Publicado originalmente en ALnavio.com
Qué es lo que busca Nicolás Maduro. Fuentes de la Cancillería señalan que al régimen le urge el tema de las sanciones. El levantamiento de las sanciones. Esa es la condición para luego avanzar sobre el punto de honor de Juan Guaidó y de los Estados Unidos: las elecciones libres sin Maduro en el poder.
Lo ocurrido al final de la quinta ronda coloca a Maduro y sus negociadores en la posición de desconfiar de la voluntad y el poder de Guaidó y su equipo de que quieran y puedan levantar las sanciones. Porque lo alcanzado en la ronda iba a consultas, dicen en la Cancillería de Maduro, y lo que vino fue el discurso desde Lima del asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, ratificando la línea de elecciones sin Maduro en el poder, y lo que vino fue la Orden Ejecutiva de Donald Trump cercando más a Maduro, estrechándole el cerco financiero y operativo, y advirtiendo a sus aliados que no deben hacer negocios con Maduro.
En consecuencia, Maduro ahora plantea el cambio del mecanismo de negociación. Para seguir en la negociación. Y ese fue el planteamiento que se le hizo a los noruegos que visitaron Caracas la semana pasada. Se trataba de fijar una nueva fecha para Barbados, pero la insistencia de Maduro y sus negociadores se enfocó en que primero es el mecanismo.
El régimen no quiere seguir con el mismo esquema. En el comunicado en el que se anunció que no se iba a la sexta ronda había adelantado la necesidad del cambio. Ya no es una aspiración sino una petición hecha por el canciller, Jorge Arreaza, miembro del equipo negociador de Maduro. Que hay que "repensar" el mecanismo, ha dicho. En el primer comunicado se pronunciaba por uno que sea "efectivo y armónico". Después Arreaza dijo que "aquel mecanismo que tuvimos hasta hace una semana, el resultado fue el bloqueo, el ataque, el seguir apelando a la conspiración, al golpe de Estado".
Curioso que el régimen pretenda otro mecanismo. Ya había aceptado las reglas de juego establecidas por los mediadores. Sobre algunas de ellas habló en días pasado el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, también miembro del equipo negociador. Héctor Rodríguez apuntó como parte del esquema que la vocería del proceso la llevaba el gobierno de Noruega con el fin de evitar el contrapunteo de declaraciones entre las partes, lo cual genera ruido y competencia en el tono y el contenido. Hasta ahora las partes han respetado las condiciones establecidas por Noruega. Inclusive en lo que atañe a la discreción y la confidencialidad y que las rondas se celebren en el exterior y que se avancen la medida en que se van firmando puntos hasta que se llegue al acuerdo final. Se ha cumplido el mecanismo, y por más que la tensión haya escalado, las partes no han suministrado detalles que pongan en riesgo lo avanzado. Sólo Maduro llegó a revelar (y en la revelación está el ataque) lo siguiente:
– Lo voy a decir. Bajito. Bajito para que nadie se entere. Un chisme. Ellos (la oposición) se comprometieron a ir a Washington para exigir que el gobierno de Trump levantara todas las sanciones contra Venezuela. Se comprometieron en la mesa. Estaban seguro de que lo iban a lograr. Pasó el miércoles, el jueves, y en la tarde del jueves les llegó la noticia de que no eran bienvenidos en Washington. Que no fueran a Washington. Que nadie se entere. Dejen el chisme. No se lo cuenten a nadie. Les dijeron que no se vistan que no van. Los dejaron con los boletos comprados. No fueron a Washington. Los tratan como a esclavos miserables. Y luego la respuesta se las dio el imperialismo el lunes y el martes pasado firmando la Orden Ejecutiva más brutal y criminal que jamás se haya firmado contra Venezuela. Así les responde el imperio a sus esclavos. A los traidores los utiliza y luego les da una patada bien fuerte por donde hay que dársela.
Maduro lo que quiere decir es que la negociación marchaba hasta que se trancó no en el punto de las elecciones sino en el de las sanciones que, para el régimen, es lo primero, y las elecciones lo segundo. De hecho, en su reaparición como vocero opositor, el secretario general de Acción Democrática y expresidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, soltó, "sin querer", este dato clave: Que el gobierno se para de la mesa, no va a Barbados, y pone esta condición: "No hay elecciones hasta que no me quiten las sanciones". Aquí el líder del partido más importante de la oposición venezolana está admitiendo lo mismo que Maduro. Pero Ramos Allup agrega: "Nosotros no las pusimos", en referencia a las sanciones, y propone a Maduro, "háblate con los americanos. Esos fueron los que te sancionaron".
En aquellas palabras Maduro está señalando que la oposición no tiene poder para negociar sino puede despejar el camino de las sanciones. Por el contrario, cuando iban a consultas las primeras sanciones, Estados Unidos anunció las más duras, con advertencia, además, hacia las empresas y los gobiernos que todavía hacen negocios con el régimen. La excusa de Bolton es que Maduro no negocia en serio y está ganando tiempo por recomendación del poder -"parásito"- cubano. Y Ramos Allup es directo cuando señala: Habla con los que te sancionaron.
