No solo los naturales, como en las tribus o comunidades llaman a quienes no son indígenas, buscan salir de territorio venezolano, huyendo del hambre y la miseria. La organización Kapé Kapé refleja que se ha dado una movilización masiva de waraos hacia Brasil “a pie, canalete y hasta en cola”. Así también, los del pueblo jivi de Amazonas se han ido marchando hacia Colombia.
La organización Kapé Kapé, que defiende y protege los derechos de los pueblos indígenas, está presidida por Armando Obdola; Hector Habanero, director general y Tatiana Núñez, Representante senior de Canadá.
“La travesía incluye moverse en embarcaciones a canalete por no menos de 7 días, desde el bajo Delta hasta el puerto de Barrancas del Orinoco en Monagas, con descanso de unos tres días, para continuar la ruta hacia San Félix navegando. El objetivo de los waraos es llegar a Brasil. En un viaje a todo riesgo para cruzar la frontera caminando y pidiendo cola”, destaca la ONG.
Dice que según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), creada después de la Segunda Guerra Mundial, el 65% de los indígenas venezolanos que se registran en Brasil han solicitado asilo, y el 66% es de la etnia warao. Acnur contabilizó, hasta junio de 2020, que en Roraima había unos mil 300 waraos: más de 970 en Pará y 600 en Amazonas.
La emisora Radio Fe y Alegría Noticias da cuenta que los indígenas se desplazan en no menos de 49 embarcaciones. “Kapé Kapé pudo confirmar con voceros de Barrancas del Orinoco, que este éxodo de indígenas warao comenzó desde hace un mes aproximadamente y que este es el grupo más grande que se ha movilizado en conjunto hasta ahora”, denunciaron el 29 de octubre.
Hacia Colombia
Mientras los waraos se desplazan hacia Brasil, la migración indígena de Amazonas lo hace hacia Colombia. “Indígenas del eje carretero sur, específicamente del pueblo jivi, se siguen yendo de sus comunidades ante las precarias condiciones socio-económicas en las que se encuentran en su territorio de origen”, revela Kapé Kapé.
La ONG destaca que habitantes de las comunidades Coromoto, Platanillal, Rueda, entre otras, han migrado a Colombia en los últimos 3 meses (de agosto a octubre), buscando mejores condiciones de vida que hoy no tienen garantizadas en sus comunidades en vista de la crisis humanitaria compleja que atraviesa el país. “Algunos de ellos tienen doble nacionalidad o son descendientes directos de indígenas colombianos”.
A los indígenas que huyen de territorio venezolano no les importan los controles ni las restricciones sanitarias del gobierno ante COVID-19. “De la comunidad Platanillal se han marchado en los últimos 3 meses 69 adultos, 4 de ellos de la tercera edad, 16 niños y 17 adolescentes. Mientras de la comunidad se han ido a Colombia, buscando mejorar su situación, 17 adultos y 18 niños, según los datos suministrados a Kapé Kapé por voceros comunitarios del eje carretero sur”.
Califican de inédita, para Venezuela y la región, la migración forzosa indígena, así como la venezolana en su totalidad, lo que ha abierto “el debate entre organizaciones y países receptores sobre el tratamiento que debe dársele a los indígenas desde la perspectiva de los derechos humanos”.
Los indígenas se han desplazado mayoritariamente al Departamento Vichada, específicamente a Puerto Carreño y Cumaribo y el Departamento Guainía.
Hace tres días Kapé Kapé alertó, con información de Radio Fe y Alegría, que “autoridades militares venezolanas obligaron a volver a sus tierras a un grupo de waraos del estado Delta Amacuro que huían de la crisis humanitaria con destino a Brasil”.
Según relatan los waraos ya habían llegado a tierra en los Barrancos de Fajardo, San Félix, estado Bolívar, cuando los militares los detectaron y los obligaron a regresar por la misma ruta.
“Hasta inicios de noviembre de 2020, no se conoce con exactitud el número de waraos que han decidido partir desde la selva deltaica porque ya no aguantan el hambre”, siempre con la esperanza de ser recibidos en Brasil”, destaca Kapé Kapé.
La crisis los arropa
La crisis de los indígenas en Venezuela es abrumadora. Es indignante el uso que se hace de los indígenas por parte de los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), del gobernador de Bolívar, general Justo Noguera Pietri, de la ministra de los Pueblos Indígenas, Yamilet Mirabal, incluso del canciller Jorge Arreaza y por supuesto de Nicolás Maduro.
No es solo abandono y miseria, son condiciones que los arriman al hambre, sus tierras esquilmadas y ocupadas por la ambición y muerte que les trajo el Arco Minero. Han debido recurrir a protestas, a trancar la carretera y sino huyen del país.
La organización Kapé Kapé destaca que un grupo de indígenas de la comunidad Villa Nueva, en la parroquia Parhueña, municipio Atures, estado Amazonas, desarrollaron una protesta, a la altura del puente Topochito, porque desde hace dos meses no tienen luz eléctrica, después que se quemó un transformador.
El 29 de octubre, Kapé Kapé dijo que habitantes del sector Puente Cataniapo en Amazonas, trancaron la vía protestando por la prolongada falta de gas.
“Durante varias horas los habitantes de diferentes comunidades cercanas se manifestaron trancando la vía que lleva hacia el puente Cataniapo, única vía terrestre hacia el puerto fluvial de salida hacia los municipios del interior del estado; reclamaron la falta de distribución de los cilindros del gas doméstico desde hace más de tres meses”.
A final de tarde, ese día, llegó al lugar de la protesta Edgildo Palau, Director de PDVSA Gas Amazonas y el General de Brigada Pedro García, Comandante del Comando de Zona Número 63; se comprometieron que en ocho días la empresa despacharía los cilindros de gas de 10 kilogramos y dentro de diez días buscarían los cilindros vacíos de 43 kilogramos.
Las promesas
La ONG también destacó que unos 220 consultorios populares, ubicados en los caseríos indígenas de los municipios Antonio Díaz, Pedernales y la parte fluvial de Tucupita, desaparecieron en los últimos cinco años.
“Los hospitales tipo l ubicados en el municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro han pasado los últimos cinco años sin medicinas, ni insumos médicos; los centros de salud sólo tienen infraestructuras en tres de las comunidades más pobladas del bajo Delta”.
Agrega Kapé Kapé que “este 2 de noviembre la población warao fue sorprendida por el anuncio de la gobernadora del estado Delta Amacuro sobre la entrega de ambulancias repotenciadas para el sector fluvial de los municipios de la entidad”.
“Dirigentes indígenas reaccionaron cuestionando la promesa, recordando los 5 años de abandono en los que están sumergidos los centros de salud, sin ambulancias para el transporte fluvial para el traslado de las emergencias”.
Un dirigente indígena le dijo a Kapé Kapé que en la apartada geografía hay tres centros de salud con excelentes infraestructuras, pero “no hay medicina, las enfermeras atienden los partos con antorchas o con linternas si las consiguen”.
“El dirigente Mónico Campero denunció la muerte de indígenas waraos por tuberculosis en las comunidades de Santa Rosa de Araguao y San Antonio en la parroquia Santos de Abelgas”, dice la organización destacando que Campero les dijo que “la muerte de Argelio Martínez de 34 años de edad por la enfermedad, sin ningún tipo de atención por falta de transporte para el traslado de los afectados”.
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