Cuál es la nueva estrategia del régimen de Maduro para evitar las sanciones de Estados Unidos al comercio de petróleo

La empresa estatal PDVSA ha comenzado a ofrecer acuerdos que incluyen el envío de sus cargamentos, ante la imposibilidad de encontrar buques dispuestos a llevarlos

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Un buque petrolero anclado en
Un buque petrolero anclado en una refinería de la petrolera estatal venezolana PDVSA, controlada por el régimen de Nicolás Maduro. Foto: REUTERS/Henry Romero

La petrolera estatal de Venezuela, PDVSA, ha comenzado a ofrecer acuerdos de exportación que incluyen el envío de crudo a puertos de destino para los clientes que no encuentran firmas navieras para hacerlo debido a las sanciones de Estados Unidos, según reportó este viernes la agencia Reuters.

Washington ha vetado a varios propietarios y operadores de tanqueros y advertido que sancionará a cualquier buque que facilite las exportaciones petroleras de Venezuela mientras endurece sus restricciones al comercio del país sudamericano.

Estados Unidos busca debilitar el control del poder que tiene Nicolás Maduro al derribar los despachos de petróleo y privar al régimen de los dólares, que constituyen su principal fuente de ingresos.

La mayoría de las firmas navieras está evitando Venezuela debido a las sanciones, lo que dificulta y encarece contratar tanqueros, contribuyendo a una caída en las exportaciones petroleras del país a su nivel más bajo en casi 80 años.

Desde al menos abril, Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha pactado acuerdos con clientes nuevos y antiguos que la hacen responsable de los costos de envío y, en algunos casos, de los aranceles aduaneros, según los documentos.

“Estamos comenzando a usar nuestra flota propia y flota controlada”, dijo un ejecutivo de PDVSA a Reuters.

Según los nuevos acuerdos, los compradores designan los puertos donde quieren que el crudo sea entregado y PDVSA es responsable de transportar el petróleo hasta allí. PDVSA por décadas había colocado casi la totalidad de sus exportaciones mediante contratos en que los compradores envíaban barcos a los puertos venezolanos para recoger el crudo.

La estrategia, implementada antes por otros países bajo sanciones estadounidenses como Irán, podría ser de corta duración si PDVSA no logra reunir suficientes buques para transportar su petróleo.

Aparte de viajes cortos a Cuba, la mayor parte de la flota de PDVSA ha permanecido en aguas venezolanas durante el último año debido a que las sanciones han dejado muchos barcos sin el seguro o la certificación necesarios para salir a aguas internacionales, o porque no son aptos para navegar.

Algunas embarcaciones ya no tienen operadores porque PDVSA incumplió pagos a las compañías que las administraban o a sus tripulaciones.

Foto de archivo del logo
Foto de archivo del logo de PDVSA en un tanque en la refinería de Puerto Cabello, estado de Carabobo. Foto: REUTERS/Marco Bello

Bernhard Schulte Shipmanagement de Alemania devolvió más de una docena de tanqueros a PDVSA en 2019 después de que la empresa venezolana acumulara millones de dólares en tarifas sin pagar por su operación.

PDVSA no ha cumplido muchos programas de mantenimiento al no poder importar piezas y equipos, o enfrenta dificultades para pagar por refacciones. La compañía también ha enfrentado demandas e intentos de incautación por parte de astilleros extranjeros que realizaron reparaciones.

PDVSA posee con PetroChina cuatro grandes tanqueros construidos en China que pueden transportar hasta 2 millones de barriles cada uno, pero esa flota, controlada por CV Shipping -una sociedad entre ambas- podría perderse si el tribunal superior de Singapur decide que las embarcaciones serán embargadas o subastadas para pagar a acreedores.

De más de dos docenas de tanqueros que PDVSA controla, solo cuatro tienen clasificación y seguro vigentes, según fuentes navieras y de la compañía.

En camino

En julio, PDVSA envió una carta a uno de sus clientes de larga data, Tipco Asphalt de Tailandia, proponiendo utilizar sus buques Arita y Parnaso para exportar crudo con el costo del flete incluido, según los documentos.

Tipco aceptó el acuerdo para disponer del Arita, incluyendo un cronograma preliminar para que la carga zarpe en agosto. Dos contratos de fletamento negociados por Tipco para viajes desde Venezuela fueron cancelados por los armadores en junio y julio.

Tipco solicitó permiso del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que supervisa el régimen de sanciones, para continuar recibiendo petróleo venezolano en virtud de un contrato de suministro a largo plazo firmado antes de que se impusieran las sanciones, según las fuentes.

Incluso bajo los nuevos arreglos, PDVSA enfrenta problemas para hacer entrega de los cargamentos. El primer embarque que zarpó bajo el nuevo modelo fue en el petrolero con bandera panameña MT Kelly, que se dirigió a Turquía con 1,96 millones de barriles de crudo pesado en abril, según los documentos.

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Foto de archivo de una instalación de PDVSA en Lagunillas. Foto: REUTERS/Isaac Urrutia

El barco dio un giró de 180 grados cerca de Turquía y volvió a pasar el Estrecho de Gibraltar para bordear África en ruta hacia Medio Oriente. Su señal satelital permanece apagada desde el 22 de junio, según datos de Refinitiv Eikon, por lo que no está claro si entregó la carga.

Las sanciones han dejado unos 20 millones de barriles de crudo venezolano varados en altamar, mientras PDVSA lucha por encontrar refinerías que los tomen.

Las medidas de Estados Unidos también han llevado a algunos propietarios a cambiar los nombres de sus embarcaciones antes o después de transportar petróleo venezolano, y a apagar sus satélites para evitar ser detectados mientras se encuentran en aguas venezolanas, según los datos de Eikon.

Otras empresas marítimas han optado por mantenerse alejadas de cualquier negocio relacionado con Venezuela. "Este es un momento realmente tóxico para hacer negocios con Venezuela", dijo un funcionario diplomático involucrado en conversaciones relativas a sanciones.

(Con información de Reuters. Reporte de Marianna Parraga en Ciudad de México. Reporte adicional de Luc Cohen en Nueva York, Chayut Setboonsarng en Bangkok y Daphne Psaledakis en Washington. Editado en español por Vivian Sequera y Javier Leira)

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