Juan Guaidó: "Hay un solo futuro posible para Venezuela y es el cambio, porque la alternativa a eso es la muerte"

En un diálogo exclusivo con Infobae en Caracas, el presidente designado de Venezuela reflexionó sobre las condiciones para una transición democrática. Además, se refirió a las elecciones en Argentina

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(CARACAS – Enviado especial) Ser opositor en Venezuela es un pasaje seguro a la persecución y el exilio, cuando no a la cárcel, la tortura o la muerte. Y sin embargo, desde que en enero pasado la Asamblea Nacional venezolana lo designó presidente para liderar la transición, Juan Guaidó, un ingeniero de 35 años que proviene de la humilde zona de La Guaira, en el estado de Vargas, vive en estado de gracia.

Y es que, a pesar de los intentos fallidos por encarcelarlo, a pesar de la persecución y las amenazas, a pesar de el seguimiento constante que sobre él hacen los espías chavistas del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), su figura ha alcanzado una popularidad inédita en el país, a la par que aumenta el descrédito de Nicolás Maduro, incluso dentro de las filas del chavismo. El presidente designado de Venezuela Juan Guaidó se mueve entonces con la libertad que le da ser acogido por el pueblo venezolano en áreas marginales que en el pasado eran territorio exclusivo del chavismo.

Seis meses después de que la Asamblea sorprendiera con su designación, el hasta entonces casi desconocido sobreviviente de la Tragedia de Vargas (una serie de deslaves, inundaciones y movimientos de tierras que se cobraron la vida de entre 10.000 y 30.000 venezolanos) Juan Guaidó se encuentra en boca de todos los venezolanos, y del mundo entero, que sigue sus esfuerzos por liderar una transición que ponga fin a un régimen que viola sistemáticamente los derechos humanos de su población, persigue a opositores y periodistas, somete a su pueblo a una de las crisis humanitarias más graves del momento y desgarra familias con un éxodo de más de 4 millones de venezolanos, sin antecedentes en la historia reciente del continente.

Y sin embargo, muchos dentro y fuera de Venezuela miran con escepticismo los esfuerzos que lidera Guaidó. Cada día que pasa, la posibilidad de que las negociaciones que se llevan a cabo en tierras escandinavas lleguen a buen puerto son vistas con más reservas por quienes, sin dudas con buenas intenciones pero también con algo de ingenuidad histórica y obviando la experiencia de las transiciones democráticas latinoamericanas, exigen resultados inmediatos, planteando "soluciones" que a poco de analizarlas queda claro que nada solucionan.

Bajo la mirada atenta de los espías chavistas, un equipo de Infobae se trasladó a Caracas para hablar con el presidente designado Juan Guaidó sobre el proceso de transición que aspira a liderar. En un edificio semi vacío –como casi toda la capital venezolana, producto del éxodo masivo que no parece haber llegado a su fin–, Guaidó reflexionó sobre las negociaciones en Noruega y Suecia, la necesidad de tender puentes con sectores del chavismo disconformes con el régimen y su visión sobre el proceso electoral argentino, que en los próximos meses podría poner en riesgo el apoyo de la Argentina a su gestión.

— En estos días las expectativas están puestas en las conversaciones en Noruega y Suecia. Cuando uno piensa en conversaciones piensa en dos cosas: en elecciones y, en segunda instancia, en una amnistía. Las transiciones latinoamericanas siempre incluyeron amnistías (que después nos pasamos cuarenta años discutiéndolas). ¿Qué tan cerca está Venezuela de unas elecciones libres, qué tan dispuesto está usted a abrazar a la mayor cantidad de venezolanos perdonando los errores del pasado?

—Eso lo dije el 5 de enero de este año, lo pusimos en la mesa desde el inicio entendiendo además estos procesos de autoritarismo y la necesidad de contar con una cantidad de factores para facilitar el proceso de transición. En Venezuela hay una dictadura sin precedentes, digo sin precedentes por los números: básicamente contracción del PBI 60 puntos en 6 años, 4 millones ya de migrantes reconocidos incluso por la ACNUR, por ONU. En definitiva si continúa el proceso migratorio vamos a superar a Siria. Al mismo tiempo, somos uno de los países con reservas petroleras más grandes del mundo. Entendemos además -por eso está estructurado de esa manera la ruta que elegimos: cese de la usurpación – que se venció el período presidencial de Maduro el 10 de enero y debemos a través de presión buscar la salida del usurpador, construir una transición donde agrupe a todos los sectores necesarios para dar estabilidad y gobernabilidad para contener esa emergencia y producir una elección realmente libre en Venezuela que nos encauce de nuevo a la dignidad, a vivir dignamente en Venezuela.

