En 2018, murieron de malaria 405 mil personas en todo el mundo, un 2,6 % menos que el año anterior, lo que indica progresos en la lucha contra la enfermedad pero no lo bastante rápidos para lograr los objetivos marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), señaló este miércoles esta agencia de la ONU.
Sin embargo, si bien el número de casos mortales bajó en todas las regiones, la excepción es Latinoamérica y el Caribe por el aumento de casos en Venezuela. En la región, se registraron 750 mil casos confirmados y 338 muertes en 2018 (la OMS estima que la cifra real podría ser de un millón de afectados y 600 fallecidos), frente a los 434 mil casos y las 96 muertes de 2015.
El informe subraya que poco más de la mitad de los afectados de la región (51%) se registraron en Venezuela (con especial incidencia de la enfermedad en el estado suroriental de Bolívar), país que contabilizó 471 mil casos y 423 muertes, cifras similares a las de 2017 pero que se han cuadruplicado en un lustro.
En 2014, hubo 105.721 casos y 110 muertes; en 2015, 158.987 casos y 149 fallecimientos; en 2016, 280.468 casos y 260 muertes; y en 2017 se registraron 479.761 casos y 421 fallecimientos.
Según su informe anual sobre la incidencia de esta enfermedad, la malaria o paludismo afectó el pasado año a 228 millones de personas en el mundo, un 1,29 % menos que en 2017, y pese a los descensos en casos y muertes las tasas de reducción en los últimos tres años son más bajas que las conseguidas entre 2010 y 2015.
“Llegan mensajes positivos desde India (con 2,5 millones de casos menos), Indonesia o Uganda, que muestran que el progreso es posible, pero necesitamos más esfuerzos y mejores herramientas para cambiar la dinámica”, subrayó al presentar el informe el español Pedro Alonso, director del Programa Global contra la Malaria de la OMS.
La malaria es una enfermedad que puede ser mortal. Está causada por un parásito del género Plasmodium que se hospeda primero en un mosquito, del tipo Anopheles, y finalmente, a través de la picadura del insecto, en el ser humano.
África sigue llevándose la peor parte
Con todo, África sigue siendo la región más afectada del mundo por la malaria o paludismo, con un 93 % de los casos globales, y más de la mitad en sólo seis países: Nigeria, República Democrática del Congo, Uganda, Costa de Marfil, Mozambique y Níger.
Dos terceras partes de las muertes totales (unas 272.000) fueron de niños menores de cinco años, por lo que la OMS ha incluido en su informe especiales llamamientos a mejorar la atención médica y la prevención de estos colectivos, especialmente en el continente africano.
En este sentido, el documento de la OMS señala que en 2018 once millones de embarazadas de países africanos con casos de malaria (casi una de cada tres) estaban infectadas por el parásito que causa la enfermedad, poniendo en peligro su salud y la del feto.
La atención rápida de niños con síntomas de fiebre es esencial en la prevención de la malaria, pero sondeos realizados en el África subsahariana entre 2015 y 2018 mostraron que un 36 % de los niños febriles no reciben cuidados médicos.
Para la mejora de esta atención, “aumentar la financiación es esencial, ya que estamos lejos de los 5.000 millones de dólares que necesitamos para lograr los objetivos necesarios”, subrayó Alonso, al recordar que el pasado año la lucha antimalaria sólo logró recaudar 2.700 millones de dólares.
La erradicación, aún muy lejos
La organización, en alianza con gobiernos y otras instituciones, se ha fijado el ambicioso objetivo de reducir la incidencia de malaria y las muertes en un 90 % de 2015 a 2030, algo que por ahora parece inalcanzable (las muertes sólo han bajado un 9 % en cuatro años y los casos incluso han subido ligeramente).
Pese a ello, hay espacio para el optimismo, y cuatro nuevos países fueron declarados completamente libres de malaria en los últimos dos años, dos de ellos en Latinoamérica (Argentina, Paraguay, Uzbekistán y Argelia).
Además, en 2019 tres naciones, Ghana, Kenia y Malawi, introdujeron una vacuna antimalaria en el marco de un programa piloto coordinado por la OMS con la que se busca reducir en un 40 % el número de niños afectados.
La OMS calcula que si los niveles de incidencia de la malaria y mortalidad de principios de siglo se mantuvieran en la actualidad el número de fallecidos anuales rozaría el millón (más del doble que en la actualidad) y los casos totales superarían los 320 millones, o 100 millones más.
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