El mensaje de un ex preso político venezolano al embajador argentino en la OEA: “Justificar las torturas es una bajeza”

Vilca Fernández, desterrado en Perú por el chavismo, criticó duramente a Carlos Raimundi, el funcionario de Alberto Fernández que defendió al régimen de Maduro. “Qué tienen que ver las sanciones con colocarle electricidad en los testículos a alguien”, denunció

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El reclamo de Vilca Fernández, ex preso torturado en Venezuela, a Carlos Raimundi, representante de Argentino ante la OEA

Era un dirigente estudiantil que salió, como miles de jóvenes a protestar a la calle, a criticar al Gobierno, pero un tuit lo llevó a la cárcel, a la tortura y al destierro. Propone que los venezolanos califiquen persona no grata al representante de Argentina ante la Organización de Estados Americanos. “Cuando Raimundi se expresa como lo hizo en la OEA está justificando la política sistemática de violación a los derechos humanos. Es lamentable que el presidente Fernández haya colocado en la OEA a un funcionario cómplice de la tiranía de Maduro y que justifique la tortura y prisión política”. Él es Vilca Elohin Mardonio Fernández Marcano.

En el 2014 “siendo Miguel Rodríguez Torres ministro del Interior, ordenó mi captura a nivel nacional y pasé a la clandestinidad”, dice. En el 2015 fue candidato a la Asamblea Nacional, pero no resultó ganador.

La excusa empezó cuando Diosdado Cabello dijo en su programa televisivo, en alusión a Vilca Fernández: “En vista de que la Policía de Mérida no te detiene, yo lo haré, te voy a meter preso”. El dirigente estudiantil le respondió a través de un tuit: “Tienes los días contados. Tienes cuentas pendientes con la justicia. No te tengo miedo”.

Eso fue suficiente para ofender a Cabello Rondón, diputado y segundo en el partido de Gobierno, quien desde hace años controla el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), a través del general Gustavo González López. Es así como el SEBIN lo detiene el 31 de enero 2016; Fernández permaneció, dos años y cinco meses, preso en El Helicoide, sin juicio, hasta ser desterrado hacia Perú el 14 de junio 2018.

Salió gracias a una protesta de los presos en El Helicoide: los líderes, entre otros fueron, Daniel Ceballos, Lorent Saleh y Vilca Fernández. “Me sacaron del calabozo, me quitaron el grillete electrónico que siempre tuve en el tobillo izquierdo aun dentro del calabozo, me montaron en una camioneta del SEBIN, me llevaron esposado al aeropuerto de Maiquetía, me subieron en un avión y me desterraron del país; la boleta de excarcelación decía que debía presentarme a los 15 días ante el tribunal”.

Se considera privilegiado de haber estado con presos políticos muy valientes. “Lo que me ayudó a no quebrarme, también fueron mis compañeros; ahí estaba Daniel Ceballos, Renzo Prieto, Roony Navarro y gran cantidad de presos políticos, los hermanos Guevara que tienen 16 años ahí secuestrados”.

Da gracias a Dios por haber salido del Sebin. “Uno no sabe si va a salir vivo de ahí. Yo vivía un día a la vez. Cada vez que amanecía daba gracias a Dios porque había logrado sobrevivir un día más. Sería inmoral no seguir luchando por los que ahí siguen encerrados”.

-¿Hubo respeto al debido proceso en su juicio?

-Eso no existe en Venezuela. No hay separación de poderes. No hay autonomía ni en jueces, fiscales, defensoría del Pueblo. Fui secuestrado, porque no hubo orden judicial de captura, no se me explicó por qué se me detenía, desaparecido ante el mundo durante tres días, durante los cuales me tuvieron encerrado en una oficina, sin derecho a nada. Me presentaron ante el tribunal 17 de Control de Caracas, a cargo de la juez Miriam Vielma, y luego hubo más de 30 audiencias postergadas.

-¿Quién fue el juez de su caso?

-Nunca me hicieron juicio, me llevaron al Tribunal 24 de Juicio de Caracas, cuya juez es Blanca Pacheco.

-¿Quién firmó su boleta de excarcelación?

Nunca la vi.

Momento en que Fernández llega
Momento en que Fernández llega desterrado a Perú en el 2018

-¿Qué le dijo el Sebin cuando lo sacó para el aeropuerto?

