Cuando algunos medios difundieron que el Tribunal Especial 4° de Primera Instancia en Funciones de Control con Competencia en Terrorismo decretó privativa de libertad contra varios militares y civiles, llama la atención que entre ellos aparezca el nombre de Leonardo David Chirinos Parra, un funcionario activo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) en el Zulia, hermano del S2 Leandro Leomar Chirinos Parra, detenido por la Operación Gedeón y quien se hizo viral a través de un video difundido por la Fuerza Armada.
El 6 de mayo Carmen Parra, madre de los hermanos Chirinos Parra, aparece en un video diciendo que el 21 de abril su hijo Leonardo David fue llevado a la DGCIM central en Caracas. Nueve días después él le hace una video llamada, donde asegura que lo estaban torturando para que revelara el número de teléfono de su hermano S2 (GNB) Leandro Leomar. La señora Parra aseguró a Venca TV que su hijo Leonardo David fue asesinado por DGCIM, pero horas después habría sido presentado ante el Tribunal por los delitos de traición a la patria, rebelión y conspiración con gobierno extranjero.
Ese es un caso revelador de lo que ocurre con la revolución bolivariana, un trapiche que va exprimiendo y aniquilando a quienes disienten o polemizan con los sectores de poder establecido. Ni siquiera los funcionarios de la tenebrosa DGCIM están a salvo. Tampoco los del SEBIN, mucho menos los de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). No importa cuánto hagan por complacer las órdenes del Gobierno, no importa cuánto torturen, cuánto roben en los allanamientos, cuánto humillen a militares y civiles que son detenidos por razones políticas.
Pero tampoco están a salvo los militares por muy alto rango que lleguen a tener. Deben tener la convicción de estar dispuestos a complacer a la Revolución en lo que sea, por encima de principios, dignidad y familia. Son útiles a la revolución en la medida que la alimenten, pero cuando ya no aportan lo que esa revolución quiere, se convierten en peligrosos elementos. De ejemplos así están llenas las cárceles venezolanas.
Veamos algunos ejemplos:
El mayor grado militar es el de Almirante en Jefe o General en Jefe, el mismo que ostenta el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López; Jesús Suárez Chourio, Jefe del Estado Mayor de la Comandancia en Jefe; Remigio Ceballos Ichaso, Comandante Estratégico Operacional (Ceofanb); pero también es al grado militar que ascendió Raúl Isaías Baduel, el hombre clave para que Hugo Chávez regresara al poder cuando el golpe del 11 de Abril 2002 y que hoy tiene casi 10 años preso, a veces incomunicado, largo tiempo sin que se le permita las visitas familiares o de abogados, ha estado en Ramo Verde, La Tumba el SEBIN y la cárcel de alta seguridad en Fuerte Tiuna.
El Mayor General (Ej) Miguel Rodríguez Torres, fue el hombre que manejó la Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) y la trasformó en el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN). Pero él no fue un hombre que cayó en la revolución bolivariana, él la ayudó a construir, desde sus inicios, él participó el 4 de Febrero de 1992 en la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez; tuvo una actuación clave en ese hecho. Finalmente fue Ministro del Interior y Justicia desarrollando uno de los eventos de mayor defensa de la revolución y de la permanencia de Nicolás Maduro en el poder, cuando enfrentó la jornada de guarimbas, como se llamó a las protestas que reventaron a todo lo largo y ancho del país. Desde marzo del 2018 fue preso e imputado de Traición a la Patria e Instigación a la Rebelión. Hoy permanece detenido en la cárcel de alta seguridad de Fuerte Tiuna, con graves problema de salud, con visitas familiares que recibe a través de un vidrio y teléfono, sin que se le permita ningún tipo de contacto físico.
En el caso del Mayor General (Ej) Hugo Carvajal Barrios, El Pollo, fue el hombre de más confianza de Hugo Chávez en lo que a inteligencia militar se refiere. Fue determinante para filtrar a la Fuerza Armada y para consolidar al jefe de la revolución en el poder. No tuvo la misma empatía con Nicolás Maduro y eso lo sentenció, a pesar de lograr salir electo como diputado a la Asamblea Nacional, gracias al respaldo de Diosdado Cabello. Hoy está oculto, siendo solicitado por los Estados Unidos y odiado por sus otroras compañeros de revolución, que no han escatimado adjetivos contra él de narcotraficante, entre otros.
No discriminan
Pero igual ocurre con los civiles. Uno de esos casos fue el del químico Nelson Martínez, quien fue presidente de la empresa venezolana CITGO en Estados Unidos, después fue Presidente de Petróleos de Venezuela y Ministro de Petróleo hasta que en noviembre 2017 fue detenido y recluido en los sótanos de la DGCIM, donde permaneció poco más de un año; él presentaba problemas de salud por una válvula coronaria que estaba vencida, pero no le dieron asistencia médica, hasta que presentó un cuadro febril altísimo y cuando deciden trasladarlo al hospital Militar de Caracas era demasiado tarde y la sepsis que presentaba terminó matándolo.
Caso emblemático también fue el del Ministro del Petróleo, el ingeniero geofísico Eulogio Del Pino, quien fue presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Ministro de Petróleo. En septiembre 2017 lo detienen, sin que el país haya sabido por qué razón. Su proceso judicial ha sido tan irregular como el de Nelson Martínez. También fue recluido en los sótanos de la DGCIM hasta hace 17 días cuando le dieron casa por cárcel.
Así sigue la larga lista de diputados, gobernadores, ministros, concejales muchos presos, muertos o en el exilio.
Sin derechos
Con el caso de las conspiraciones han ocurrido hechos atroces. Nada que ver con el respeto a los derechos humanos y debido proceso de los que gozaron Hugo Chávez y los participantes en las intentonas de Golpe de Estado en 1992. Ahora, a quienes han sido detectados, descubiertos o solo son sospechosos de conspiración se les aplican tratos crueles.
Así queda evidenciado en las torturas de civiles y militares en el Sebin y la Dgcim, en la manipulación en la administración de justicia militar o en los tribunales de terrorismo. Hay muertes que sacudieron al país, como la del capitán de corbeta Acosta Arévalo, quien muere luego de ser brutalmente torturado y llevado ante el tribunal, con signos evidentes de tortura, donde pide auxilio y muere pocas horas después.
La horrible muerte del concejal Fernando Albán, estrellado contra el pavimento, luego de caer desde el piso 10 del SEBIN. La gran cantidad de militares que han sido torturados, algunos de los cuales han intentado suicidarse, aunado a sus familiares perseguidos, sin distingos de edad o parentesco, incluso ancianos vejados, allanados, niños retenidos para presionar la entrega de sus padres.
La respuesta o explicación a todo eso, quizá esté en la expresión de Diosdado Cabello: todo se vale.
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