Aquí está el aspecto clave. Que conduce a lo nuevo que plantea Maduro. Si Guaidó y los negociadores no pueden garantizar el levantamiento de las sanciones pues habrá que negociar de manera directa con los Estados Unidos. Y es en ese sentido por donde encarrila la propuesta madurista del cambio del mecanismo. Incorporar a los Estados Unidos sino a la mesa -lo cual luce imposible e inaceptable tanto para Estados Unidos como para Guaidó-, al menos crear una instancia de observación, acompañamiento o garantía. Ya los noruegos lo hicieron en las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC. De hecho, Venezuela era uno de los países acompañantes del proceso, y Santos aceptó la propuesta de las FARC con el fin de neutralizar a Maduro y a los herederos de Hugo Chávez, defensores de la guerrilla. Pero Santos compensó la presencia de Maduro con Chile, con el Chile, por cierto, gobernado por Michelle Bachelet. En los diálogos que se adelantaron bajo la batuta del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y que se rompieron en enero de 2018, Chile, Bolivia, Nicaragua y San Vicente y Las Granadinas, México y República Dominicana fungieron de acompañantes. Hoy Maduro dirá si él, simpatizante de las FARC, que fue acompañante en los diálogos por la paz en Colombia, cómo es que Estados Unidos, aliado principal de Guaidó e involucrado en las decisiones que más impactan al régimen, no pueda tener otro status en la negociación.
Tomando en cuenta el rol en los diálogos FARC-Gobierno de Colombia es que Maduro, cuando increpa a la oposición, dice que él sabe de eso, de diálogo y cómo negociar y cómo ceder. "Sabemos llegar a acuerdos. Sabemos cumplir acuerdos escrupulosamente. Tenemos propuestas sustanciales. En un diálogo hay que ceder siempre. Yo sé de eso bastante". No hay que olvidar que Cuba también tuvo una participación fundamental en el proceso colombiano. Las rondas se celebraban en La Habana.
Se ha dicho que la excusa del régimen para levantarse fueron las sanciones. Y Maduro y todos los demás voceros han hecho hincapié en ello. Y para que se siga entendiendo que la causa de la ruptura temporal son las sanciones, el régimen lanza la propuesta del nuevo mecanismo. Para la oposición, la ruptura viene más por la propuesta que está sobre la mesa. Lo reveló el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, negociador del equipo de Guaidó. Dijo que hay una propuesta sobre la mesa y que ahora la pelota está del lado de Maduro. Si bien Stalin González no reveló de qué se trata, en cambio Ramos Allup hizo este adelanto: "Al gobierno no le conviene Barbados ni elecciones libres porque si las hacen las pierden…Yo sí creo en elecciones".
Por su parte, Jorge Arreaza enfatiza en "un mecanismo que garantice la paz, la convivencia, la coexistencia entre todos". Está diciendo que el proceso no está roto, sólo detenido. Eso sí, el regreso a Bardados es posible si procede un cambio en las reglas de juego. Y esto es lo que seguro estará en consultas ahora. Tal vez John Bolton esté calibrando si esta es la vía o la fórmula para que Maduro se tome en "serio" la negociación. De todos modos, cualquier medida adicional que adelante Washington, por mucho que el espíritu sea el de presionar a Maduro y ayudar a Guaidó, perturba la negociación. Por ello es que los noruegos siempre han pedido a la comunidad internacional que "se les dé a las partes el espacio necesario para poder avanzar en un ambiente constructivo". Para Maduro, Bolton y Trump están haciendo lo contrario.
Un aspecto positivo es que las partes no han podido romper. Maduro no puede romper. Por los costos políticos. El costo nacional es triple. El primero es que las encuestas revelan que los venezolanos prefieren un acuerdo, y apoyan el diálogo y la negociación. El segundo es que la Fuerza Armada apoya la negociación, y no solo eso, la empuja, pues la Fuerza Armada no quiere que la crisis se prolongue. El tercero es que si Maduro se levanta de manera definitiva de la mesa, le ofrece argumentos a Juan Guaidó para pasar a la ofensiva.
También hay un costo internacional. Ya que hasta los aliados de Maduro se inclinan por una solución política a la crisis. Así lo han dicho Rusia y China. Además, las sanciones ya extienden los coletazos hacia estos y otros aliados de Maduro. Por otro lado, el Grupo de Lima advierte que, si la crisis se extiende, el éxodo subirá de 5 a 8 millones de venezolanos, y ya la primera cifra resulta inmanejable para los países de Sudamérica, los más afectados.
Una fuente opositora señala que la iniciativa noruega entrará en una especie de limbo, por ahora. La puerta no se ve a cerrar. Pero no habrá resultados en el corto plazo. A Maduro le conviene seguir pues el peso de la crisis se le hace más difícil de llevar.