Nada. Llegaron, después de las 10 de la mañana, a la celda donde tenía más de un mes aislado, durmiendo en el piso, me dijeron: ‘te vas’. Más nada. Me hicieron firmar una hoja, que no me dejaron leer. Me quitaron el grillete, que tuve por un año, y que no me dejaba dormir en las noches porque lanzaba corrientazos cada una o dos horas. A punto de salir me obligaron a grabar un video donde debía decir que el trato que me dio el Sebin fue bueno; eso lo hacen con todos los prisioneros. No existe un solo video, grabado por un preso político en custodia, que no sea bajo amenaza y coacción.

-¿En qué condiciones estuvo detenido en el Sebin?

-Atroces, terribles. Cuando ingresé a la zona de detenidos el primer contacto con el Inspector de Guardia fue cuando me dijo: ‘bienvenido al infierno’. Me esposaron de la muñeca izquierda y me guindaron a una reja durante 30 días, en un pasillo oscuro, a una reja que daba a la cañería de las mazmorras del Helicoide; casi no dormía, parado, a veces trataba de colocarme en cuclillas: convivía entre ratas. De ahí me pasaron para una celda con hacinamiento terrible, con 60 presos comunes y el preso político Jeimmy Varela. Ahí no había agua, baño ni luz. El Sebin busca la destrucción física pero también moral de uno. Tenía que hacer barquitos.

Imagen de uno de lso
Imagen de uno de lso videos del día que ocurrió el motín en El Helicoide

-¿Barquitos?

Los prisioneros hacíamos ‘barquitos de papel’ para las necesidades básicas. Teníamos que defecar delante de 60 personas más. Se colocaban en una bolsa y a veces permanecía 3 y 4 días ahí. Imagínese la contaminación. Pasábamos hasta una semana sin bañarnos. Ahí viví cosas espantosas.

-¿Usted se sintió torturado?

-No fue que me sentí. Yo sufrí la tortura en carne propia. No existe un prisionero en Venezuela, en este momento, que no sea torturado, física o psicológicamente, incluso ambos, como en mi caso. Yo y otros compañeros, entre esos el diputado Renzo Prieto, recibimos una golpiza por más de 15 funcionarios, luego me paseaban por los calabozos y el pasillo. Tuve encerrado en El Bañito, que aún existe.

Vilca Fernández narra a Infobae parte de la tortura que vio y sufrió en el SEBIN - Venezuela

-Ahí están unos de la Operación Gedeón.

-De Gedeón y del dron. Es un bañito pequeño, con una puerta negra; solo entra aire por la rendija del escalón y la puerta. Ahí no hay agua ni luz, ahí sudan las paredes. Aun así, uno escucha a funcionarios en el mundo decir que no hay tortura en Venezuela, o el descaro del ilegítimo Fiscal General o Defensor decir que no hay tortura, cuando yo la viví, cuando a un metro mío de la reja vi cómo estaban guindadas las personas y les caían a golpes con una tabla, estando desnudos, y les daban tanto hasta que los quebraban por dentro, hasta que ya no podían levantarse. Yo lo vi, no me lo contaron. Vi cómo le meten electricidad en los testículos a una persona, como le meten una bolsa plástica con gas lacrimógeno. Encima de una celda en la que estuve, estaban las brigadas u oficinas donde llevaban los recién detenidos, para que no supiéramos quiénes eran y para que el mundo no supiera que tenían a alguien secuestrado.

-¿Qué escuchaban?

-Escuchábamos los gritos, los corrientazos. Y cuando le preguntábamos a los custodios, respondían: ‘eso es para que se pongan serios, para que no se porten mal porque eso es lo que les va a tocar’.

-Usted salió del Sebin con más ahínco y no ha dejado de protestar. ¿Por qué usted no se quebró o no lo quebró la cárcel?

-(silencio corto) No sé si en algún momento no llegué a quebrarme, pero en un encierro así viví diferentes etapas, pero nunca perdí la esperanza, la fe en Dios, el compromiso con mis hijos, el recuerdo de la familia, las cosas positivas y bonitas de la vida, el azul del cielo, cosas que en la vida diaria no le das importancia, por ejemplo, la lluvia. Ahí adentro, sin acceso a la luz solar ni ver el cielo, aprendes a valorar esas cosas y sueñas con volver a vivirlas. Estoy convencido en que solo luchando se puede vencer. Nunca dejé de denunciar, ni de pelear. No callarme, les generaba no solo incomodidad, sino miedo, porque los funcionarios están claros que cometen un delito contra quienes estábamos ahí. Salí con más ahínco, porque sé que, en el rincón, en el pedazo de piso de la celda donde yo estaba, hoy hay alguien más que es inocente.