Entonces, dicho esto, el Grupo Internacional de Contacto, el Grupo de Lima, Oslo, son aproximaciones a esta ruta. No hay una única carta para producir una transición, eso no existe ni ha existido en ninguna (transición). Son una gran cantidad de áreas donde se le quita soporte al dictador, donde se ejerce presión, donde se atraen muchos de los que alguna vez lo respaldaron, se queda sin soporte, sin respaldo popular, sin respaldo internacional, sin soporte de las Fuerzas Armadas y por ende colapsa la dictadura. Nosotros estamos muy cerca de eso, porque lo vemos de manera más objetiva, de manera más clara, no solamente lo hemos visto en las calles de Venezuela, que no es nuevo, lo hemos visto del 2007 a la fecha. Muy intensamente en el 2014 a la fecha y este momento, en 2019, direccionando a una ruta.

Ahora, lo relevante de este proceso que se evalúa, respaldo popular, constitucional, incluso situaciones en las Fuerzas Armadas, es que si bien se dice que al régimen lo respaldan las Fuerzas Armadas, hemos visto las manifestaciones obvias, especialmente La Carlota, el director de inteligencia que se separó abiertamente del régimen hace días. Hugo Carvajal, también Luisa Ortega Díaz. Los soldados militares en Cúcuta. Los militares y sargentos… Solamente este año, sin nombrar el 2018, hubo 160 presos oficiales por manifestar descontento a lo que estaba pasando.

Así que si evaluamos todas esas variables pues estamos muy cerca de una transición, de una elección totalmente libre. Pero hace falta avanzar un poco más con la presión interna, con la presión internacional, entendiendo que nos enfrentamos a una dictadura.

“Hoy Venezuela es un país que quiere sanar, que quiere ir hacia adelante”, aseguró el presidente Juan Guaidó en diálogo con Infobae en Caracas (Foto: Lihue Althabe)
“Hoy Venezuela es un país que quiere sanar, que quiere ir hacia adelante”, aseguró el presidente Juan Guaidó en diálogo con Infobae en Caracas (Foto: Lihue Althabe)

— Usted tiene un origen humilde, es un sobreviviente de la Tragedia de Vargas, vio cómo perdió su escuela y a compañeros. Entonces conoce lo que son los sectores humildes de la sociedad venezolana, algunos de los cuales sienten genuinamente que con el chavismo tuvieron una mejor situación de vida. ¿Qué les diría a quienes de corazón y de buena fe creen que el chavismo les ha mejorado la vida?

— Que nos escuchen. Ellos saben más que nadie cómo están viviendo hoy. Saben más que nadie la situación de Venezuela. Pero si lo vemos numéricamente según el último estudio de opinión, de análisis de una de las encuestadoras, de empresas que hacen análisis numérico o análisis de entorno, están en el bajo histórico de los últimos 20 años. El régimen, el anterior número bajo era el del mes anterior, eran 12 puntos y ya están en menos 10. El rechazo es por encima del 85%. Hoy venimos de la Plaza de Toros de Valencia, que era impenetrable para un sector diferente al oficialismo, hoy no solo que estuvimos, compartimos y recibimos apoyo popular… ¿Qué le diría a toda esta gente, hoy por poca que sea? Que podemos vivir mejor, que vamos a vivir mejor, que nadie tiene que estar sometido a un subsidio de alimentación ni a esperar esporádicamente que lleguen algunos de los servicios vitales para vivir, electricidad, agua, gas doméstico, transporte público, hoy colapsados absolutamente en Venezuela.

— ¿Es lo mismo Chávez que Maduro?

— Es el mismo modelo, son los mismos funcionarios. Es decir, es muy similar. Es el mismo partido de gobierno. Se respalda en la misma narrativa que utilizan. Entonces es una narrativa única, que han utilizado, y que ha derivado en la peor crisis humanitaria compleja en la historia del continente, que puede derivar en una catástrofe humanitaria en el corto plazo si no logramos contener los venezolanos y también la región -porque ya éste es un problema de la región, que derivó del populismo, que derivó en el autoritarismo que derivó de financiar campañas-. Y en la región, por perfil ideológico y no por realmente servir al ciudadano, estuvo el famoso maletín de Antonini Wilson que llegó a la Argentina para financiar una campaña de los Kirchner, por ejemplo. Y eso fue uno de muchos, que no solamente llegó a la Argentina y a otras partes de la región. Y digo esto porque cuando hay 4 millones de migrantes, 1.300.000 en Colombia, muchos han llegado a Buenos Aires, a Lima, a Santiago, ya hoy esto es un problema, sin contar la participación en territorio venezolano del ELN, el Ejército de Liberación Nacional que está extrayendo oro de Venezuela para financiar actividades irregulares en la región. No podemos permitir entonces que se asienten campamentos de ese tipo en Venezuela con participación ya binacional.

