“Están infiltrados, estaban infiltrados hace tiempo”, aseguró Diosdado Cabello cuando habló, el 28 de marzo 2020, en su programa de televisión, sobre lo que después fue la Operación Gedeón. Ahí se lució dando explicación detallada de lo que sabía y de lo que inventó. Lo que nadie explica es cómo habiendo evidencia de lo infiltrada que estaba esa Operación, asesinaron el 3 de mayo a un grupo de jóvenes y aun hoy, 11 de octubre, cinco meses de aquella acción el gobierno de Nicolás Maduro no ha dado oficialmente los nombres de todos los muertos.
Casi dos meses antes, el 17 de marzo, detienen al primer teniente (GNB) Rubén Darío Fernández Figuera, alias Buho, uno de los hombres de los campamentos, cuando pasa de territorio colombiano al estado Zulia. Después, el 26 de marzo, el general Cliver Alcalá, quien era el comandante de la Fuerza de Tarea, fue trasladado a EEUU por la DEA.
El capitán (GNB) Antonio Sequea Torres asumió el control de los campamentos y llevó a medio centenar de militares a una emboscada el 3 de mayo 2020. Obligó a todos los militares a raparse la cabeza, unos días antes de embarcarse, quizá porque así sería más fácil que los identificaran los funcionarios del FAES que los estaban esperando. Sólo se salvaron de la máquina de afeitar el propio Sequea, su cuñado Fernando Andrés Noya, Josnar Baduel Oyoque, los estadounidenses Luke Denman y Airan Berry, y algunos de sus hombres de mayor confianza.
El ex diputado Wilmer José Azuaje Cordero, quien inicialmente perteneció a la revolución bolivariana, hasta que fue expulsado del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), actualmente pertenece al partido Primero Justicia (PJ). Ha estado preso y es un ácido denunciante. Su más reciente acción tiene que ver con la presentación de gran cantidad de fotografías forenses y material criminalístico exclusivo sobre lo ocurrido en la Operación Gedeón.
Hay que destacar que Azuaje, como director del Observatorio Venezolano para la Protección de los Derechos Humanos, presentó evidencias de las cuales se deducen varias cosas. La primera es que las autoridades siempre supieron quiénes eran los hombres asesinados, pero no solo no se lo dijeron al país, tampoco se lo notificaron a los familiares de esas personas, mientras los cuerpos iban descomponiéndose y haciendo más difícil su identificación. La madre del capitán Colina tuvo que reclamar públicamente, ocho días después, que se le permitiera reconocer el cuerpo de su hijo.
Los hombres de las primeras lanchas, que dirigió el capitán Colina, y que fueron asesinados, no vestían trajes ni zapatos de combate, portaban documentación de identidad, incluso algunos pasaportes, cédulas, tarjetas de débito y fotos familiares.
Asegura Azuaje que esos hombres “fueron masacrados”, a la vez que explicó, para sustentar su afirmación, que “los impactos de bala son de próximo contacto, disparos fijos, se evidencia que a esas personas, estando vivas, las arrastraron, les pegaron en los glúteos, hay cuerpos que incluso tienen más de 20 o 30 impactos de bala, y ellos dijeron al mundo que fue un enfrentamiento desde 40 o 50 metros de separación”.
A su juicio fueron ejecutados. “Los cadáveres presentaron signos de tortura y fueron arrastrados. Recibieron disparos en el pecho para causar la muerte inmediata”, dijo Azuaje quien aseguró que llevará el caso ante la Corte Penal Internacional (CPI), a quien le reclamará respuesta.
De Cabello a Sequea
“Esta investigación viene desde hace seis meses”, aseguró Cabello aquel 28 de marzo 2020, en Con el Mazo, cuando presentó al mayor Juvenal Sequea como cabeza de uno de los grupos de lo que llevó a la Operación Gedéon. Quiso así darle relevancia a quien fue hombre de su confianza, porque ese Mayor de la Guardia Nacional estuvo encargado de controlar, años atrás, una finca del presidente de la Asamblea Constituyente.
El que realmente participó como jefe de la Operación Gedeón fue otro Sequea, el capitán Antonio Sequea Torres, hermano de los mayores Juvenal y Juven. Quien fuera custodio de la finca de Diosdado hoy está preso en Colombia, después de que autoridades de ese país lo detuvieran bajo sospechas de acciones que cometieron en territorio colombiano, supuestamente sirviendo al régimen venezolano.
Todos aquellos que conocieron a los hermanos Sequea Torres, incluso desde la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) marcan profundas diferencias entre ellos; el más astuto, con mucha atracción por el dinero, carente de escrúpulos y con alto grado de mitomanía, resaltando su liderazgo con la lisonjería, es el capitán, Antonio.
