"Maduro sería el peor de los candidatos", dice el dirigente chavista Juan Barreto

El dirigente sostuvo además que Maduro "es el responsable en términos simbólicos y legales de la crisis que está viviendo Venezuela"

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"Un buen camarada, un buen compañero". Así calificaba Juan Barreto a Nicolás Maduro en marzo de 2013, en un acto en respaldo a su candidatura presidencial, tras la muerte de Hugo Chávez.

En esa oportunidad, Barreto se decía satisfecho por la decisión del difunto Chávez de elegir como sucesor a Maduro, a quien conoce desde hace más de 40 años cuando fueron líderes estudiantiles en el colegio. "Nos hicimos muy buenos amigos", contaba en ese acto de campaña.

Pero ahora se siente defraudado. Afirma que Maduro no cumplió con sus promesas de luchar contra la corrupción ni de "gobernar con el pueblo".

Juan Barreto fue Alcalde Mayor de Caracas, y diputado al Parlamento nacional de Venezuela electo por el Movimiento V República (MVR) en los primeros años de gobierno de Hugo Chávez, a quien respaldó desde su aparición en la intentona golpista de 1992.

El político, periodista y sociólogo venezolano, dirigente nacional del partido Redes, considera que Nicolás Maduro está "en aprietos" tras el informe de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. En entrevista con Infobae, aseguró que ante la posibilidad de que se acuerden unas elecciones presidenciales en las negociaciones con la mediación de Noruega, Maduro sería "el peor de los candidatos".

¿Por qué usted plantea un referéndum consultivo como salida a la crisis?

-Nosotros creemos que para salir de la crisis política lo que hay que hacer es reinstitucionalizar al país, y eso pasa porque el debate político salga de la manera como se ha encapsulado, salga del debate de élites. Nosotros creemos que hay que volver a la constitución y para ello tenemos una fórmula, un mecanismo que está en la propia constitución, ese mecanismo es la consulta popular.

Ni el mantra Guaidó (cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres) es constitucional y legal, ni el continuismo de Maduro tampoco. Ninguno de los dos va a resolver la crisis. La crisis la puede resolver es el pueblo llamando a un reordenamiento jurídico y político, llamando a una reinstitucionalización del país, porque el único que puede adelantar las elecciones es el propio pueblo soberano.

Pero Diosdado Cabello dijo que él, a través de la Asamblea Nacional Constituyente, es el único que puede adelantar unas elecciones…

-Claro, porque la constituyente se ha abrogado poderes, una naturaleza que la propia Constitución no le ha dado. La constituyente no está ni para hacer leyes, ni para llamar a elecciones adelantadas. La Constituyente es para hacer una Constitución.

¿Y por qué Diosdado Cabello afirma eso?

-Tendrías que preguntárselo a él. Yo creo que lo dice porque en ese sector del gobierno hay una deriva autoritaria que interpreta la constitución y las leyes de manera patrimonialista, entendiendo que el Estado es parte de su patrimonio. Ellos interpretan las leyes y sus funciones como les da la gana.

Más allá de lo que diga este personaje, el único dueño de la soberanía es el pueblo, que es el único que podría llamar a unas nuevas elecciones.

¿Y si se acuerda en Barbados realizar esas elecciones presidenciales?

-Sería bueno. Sería un mal menor, a pesar de todo el daño que ya le han hecho al país y al pueblo, pero sería inconstitucional y no creo que ese sea el mecanismo para comenzar a llegar a un acuerdo que permita la reconciliación nacional y un gobierno que sea respetado por ambos lados.

Cuando en 2004 se fue a referéndum revocatorio, eso no resolvió la confrontación. En 2006 Chávez ganó con 63% y eso no resolvió la confrontación. Aquí hay que llegar a un acuerdo, y la primera manera es que el pueblo forme parte de ese acuerdo.

En Colombia el proceso de paz ha sido muy difícil y ellos trataron de que los acuerdos que se llegaran en Cuba, después fueran a un referendo. Aquí la oposición y el gobierno no han hablado de eso. Hablan de acuerdos pero no dicen que el pueblo será consultado.

