“Otra humillación más que no podemos aceptar”, es el mensaje que trasmite a sus compañeros un oficial retirado de la institución militar venezolana cuando recibe la llamada caja de alimentos que en el día de ayer distribuyó el Instituto de Protección Social de la Fuerza Armada (IPSFA). Solo tiene cuatro tipos de productos. “Siete kilos de arroz, dos paquetes de harina pan, un kilo de azúcar y dos kilos de pasta”.
El oficial destaca que por la llamada caja CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) pagan 100 mil bolívares (50 centavos de dólar), pero el salario de un militar, por muy alto que sea su grado, no llega a 20 dólares.
Agrega con indignación que el estacionamiento del IPSFA cobra 10 mil bolívares, así que por lo menos deben llevar Bs. 110 mil. “Juegan con la dignidad del personal militar”, dice.
Pide que el Instituto de Oficiales Retirados de la Fuerza Armada (IORFAN), el Grupo Pichincha, asimismo, agrega: “y cada uno de nosotros debe denunciar y protestar por este atropello. Es preferible que no entreguen ningún producto, queda mejor ante la comunidad militar”, dice en su mensaje.
Un coronel de la Aviación, por su parte, expresó su molestia; su caja tenía cinco productos. “Compañeros, todos, qué bochorno. Hoy fui al IPSFA a comprar la tan cacareada caja, hoy fue bolsa CLAP; da vergüenza como nos humillan”.
Relató que la bolsa que adquirió contenía “seis kilos de arroz partido, un kilo de lentejas, un kilo de azúcar sin marca, dos kilos de harina de maíz para tortillas mexicanas, porque para arepas no es recomendable, y dos kilos de espaguetis”.
“En principio quisiera saber si algún miembro del cuerpo de generales retira esta bolsa. ¿Tiene alguno de ellos la necesidad de hacerlo? ¿Será que satisface sus necesidades? La semana pasada tuve la oportunidad de ver una bolsa que entrega el Consejo Nacional Electoral (CNE) y contenía dos kg de harina de maíz PAN, cuatro kg de arroz entero, dos kg de pasta, un litro de aceite, dos latas de atún, un kg de azúcar marca brasileña y un kg de lentejas”.
“También tuve la ocasión de ver una bolsa que entregaron en el mercadito de La Vega, Caracas, y era igual a la del CNE. ¿Cuál es la igualdad que tanto pregonó Hugo Chávez y pregonan sus súbditos acólitos? ¿Por qué a la reserva activa de la FANB, viudas y personas con derechos, los discriminan y tratan tan mal? ¿Hasta qué punto llega la indignación y llegará la humillación del Gobierno y los militares activos contra la reserva activa? ¿Será que los actores no pasarán nunca a retiro? Bueno, parece que Padrino López no lo hará nunca, y además él y sus acólitos están siendo bien pagados por el régimen y poseen inversiones en empresas que les dejan buenos dividendos”.
La respuesta que da otro oficial es que “el organismo que se encarga de la adquisición y distribución de las CLAP es la caja de ahorros (Caraejisfan). “El IPSFA hace la participación y facilita los depósitos para su almacenamiento”.
Otras veces la junta directiva del IORFAN ha sostenido conversaciones con la junta directiva de esa caja de ahorros, manifestándoles las irregularidades en la entrega de las cajas CLAP y reclamando por la baja calidad de los alimentos que contiene.
Nivel mendicidad
Quedaron atrás los años en que ser oficial de la Fuerza Armada era gozar de ciertos privilegios. Un militar tenía acceso a atención médico-hospitalaria en condiciones bastante óptimas en los hospitales militares del país, un seguro médico envidiable, alimentación abundante y variada en los cuarteles, vacaciones familiares con acceso a instalaciones, piscinas, salones de fiesta y hoteles, en los círculos militares. Sus hijos tenían acceso a buena educación privada, muchos iban a buenos centros universitarios del país o el extranjero.
La diferencia entre un oficial activo y el retirado no era abismal. El oficial salía con su pensión, algunos se dedicaban a empresas particulares, a dar clases o disfrutar de la familia.
Hoy el nivel de vida de un oficial activo es nada envidiable. Los que están más cómodos, un pequeño grupo, es porque sus cargos les permiten ser privilegiados. Lamentablemente se fue imponiendo una cultura de corrupción que abarca a bastantes militares. Nunca había existido un porcentaje tan alto de militares incursos en acciones delictivas. Los comedores dejaron de ser privilegiados por su buena alimentación, acorde con la exigencia física que requería el militar activo.
Jefes militares han recurrido a incentivar el robo de animales domésticos, hortalizas, frutas y verduras en fincas y centros de producción para alimentar la tropa.
Los militares de los cuerpos de inteligencia y represión resultan beneficiados porque se han creado grupos que roban y saquean bienes y propiedades en los allanamientos de personas investigadas por supuestos actos de traición a la patria o sospechas de conspiración.
Cuando allanan lugares no solo roban joyas o moneda extranjera, principalmente dólares y euros, perfumes, lencería, ropa, zapatos, alimentos, también se apropian de apartamentos, vehículos, lanchas, etc. Los hay quienes secuestran, extorsionan y chantajean. Es su botín de guerra.
Hay jefes militares con acceso a empresas, a las minas de oro y otros minerales extraídos del suelo venezolano, además de aquellos que ponen precio a porcentajes para los contratos.
Por otra parte, en la Fuerza Armada Bolivariana están los militares que apenas sobreviven con la caja de CLAP que reciben en los cuarteles y no de manera regular.
Pero si eso sucede con los militares activos, el nivel de supervivencia de los militares retirados raya casi en la mendicidad, más aún con pensiones muy bajas, sin un servicio médico que no llega a regular porque la mayoría de los hospitales militares no reúnen lo necesario para una atención mínima. Las pensiones son muy bajas. No llegan ni a 10 dólares.
Un oficial explica que “además, eso depende de los años de servicio. La pensión va de un 66% del sueldo en el grado que te vas (obviamente este porcentaje es si te vas justo al cumplir 15 años), el que cumple los 33 años queda con el 100%. Por ejemplo, un Coronel que no llega a general y cumple los 33 años, cobra su sueldo de Coronel”.
Ningún militar que pase a retiro en Venezuela puede pensar que, después de 33 años de carrera, va a descansar y a dedicarse a sus actividades recreativas favoritas. Tendrá que reinventarse algo si no quiere morir de mengua.
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