Ahora la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) tiene un general de división, es decir de dos soles, encargado para una pequeña porción del territorio, la de las trochas, como son llamados los pasos ilegales, en la frontera de Venezuela con Colombia. Al alto oficial llamado Alejandro Javier Benítez Marcano, número 11 de su promoción, José Trinidad Morán 1990, lo designaron como comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral Especial Sucre, que acaba de ser creada.
No hay plazas vacantes suficientes para la cantidad de generales, de los cuales muchos se quedarán en sus casas y otros son enviados a cargos que corresponden a un oficial de menor grado militar. Este año se crearon tres direcciones para poder darle una silla dónde sentarse a tantos mayores generales: la Dirección Conjunta de Fuerzas Especiales para el MG (GNB) Carlos Alfredo Pérez Ampueda, la Dirección Conjunta de Acción Naval para el almirante Carlos Antonio Vargas Escalona y la Dirección Conjunta contra el Terrorismo para el MG (GNB) Isidro José Lugo Becerrit.
Más dramática aún es la cantidad de divisionarios y generales de Brigada. “Hay más generales que aviones”, dice un general de la Aviación, quien resalta como parte de los entuertos que hay en la Fuerza Armada que “un general es el Comandante del grupo 16 , cargo que es para un teniente coronel. Venezuela no necesita más de 100 generales”.
La estrategia es clara, entre más generales haya, más se dispersa el mando, y así Nicolás Maduro no corre riesgo alguno con alguna conspiración en la Fuerza Armada. “No es casual que este año haya realizado más de 3.280 ascensos, porque así va congestionando toda la estructura de la FANB”.
El nuevo jefe de la REDI Los Andes, Ovidio de Jesús Delgado dijo que el objetivo de la ZODI Especial Sucre creada para Benítez Marcano, se encargará de controlar y vigilar los municipios del Táchira con mayor porcentaje de pasos irregulares para así evitar el ingreso de ciudadanos venezolanos por esas vías, con el fin de frenar la propagación de la COVID-19.
Para lo que han dispuesto 500 funcionarios de la FANB entre personal profesional y tropa. Dejó bien claro que esa ZODI estará dedicada única y exclusivamente a evitar el ingreso por trochas y a tomar las acciones legales correspondientes.
Advirtió que toda persona que sea capturada pasando connacionales por los pasos irregulares los llevarán a la peligrosa cárcel de El Dorado, en el estado Bolívar. Lo insólito es que dijo “toda persona que ingrese contagiado por COVID-19 y lo haga a través de los pasos irregulares, atentando contra su propia vida, con la de sus familiares y la de un pueblo en general, será un bioterrorista”.
Eso ocurrió horas antes que Nicolás Maduro pidiera disculpas ante las críticas por el ataque contra los migrantes que regresan a través de las trochas. Aunque habló de mala interpretación, no explicó por qué después de sus palabras del 16 de julio contra los trocheros, se desató una campaña a través de las redes sociales, entre esas las relacionadas con la Fuerza Armada, que difunden sus mensajes atacando con ferocidad a quienes pasan la frontera.
Hace tres días el ministro del Interior y Justicia, Néstor Luis Reverol anunció que le había declarado la “guerra a los trocheros para garantizar la salud a nuestro pueblo”, como si los migrantes venezolanos que regresan al país tuviesen una clasificación distinta. Además, advirtió el ministro que los trocheros serán procesados en atención a la Ley contra el Terrorismo y la delincuencia organizada, que contempla entre 8 y 12 años de prisión.
Aunque ahora hay insistencia en pretender aclarar que no se estaban refiriendo a los migrantes que pasan la frontera, sino a quienes les cobran para que usen las trochas o pasos ilegales, la realidad es que en la mayoría de los casos el trochero no acompaña al migrante por la trocha o a través del río, su trabajo consiste en cobrar para permitirle que atraviese de un lado a otro de la línea fronteriza.
Ahora son “bioterroristas”
Todos los más altos funcionarios del Gobierno, gritando a pleno pulmón, entre muchas cámaras y micrófonos, invitaron a los venezolanos que habían migrado hacia varios países, especialmente Colombia, que en la frontera los esperaban con los brazos abiertos, mientras dirigían agrias críticas contra el gobierno colombiano de Iván Duque.
Incluso un coronel, declarado chavista y antiimperialista, y que dijo llamarse José A. Jaspe Castellanos, apareció en grupos de WhatsApp y Facebook de venezolanos en Colombia, y desde el número +58-414-6573091 los animó a que se vinieran hacia la frontera: “Soy un coronel del ejército de Venezuela”. Hizo promesas de que al llegar serían muy bien recibidos, enviados a refugios acondicionados, limpios, con comida y dormitorios para que pasen cómodamente la cuarentena. “Cuenten con todo mi apoyo Tengo contacto con el general en jefe Suárez Chourio, del Consejo Presidencial”.
El 5 de abril, Maduro aseguró que dio la orden a los jefes militares de REDI (Región de Defensa Integral), ZODI (Zona Operativa de Defensa Integral), al policía Freddy Bernal y al jefe del Movimiento Somos Venezuela, que reciban a los migrantes “con amor, con cariño y con todas las medidas preventivas, a todos hay que hacerles la prueba rápida del coronavirus, que hay suficientes ahí en la frontera”.
Pero eso fue a principios a abril. No pasó de ser más que propaganda. La realidad de la crisis y la escasez los arropó. Después ya no hubo reportes, ni transmisiones especiales y en vivo. Maduro centró su atención en las cifras de la COVID-19, igual que la vicepresidente Delcy Rodríguez y su hermano el Ministro de Comunicación Jorge Rodríguez. También el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, hizo silencio. El hervidero en la frontera se fue complicando.
Para el 7 de junio, el Gobierno de Maduro ordenó restringir el tránsito de personas por la frontera fijando que solo podían hacerlo 300 personas, los lunes, miércoles y viernes, en el caso del puente Internacional Simón Bolívar entre San Antonio del Táchira y el Norte de Santander; solo 100 por el puente José Antonio Páez entre el Arauca colombiano y el Apure venezolano.
Pero son tantos los migrantes que retornan al país, en medio de las medidas sanitarias que los ha llevado a estar al borde del hambre, sin trabajo y desalojados de las viviendas que ocupaban en los países donde se encontraban. Son miles los que han buscado regresar, incluso caminando desde Perú, Ecuador y Colombia, por lo que al llegar a la línea fronteriza lo que desean es pisar suelo venezolano. Muchos han esperado hasta una o dos semanas a la intemperie, bajo el inclemente sol o la lluvia, sin comida, sin agua, sin dinero.
Otros decidieron lanzarse por las peligrosas trochas, controladas por grupos irregulares, guerrilleros, paramilitares, “colectivos” e incluso militares; es toda una industria.
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