 ¿Igual para realizar esa consulta se debería acordar primero la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral?

-Eso sería lo ideal. Pero si vamos a la historia, en Sudáfrica no fue así, el organismo electoral estaba en manos de De Klerk. En Chile el órgano electoral estaba en manos de Pinochet. En Irlanda estaba en manos del Ejército inglés invasor. Entonces tú no puedes condicionar el avance de unas negociaciones a que complazcan tus apetencias, por más justas que estas sean. En Venezuela la oposición participó en el plebiscito que llamó Pérez Jiménez, y ganó el plebiscito y eso fue lo que comenzó el final de la dictadura.

Pareciera que la oposición no hace política, sino que cree que, si no se complacen sus aspiraciones, entonces el juego debe ser trancado. ¿Qué pediría yo? Por supuesto un nuevo Consejo Nacional Electoral, pero no son los cinco rectores, son también los rectores estadales, municipales, son las juntas de totalización, son las máquinas que deben ser auditadas, es el Registro Electoral. Pero eso tomaría por lo menos un año.

Si nosotros queremos una salida rápida, hay que ser serio y decirle la verdad a la gente. No es posible transformar el CNE en términos inmediatos y de manera instantánea. Lo que nosotros podemos lograr y exigir hoy es veeduría y acompañamiento internacional en todas las fases del proceso, con organismos que sean solventes, creíbles y reconocidos por las partes. Actores independientes que puedan acompañar todo el proceso y que tengan la capacidad de denunciar cualquier irregularidad. Con eso sería suficiente para que fuésemos a un referendo consultivo.

Uno de los temas que se estaría debatiendo en Barbados es si Maduro pudiera ser o no candidato en esas posibles elecciones. ¿Qué considera usted?

-Si Maduro vuelve a ser candidato, sería el peor de los candidatos que tendría esa fracción que gobierna hoy el país, porque él es en buena parte, en términos simbólicos y legales, el responsable de la crisis que está viviendo el país, entre otros factores.

Que sea el pueblo el que decida. Y que Leopoldo López también pueda participar, que a Capriles Radonski se le quite la inhabilitación para que pueda participar, y que haya las garantías para que todos puedan competir en términos de igualdad, sin ventajismo electoral, y garantizando que los resultados sean legítimos y puedan ser reconocidos por todos. Si eso se garantiza, no importa que Maduro participe.

¿Cómo califica la situación de Venezuela tras el informe de Michelle Bachelet?

-Yo creo que el informe es incompleto y subjetivo, y eso trae como consecuencias que el gobierno le caiga a palos, como lo ha venido haciendo. El informe ha debido ser un poco más equilibrado, y meter también las cosas que ha hecho la oposición, porque pareciera que el informe toma partido. El desequilibrio que presenta el informe de alguna manera lo desmerita, sin descalificarlo.

Luego, ese informe pone en aprietos al gobierno de Nicolás Maduro, que independientemente de toda la campaña que ha hecho para restarle fuerza e importancia no ha logrado amainar el impacto que causó.

Ese informe puede ser un instrumento para que las cosas mejoren en el país si el gobierno asume que debe cambiar algunas cosas. Si los organismos internacionales no toman ese informe para presionar al gobierno, para que se respeten los derechos humanos, de nada vale.

Algunos sectores han criticado la realización del Foro de Sao Paulo esta semana en Venezuela. ¿Qué les diría a esos movimientos sociales que se reunirán en Caracas para respaldar a Maduro?

-Tienen todo su derecho a reunirse. Ahora, yo le pediría a la izquierda que tenga sindéresis, que tenga pensamiento crítico. Esta es una oportunidad para deslindarse del gobierno de Maduro, que no es ningún gobierno de izquierda. Pero el hecho mismo de que vengan a Venezuela, pareciera que van a ser unos corifeos que cantarán en un mismo tono. Yo no guardo ninguna esperanza con esa reunión. Creo que pasará sin pena ni gloria. Son organismos que terminan haciéndole el juego, justificando y legitimando a gobiernos por el simple hecho de que se autoproclaman de izquierda, sin que haya una revisión crítica.

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