Rusia. Cuba. China. Irán. ¡Viva la Independencia!
Cuatro naciones sostienen hoy -en mayor o menor medida- a la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. Es en ese contexto que se celebrará este 5 de julio un nuevo aniversario de la firma del acta de Independencia de 1811. Sin embargo, la moral de las fuerzas armadas -las mismas que expulsaron a los españoles a comienzos del siglo XIX de la mano de Simón Bolívar– se encuentra en el polo opuesto de aquellos años de gloria.
Dentro del Ejército bolivariano el ánimo se tensa y columpia. La tortura y posterior asesinato de un hombre cercano en las armas -el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo– se sintió como un cimbronazo y un insulto dentro de los cuarteles, en la Marina y la Aviación. Los atroces detalles que se hicieron públicos posteriormente no hicieron más que confirmar entre los uniformados que cualquiera de ellos podría caminar por la misma Vía Dolorosa hasta arribar al propio Gólgota.
¿Cómo se sentirán en esta fecha aquellos que inspiraron su carrera en próceres como Bolívar, Francisco de Miranda o Antonio José de Sucre? ¿Habrán incorporado la noticia sobre los vejámenes padecidos por un camarada como Acosta Arévalo con naturalidad? ¿Se ven respaldados por el Palacio de Miraflores? ¿Juraron lealtad a este Gobierno? Las intrigas son diarias y la vergüenza aumenta cada vez más entre coroneles y generales, capitanes y almirantes.
"Son 20 años de transculturización en el país. En Venezuela, el chavismo aprovechó la cultura débil para transculturizarnos y convertir antivalores en valores y para degenerar el país para que deje de ser una nación gobernada por un Estado para ser un territorio gobernado por mafias. Y esas mafias ahora dependen de controles extranjeros como el cubano, el ruso, el iraní, el chino. También como el de la guerrilla colombiana en Venezuela. Distintos países del mundo se han repartido -en términos prácticos, políticos y militares- buena parte de la nación", explica el periodista y profesor universitario exiliado Vladimir Kislinger.
Para peor, muchos oficiales observan que su rol dentro del régimen está cada vez más comprometido y relegado. Miran de reojo la participación cada vez más activa de los colectivos chavistas que acaparan dinero y poder y se transformaron en el grupo de choque paraestatal contra los opositores y población civil. También quedaron atrás en la consideración por la vocación destructiva de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), la policía creada por Maduro en plena crisis de 2016.
Fue justamente esa unidad la que quedó en el foco del informe escrito por el equipo liderado por la ex presidente chilena Michelle Bachelet, actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La funcionaria fue burlada por el dictador en su reciente visita, pero en su trabajo dejó expuesta la gravedad humanitaria que atraviesa la nación latinoamericana. Las torturas, la persecución y las detenciones arbitrarias fueron los puntos más alarmantes del dictamen internacional. El poder central trinó contra el contenido del lapidario paper: temen que sea el inicio del fin. Sin ruborizarse, lanzaron: "Aquí no hay presos políticos".
Pero a los militares, más allá de ver sus funciones y moral mutiladas, también les preocupa la penetración que sufrieron en manos de personal cubano y ruso. "Hoy no podemos hablar de independencia", dice un coronel retirado que aún vive en Caracas y prefiere la tranquilidad del anonimato.
Para males, la conducción parece comprometida solo con su propia supervivencia. Vladimir Padrino López continúa en un limbo. El generalísimo no se decide a vestirse de héroe y continúa como el cómplice ideal de Miraflores. No es consciente que podría ser el próximo platillo en el banquete de quienes hicieron de Venezuela tierra arrasada.
Twitter: @TotiPI
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