El Mayor (GNB) Juven es más serio, pero sin ningún tipo de liderazgo. Juvenal demostró siempre estar a la sombra de Antonio, con facilidad para convencer con historias, aunque no tuviesen ninguna base. Ninguno resaltó por ser buen oficial, ni siquiera por la preparación o el estudio que caracteriza a los oficiales destacados.
Hechos ocultos
Varios hechos demuestran que hubo intención de ocultar el nombre de los muertos, no solo ante el país, sino ante los familiares. Horas después del hecho aparece en televisión, a las 7:40 AM, el Ministro del Interior y Justicia, general Néstor Luis Reverol, diciendo que “en la madrugada de hoy 3 de mayo 2020, pretendieron realizar una invasión, por vía marítima, un grupo de mercenarios terroristas, procedentes del Colombia, con el fin de cometer actos terroristas en el país, asesinatos a líderes del gobierno revolucionario, incrementar el espiral de violencia, generar caos y confusión en la población”.
Aseguró que “gracias a la acción efectiva y oportuna de nuestra Fuerza Armada y de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) fueron abatidos unos y detenidos otros, así como la incautación de fusiles de asalto”, advirtiendo que más adelante darían detalles “porque la operación continúa”.
El Ministro de la Defensa, salió ante el país, a las 2:10 de la tarde, después que ya lo había hecho Reverol y Diosdado, las redes estaban llenas de información, incluso ya había circulado la fotografía de alias Pantera muerto.
La estrategia de Diosdado
A las 10:30 AM, en las pantallas de VTV, aparece Diosdado Cabello, en el Palacio Federal Legislativo, rodeado de integrantes de la Constituyente, para hablar de la Operación Gedeón. Ahí anunció que, así como tenían información de unas armas que iban a ingresar a Venezuela, “nos llegó una información de que iba a haber un ataque por vía marítima”.
Aseguró que la acción “fue repelida por nuestra gente en los organismos de seguridad en las playas de Macuto”, con saldo de ocho personas muertas e incautación de lote muy importante de armas y de vehículos. “Casualmente una de las personas fallecidas en el encuentro armado es un mercenario terrorista apodado Pantera”.
“Otra de las personas identificadas es de apellido Peralez Sequea, presumiblemente familia de tres de los mercenarios de este grupo”, informó Diosdado, a la vez que aseguró que uno de los dos detenidos “es un narcotraficante, agente de la DEA, dicho por él mismo, y está demostrado por operaciones que hizo”, dijo refiriéndose a alias Pepero a quien no identificó con nombre y apellido.
Ahora bien, de esa declaración de Cabello hay varios hechos qué resaltar.
1-Tenía información precisa de la Operación e incluso sabía que ingresarían por las costas de Macuto, a 30 kilómetros de Caracas. Su relación con Antonio Sequea lo sabían muchos de los participantes de Gedeón como de la Operación Libertad.
2-Dijo la verdad en cuanto a que la acción la repelen funcionarios de los cuerpos de seguridad, porque no fue la Fuerza Armada Nacional (FANB) quien actuó, fue la unidad de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) adscrita al Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), que dirige uno de los hombres de Diosdado, el general Gustavo González López.
3-Fue el único funcionario que anunció la muerte de ocho de los hombres de la Operación Gedeón, entre ellos precisó claramente la del capitán Robert Levid Colina Ibarra, alias Pantera y la del ex Dgcim César Andrés Peralez Sequea. Ningún organismo o funcionario volvió a hablar de los muertos.
4-Se refirió a solo uno de los detenidos, alias Pepero. Lo que no dijo fue dónde detuvieron a José Alberto Socorro Fernández, nombre de Pepero, porque él no estaba en ninguna de las lanchas. Además, se guardó de indicar, en ese momento, que el supuesto funcionario de la DEA es un individuo relacionado con el narcotráfico, con vivienda en Caracas y donde los tres hermanos Sequea Torres vivieron varios meses después de la Operación Libertad del 30 de abril 2019.
5-Cabello quiso ratificar que hubo enfrentamiento, para despejar las dudas de lo que ahora el exdiputado Azuaje prueba con fotografías de los cadáveres.
6-Nunca apareció el gran lote militar, más allá de un pequeño grupo de armas, entre esas las más poderosas fueron las dos AFAG que estaban sobre las dos camionetas estacionadas en Macuto. Tampoco había tal lote de vehículos del que habló Cabello.
Por ahora, hay varios de los detenidos en esa Operación que fueron presionados para que se declararan culpables. No les han permitido tener abogados privados. Les impusieron defensores públicos, que no tienen interés alguno en defenderlos y por el contrario están más interesados en instruirlos en que no denuncien la violación de sus derechos humanos y les piden que se declaren culpables, con la excusa que así saldrán muy pronto. Esa es una estrategia de los tribunales, jueces, fiscales y defensores públicos que empezó a ser impuesta desde el Golpe Azul en el 2015.
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