-¿Entonces, se le hicieron cotidianas las lágrimas en ese lugar?

-Sí, sí, claro, los hombres también lloramos. Llorar es parte de la fortaleza, del crecimiento, así como la alegría. El régimen me había quitado todo, pero siempre dije que jamás me quitarían la sonrisa y no permití que me destruyeran por dentro y por eso siempre trataba de reír, de levantarle el ánimo a los compañeros. Lo que viví tal vez fue necesario para entender el nivel de criminales que tiene Venezuela hoy como régimen. Ahí perdí la capacidad de asombro sobre el nivel de maldad de una persona. Esos criminales no tienen límite para hacer maldad; Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, los hermanos Rodríguez, Maduro, los comisarios Carlos Calderón y Ronny que ahora están en el FAES; había uno al que le decían El Perro, el comisario Villegas, era impresionante cómo torturaba y golpeaba a los presos. Cuando les decía que lo que hacían era violación de derechos humanos, respondían que estaban en el poder y ‘si mañana tenemos que pagar, pues lo hacemos’, así de descarados.

Funcionarios en la entrada del
Funcionarios en la entrada del Helicoide - Venezuela

-¿Todos eran tan malos?

-No, al contrario. Los funcionarios son parte de no perder la esperanza de que Venezuela tiene salvación y de que iba a salir vivo de ahí. Muchos funcionarios solidarios me brindaron un vaso de agua, un pan, tuvieron un gesto amable e incluso colaboraron para que la denuncia llegara. Son funcionarios convencidos de que eso debe cambiar. Muchos de ellos tienen miedo, porque el costo de rebelarse es muy alto; muchos están presos, otros no están ahí.

-Testimonios como lo suyo hacen pensar en lo dicho por el representante de Argentina ante la OEA, Carlos Raimundi, en la discusión del informe de la ONU. ¿Qué piensa sobre eso?

-Carlos Raimundi es de esas personas que representan un retroceso en la lucha por los derechos humanos, que no pueden representar a un país. Raimundi es de las personas al servicio de la tiranía. Justificar las torturas y la escalada de represión por las sanciones y bloqueos económicos contra funcionarios, es una bajeza. ¿Qué tiene que ver las sanciones con colocarle electricidad en los senos a una mujer? ¿Qué tiene que ver sancionar a un delincuente como Tareck El Aissami con colocarle electricidad en los testículos a una persona? ¿Qué tienen que ver las sanciones con que el Sebin, Dgcim, en Ramo Verde o en cárceles comunes no ejecuten la orden de un tribunal de darle libertad a una persona que cumplió su condena? Habla de la autodeterminación de los pueblos, de no inmiscuirse en la política interna de los países, pero sí pueden justificar al régimen tiránico de Venezuela cuando comete violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Los delitos de lesa humanidad no tienen frontera.

La exposición de Raimundi, el embajador argentino ante la OEA

-Nicolás Maduro, en diciembre 2019, solicitó a Perú su extradición porque usted habría tenido participación en la Operación Aurora, asalto de militares e indígenas a un puesto militar en la frontera con Brasil. ¿Tuvo usted que ver en esa Operación?

-Cuando la Operación Aurora se ejecutó yo estaba en Perú y difícilmente tengo superpoderes para estar en dos sitios a la vez. Eso que ocurrió en el estado Bolívar es demostración clara de lo que ocurre en los cuarteles venezolanos, el descontento contra el tirano. La base de la FANB no le responde a Maduro, ni a Padrino, ni a Cabello; la mayoría de quienes están en la Fuerza Armada también son presos del sistema. Están infiltrados por cubanos y guerrilla. Me han llegado fotografías de la zona fronteriza de Táchira donde los colectivos y grupos guerrilleros duermen en las literas y los soldados en los pisos. Lo que le dolió a Maduro es que yo tenía la información de que habían secuestrado a un militar de esa Operación y lo querían asesinar, mientras ellos habían filtrado que estaba muerto.

-De tener la posibilidad, ¿qué le diría usted a Nicolás Maduro?

Que es hora de que entregue el poder. Cada día que pasa está más ahogado y cercado. Si valora su vida y la de los suyos, si tiene un poquito dignidad, que estoy convencido que no la tiene, debería entregar el poder. Él se va a enfrentar si o si a la justicia. Tiene los días contados en el poder. Que aproveche esos pocos días para que haga una negociación.

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