—Mencionaba a la Argentina. En nuestro país estamos por iniciar el calendario electoral con la inscripción de las listas, la ex presidenta Cristina Fernández muy probablemente compita como candidata a vicepresidenta. Sabemos de la relación que usted tiene con el presidente Mauricio Macri, con el canciller Faurie, con el embajador Eduardo Porreti. ¿Cómo sigue el proceso electoral argentino?, ¿cambia algo si cambia el gobierno?

—Muy pendiente. Muy pendiente por supuesto del proceso en la Argentina. Ya hay muchos venezolanos viviendo en la Argentina producto de la crisis en Venezuela, una crisis que en su momento respaldó Kirchner. En su momento recibió el financiamiento por parte de Venezuela para una o varias, en este momento sabemos en específico una porque se detectó específicamente la entrada por el aeropuerto de muchísimo dinero en efectivo, 800.000 dólares en ese momento para financiar la campaña.
Pero más allá de eso, el respaldo que ha tenido Argentina a una causa justa, que es la de la democracia, la de la libertad, venimos años denunciando los males del populismo en contraste a lo que queremos hoy en Venezuela. Entonces, el no continuar por esa vía, hoy tenemos una catástrofe humanitaria producto de la corrupción, producto de la incapacidad, producto del no miramiento al estado de derecho o al respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos, los derechos humanos incluso. Entonces vemos con mucha atención. Por supuesto por dos cosas: el interés en la región y en la sana integración de la región, no por un tema ideológico sino por un tema realmente de empoderamiento de la región, ciudadano, sano, comercio entre los países, y segundo porque hay muchos venezolanos producto de esta crisis viviendo en la Argentina.

—Antes de venir a Caracas me reuní con varias personas -todos simpatizantes suyos- y el relato que me hacían de la situación actual en Venezuela era más bien épico, era de un renacimiento… Sin embargo, estando aquí encontré mucha gente que si bien considera que usted trae aire fresco y algo de ilusión, también son escépticos sobre la posibilidad de un cambio. Una persona, un buen amigo, me dijo algo interesante: usted es de mi generación, seguramente vio Volver al futuro; hay un futuro posible en el que gana el malo y las cosas van empeorando y siguen, y siguen, y siguen empeorando y siempre se puede estar un poco peor.

—Hay un solo futuro posible para Venezuela y es el cambio. Porque la alternativa a eso es la muerte. Y no estoy siendo ni exagerado ni estoy siendo alarmista, estoy hablando ya con cifras. De nuevo, 7.000.000 de venezolanos viven una situación compleja. No tenemos hoy gasolina para cubrir la demanda local, ni siquiera para poder cubrir mucho menos la comercial. Es decir, transportar alimentos desde Táchira, o desde Barinas, o desde Barquisimeto a la capital. No hay un sistema de salud, está absolutamente quebrado. Sigue subiendo la cifra de migrantes. Es decir, hay alternativa para Venezuela y es el cambio. Lo contrario sería muerte, desolación y una crisis regional, no solamente venezolana. De 4 millones de migrantes vamos a pasar a 8 millones o a 10 millones en un año y medio o dos años. Así que hoy somos mayoría los que queremos cambio, no solamente cuantitativamente sino cualitativamente. Hay energía, hay número, estamos creciendo. La mayoría entiende que nos enfrentamos a una dictadura que ha ostentado el poder durante 20 años, donde manejaron en un momento 400 millones de dólares al día solamente para gasto público, para subsidios, para financiar campañas en otros países, para ganar favores diplomáticos en algún momento.

Entonces hoy que hemos reunido la mayoría, el Parlamento nacional, el reconocimiento internacional, la protección de los activos de Venezuela en muchos países del mundo, un evidente quiebre en las Fuerzas Armadas, o más que un quiebre un gran descontento generalizado que se ha expresado de varias formas y que no tengo dudas que también se va a volver a expresar… Estamos, racionalmente, sin dudas a las puertas de una transición. Pero a nivel de los intangibles, a nivel de la expectativa, a nivel de la emoción, a nivel del deseo también -por qué no-, en el peor de los casos no tenemos opción. Venezuela no solamente quiere un cambio, que lo demostró en el 2015 cuando ganamos dos terceras partes del Parlamento, hoy Venezuela necesita un cambio.

—Usted dijo una cosa que es real y es tangible para cualquiera que pise el suelo venezolano, "estamos viviendo una dictadura". Las repúblicas democráticas suelen ser aburridas, no se necesita el heroísmo porque hay reglas e instituciones que regulan los marcos de la política. Pero ante las dictaduras sí se necesita arrojo, heroísmo. Usted dijo en una carta al New York Times en enero de este año que tenía las marcas en su cuerpo de las protestas de 2017 pero que la suya era solo una pequeña herida frente a los sacrificios de sus compatriotas. ¿Hasta dónde está dispuesto a sacrificarse usted por su país?

