A todos los dictadores les molesta la prensa libre. No la toleran, les incomoda, les irrita. Por eso siempre se dedican a perseguir a aquellos que los contradicen. En Venezuela, la mayoría de los directores de medios se han visto obligados a salir del país, por el hostigamiento del régimen de Nicolás Maduro. Es el caso de Miguel Henrique Otero, editor de El Nacional, que huyó de Venezuela en 2015, luego de que Diosdado Cabello acusara a 22 dueños y jefes de medios de difamación agravada, por hacerse eco de un reportaje publicado por el ABC de España y The Wall Street Journal, que exponía a Cabello como un cabecilla del narcotráfico.
Desde Madrid, Miguel Henrique Otero sigue dirigiendo El Nacional, que desde 2018 dejó de circular en su versión impresa por el acorralamiento del régimen de Maduro. "El exilio es una pesadilla. Mi deseo diario es regresar", asegura.
—El Nacional cumplió 73 años, y con cada aniversario el hostigamiento del régimen de Maduro es mayor. ¿Hay algo que celebrar?
—No hay nada que celebrar. Aquellas celebraciones importantes que se hacían en El Nacional, que llegó a reunir a 20 mil personas, hasta que no haya democracia en Venezuela, va a ser difícil que se vuelvan a repetir.
—¿Cuál es el mayor reto de informar en dictadura?
—El reto que significa informar la verdad, que los dictadores penalizan y reprimen. Las dictaduras son opacas, no hay información, y cuando la hay, a nosotros no se nos permite entrar. Siempre tenemos la amenaza de la represión.
—Con el retorno de la democracia en Venezuela, ¿también resurgirá el periodismo impreso?
—Por supuesto. El periodismo impreso no ha desaparecido en el mundo. En Venezuela lo que hay es una circunstancia. Hay una migración a la web, pero los impresos siguen siendo los que generan opinión y los más importantes. En Venezuela todavía hay una prensa escrita, que es la oficialista. Pero estoy seguro de que, cuando regrese la democracia, volveremos a tener unos periódicos fuertes y consistentes.
—¿Qué piensa de las negociaciones que se están realizando en Barbados? ¿Ve una transición en Venezuela?
—Hasta ahora las negociaciones han sido instrumentos para que el régimen de Maduro gane tiempo. Una manera de desmovilizar a la oposición, engañarla y dividirla. No es la primera negociación, dificulto mucho que Maduro vaya a aceptar unas elecciones transparentes, que no tiene ninguna posibilidad de ganar, a cambio de que crea que se le pueda levantar sanciones, o las acusaciones que están en la Corte Penal Internacional. Eso no es posible. Entonces, dudo que esas negociaciones lleguen a feliz puerto. Lamentablemente, en una situación como esta lo mejor es una negociación, porque es la que tiene menos confrontación y bajas humanas. Pero dudo que lo de Barbados llegue a algo verdaderamente positivo.
—¿Diosdado Cabello está obsesionado con El Nacional?
—Creo que Diosdado, más que con El Nacional, está obsesionado con la acusación de narcotráfico. Por ejemplo, en el caso de Tareck El Aissami, que lo acaban de ubicar entre narcotraficantes más importantes del mundo según la DEA, estar en esa lista es verdaderamente terrible. Diosdado, que no pudo demandar ni al ABC de España, ni a The Wall Street Journal, la paga con El Nacional. La pagó con el sofá, y tiene un juicio interminable, porque nosotros no fuimos los que produjimos esa noticia inicialmente. Está obsesionado con esa acusación de narcotráfico, que es parte de una investigación que se confirmó se está haciendo.
—Su padre, el escritor Miguel Otero Silva, fundador de El Nacional, fue un militante activo del Partido Comunista. ¿Cuál cree que habría sido su visión sobre Maduro?
—No hubiese defendido al régimen de Maduro, porque no es de izquierda. ¿Dónde se ha visto un régimen socialista donde la mayoría de la población está viviendo en estos niveles de marginalidad? El 87% de los venezolanos vive con un sueldo mensual por debajo de los 6 dólares, cuando los jerarcas del régimen son multimillonarios. Eso no es socialismo, no es nada que se le parezca. Por ejemplo, el socialismo soviético se derrumbó porque la burocracia vivía en mejores condiciones que los obreros. Pero no era una diferencia como la que hay ahora en Venezuela. Eso no es socialismo, ellos expropiaron y estatizaron las empresas, y las convirtieron en la nada. Las empresas que existen, no tienen nuevos modos de producción distintos al modelo capitalista. Entonces eso no tiene nada que ver con el socialismo. No creo que Miguel Otero Silva hubiera apoyado nunca una cosa como esta.
—¿Por qué cree que algunos sectores de la izquierda latinoamericana se han desmarcado de Maduro?
—La izquierda se desmarca porque es un régimen vinculado al narcotráfico, a todo lo delincuencial. Están todas las fuerzas del mal instaladas en Venezuela, aliados del régimen. El performance social es el peor de la América Latina en todos los tiempos. El crecimiento de la pobreza y el enriquecimiento de los jerarcas. Además, está el tema de la violación de los derechos humanos y el fracaso gerencial total en la gestión pública. La izquierda latinoamericana ve con horror que la puedan identificar con algo como el régimen de Maduro.
—¿Qué pasaría si Cristina Fernández vuelve al poder?
—Es muy malo para Argentina y se fortalece el eje del mal, donde está Bolivia, Nicaragua y Venezuela. No creo que eso suceda. Pero eso no va a cambiar el futuro de Venezuela, porque no veo a Maduro a largo plazo.
—¿Qué es lo más difícil de ser exiliado político?
—El exilio es una pesadilla, porque estás fuera de tu país obligado. Mi deseo diario es regresar, el exilio es una manera de obligarte a vivir fuera. Es algo muy pernicioso, negativo, que sufres todos los días.
—¿Qué le diría a Maduro si pudiera enviarle un mensaje?
—No se le puede decir nada. Maduro es la cabeza de un régimen delincuencial, de una banda de gánsteres que ha secuestrado a un país, que ha llevado a Venezuela a un estado increíble, paupérrimo y de destrucción. La verdad, no tengo nada que decirle a Maduro, sino esperar que deje el poder.
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