.
-¿Y a algunos de los jefes de ese 27N se los llegó a encontrar después?
Nunca me he encontrado con un Fariñas, un Castro Soteldo para decírselo en la cara. Desde el 11 de abril de 2002 a mí no se me permitió volar más, pero yo no me quería ir porque creí que esto iba a cambiar, aunque a un piloto que lo saquen del vuelo se desmoraliza; en Barquisimeto, durante mi último ascenso un coronel me dice que no quiere que asista al acto donde estaría el gobernador Reyes Reyes, pero yo le dije que sí lo iba a hacer. Se aseguraron de colocarme en una posición para que no quedara frente a él. Estuve siete años entre Puerto Ayacucho, El sombrero y Guasdualito, hasta que en el 2010 me votaron ilegalmente y después me persiguieron.
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