Crece el malestar en la Fuerza Armada venezolana por el trato contra tres importantes generales encarcelados por razones políticas

Las medidas restrictivas implementadas contra dos militares del Ejército y uno de la Guardia Nacional han ido elevando el nivel de malestar entre los oficiales

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Desfile del Ejército venezolano (Reuters)
Desfile del Ejército venezolano (Reuters)

Las medidas implementadas contra dos generales del Ejército y uno de la Guardia Nacional, detenidos por razones políticas, ha ido elevando el nivel de malestar entre oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). No les permiten contacto físico entre ellos, ni con sus familiares ni con nadie. Desde hace unos días establecieron normas que van desde la reducción de las horas de visita, que solo reciben una vez a la semana, así como la drástica disminución del tiempo de consulta con sus respectivos abogados.

Esas decisiones afectan al general en Jefe Raúl Isaías Baduel, quien fue comandante del Ejército y Ministro de la Defensa, siendo uno de los aliados de la revolución bolivariana y amigo personal de Hugo Chávez. A Baduel lo incluyen en todas las conspiraciones reales o ficticias contra Nicolás Maduro. A veces lo han mantenido mucho tiempo desaparecido e incomunicado, ante la desesperación de su familia.

Tanto Maduro como otros funcionarios del Gobierno intentan descalificarlo señalando que está preso por problemas de corrupción, lo cual es falso. Baduel está detenido por sospechas de conspiración y así está imputado. En el 2018 Maduro expulsó a Baduel de la Fuerza Armada a la vez que lo degradó.

En agosto del 2019 Margareth Baduel denunció el trato que ha recibido su padre durante los once años que lleva detenido. En ese momento, ella señaló que su padre tenía días “sometido a un aislamiento total. No tiene acceso a hablar con ninguna persona. Está 24 horas encerrado en un espacio reducido, sólo con una colchoneta. No lo dejan tener ni la Biblia. El único contacto con la luz natural es a través de una reja".

Raúl Isaías Baduel
Raúl Isaías Baduel

Lo sacaron abruptamente el 12 de junio de La Tumba a la sede de la policía militar en el Fuerte Tiuna; nunca nadie nos confirmó dónde. El domingo 21 de julio pudimos verlo por primera vez después de casi dos meses de desaparición forzada. Hablamos por medio de un teléfono a través de un vidrio en un lugar muy pequeño, donde no se puede tener ningún tipo de contacto físico”, contó su hija Margareth.

Otra de las víctimas de los atropellos de la DGCIM es el Mayor General (Ej) Miguel Eduardo Rodríguez Torres, quien fue jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y Ministro del Interior y Justicia. Ellos son generales retirados.

El Mayor General fue detenido en marzo 2018 y recluido en la DGCIM, desde donde fue sacado hace unos meses y recluido en la cárcel de Fuerte Tiuna. Allí se declaró en huelga de hambre como presión para que su pareja, quien fue detenida en mayo de 2019 en la DGCIM, fuera liberada luego de recibir torturas.

El general de Brigada de la Guardia Nacional Bolivariana, Héctor Armando Hernández Da Costa es un oficial activo, alférez mayor de su promoción, con una destacada carrera militar que demostró en su lucha contra grupos irregulares en el comando de la Guardia Nacional en San Antonio del Táchira y como jefe del Comando Antidrogas de la GNB.

Miguel Eduardo Rodríguez Torres
Miguel Eduardo Rodríguez Torres

La Dgcim ordenó castigarlos

Los tres generales -Baduel, Rodríguez Torres y Hernández Da Costa- están imputados por Traición a la Patria e Instigación a la Rebelión y permanecen en una cárcel de máxima seguridad, a cargo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), que construyeron al reformar parte de la Policía Militar en Fuerte Tiuna.

La intención inicial de esa cárcel, ubicada dentro de la principal instalación militar del país, como es el Fuerte Tiuna, fue tener listo un lugar para recluir a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional.

Desde hace unas semanas intensificaron el trato brutal contra los tres generales, a quienes se les ha violado sus derechos humanos, el derecho al debido proceso, el derecho a las llamadas telefónicas, a recibir atención médica, a recibir sol, entre otros.

Desde que uno de los custodios del general Rodríguez Torres murió a causa de una bacteria, sin que la familia haya recibido una explicación convincente por parte de las autoridades de la Dgcim, los otros funcionarios asignados a esa cárcel en Fuerte Tiuna no quieren ni siquiera entrar al área de las celdas.

En la Dirección General de Contrainteligencia Militar hay dos funcionarios con poder: el general Terán Hurtado, Director de Investigaciones y el mayor Granko Arteaga, jefe de la Dirección de Asuntos Especiales. A uno de esos dos personajes se le ocurrió aplicar castigo contra los tres generales.

El caso es que a los tres detenidos no les han permitido ninguna llamada telefónica desde que están en esa cárcel de máxima seguridad. No los llevan a que reciban atención médica. Solo a Rodríguez Torres lo llevaron en una oportunidad al Hospitalito que hay en Fuerte Tiuna, justamente el día que murió uno de sus custodios; temían que el general fuese víctima de la misma bacteria que mató al custodio o que estuviera afectado de dengue hemorrágico.

El general de brigada Héctor
El general de brigada Héctor Armando Hernández Da Costa

No se toquen

Una de las torturas más brutales contra los tres altos oficiales es que no les han permitido, desde que están detenidos, el derecho a la visita conyugal, pero más aún es que les tienen prohibido cualquier tipo de contacto físico. Para ello colocaron un vidrio que separa a cada general de sus familiares y solo pueden comunicarse a través de un teléfono instalado en la estrecha salita.

No hay intimidad ni privacidad. Todo es vigilado con cámaras y micrófonos. El trato del personal de la DGCIM para con los detenidos y sus familiares es grosero y violento, con descalificaciones verbales, que llegan a los gritos y a las amenazas. La requisa se ha vuelto violatoria hasta la vejación y el irrespeto físico.

Entre las órdenes más recientes, está la reducción de las visitas familiares y de abogados. No los sacan a caminar ni a recibir sol. De cuatro horas semanales que tenían para que pudiera entrar la familia, se las redujeron a dos. La comida, que les lleva la familia, porque ahí no hay, se las dan una vez al día y a final de tarde, de manera que permanecen todo el día sin comer.

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