—Mira, nosotros hemos puesto nuestra vida es al servicio público, al servicio de Venezuela, al servicio de una causa como la libertad o la democracia. Nadie nace o nadie vive diciendo que quiere sacrificar su vida en pro de… ¿no? Por el contrario debemos, si queremos ser felices, aportando a la sociedad, siendo útiles a nuestros prójimos, a nuestra gente, a nuestro país, al servicio de la región. Ahora, hoy en Venezuela el ejercicio de la política es un riesgo de vida, es un riesgo de libertad. Eso no es un secreto. Está Fernando Albán, están los 271 asesinados por causas políticas desde que Maduro se sentó en Miraflores. Hemos visto en videos cómo asesinan a jóvenes protestando en las calles. Ese es un riesgo. ¿Estamos dispuestos a correr ese riesgo? Claro. Claro que estamos dispuestos a correr ese riesgo, por eso estamos aquí sentados, por eso me secuestraron el 13 de enero de este año, por eso recibí proyectiles en el 2017. Pero de nuevo, no se compara con las heridas que hoy tiene Venezuela. Y ya hoy Venezuela es un país que quiere sanar, que quiere ir hacia adelante, por eso nos hemos puesto la valentía de garantía. Y hoy ya no hay un país polarizado en Venezuela como hace años, que podíamos decir que éramos un país polarizado, ya eso no existe en Venezuela, en Venezuela hay una gran mayoría, un 91% de la población que quiere un cambio, que necesita una ruta hacia el bienestar.

—Sin embargo, en Venezuela hay mucha gente armada. Hay ciudadanos armados para defenderse, para defender su vida y sus bienes. Hay militares armados. Hay paramilitares armados. Hay narcotraficantes armados. Hay guerrilleros armados. ¿Cómo se desmoviliza todo eso?

—Bueno, con el imperio de la ley ¿no? Que es además la razón de ser de los Estados. El proteger al ciudadano. Entonces yo estoy seguro que el 91% del país que no quiere vivir al margen, que no quiere ser víctima de un para-Estado, porque es una especie de para-Estado lo que opera, y tanto es así que el régimen de Maduro está tan débil que no controla ni siquiera la moneda de circulación nacional, o sea ya el bolívar dejó de ser la primera herramienta de transa económica en Venezuela, si vas a la frontera es el peso colombiano, si vas al sur es el oro, o la grama como lo llaman en Bolívar y Amazonas. En Caracas seguramente sea el dólar o el euro. ¿Por qué? Porque no representa un valor comercial hoy el bolívar. Es tan grave la situación… Entonces eso es poco rentable incluso para los grupos irregulares que no tienen además cómo sostener su funcionamiento, más allá que en la frontera son muy irregulares y además enfrentados entre sí. Recientemente hubo incluso un tiroteo en el puente Santander, si no me equivoco, hace tres semanas, donde guerrillas y paramilitares se enfrentaron por el territorio.

El gobierno ya no gobierna, está tratando de sostenerse con mucha dificultad porque no controla la economía, no tiene préstamos porque se quedó al margen de la política internacional. Ha anulado el Parlamento desde el 2016. Obviamente no tiene respaldo popular. No tiene mayor respaldo de las Fuerzas Armadas porque no las controlan. Pareciera un secuestrado y un secuestrador a la vez. Entonces hay un esquema de acción muy claro, y somos muy conscientes de que se va a precisar mucho tiempo. Entonces cómo se desmonta: con lo que estamos haciendo. De nuevo, cuáles son las herramientas de los ciudadanos, de los líderes civiles, de los líderes que estamos encabezando este proceso: la protesta ciudadana ha rendido frutos, ganamos el Parlamento nacional en su mayoría, hemos despertado el interés del mundo en una beligerancia dentro de los países cercanos y aliados a la causa democrática. Entonces son las herramientas que hemos utilizado, que estamos utilizando y que vamos a ejercer.

—El chavismo los acusa a ustedes de estar divididos. Mike Pence dice que hay cuarenta autoproclamados sucesores de Maduro. ¿Se puede negociar en este estado de balcanización? ¿Están divididos?

— Estamos absolutamente conscientes de la necesidad de la unión y de hecho hemos sido muestra este año de eso, que haya expectativas para ser presidente es lo normal en democracia, hoy todavía estamos en dictadura, hoy Venezuela padece una dictadura que estamos superando. Yo soy un presidente encargado en dictadura reclamando las competencias del Ejecutivo para contener la crisis y producir una elección realmente libre. Para tranquilidad de todos, estamos unidos en ese propósito y de cara a una potencial elección, cuando llegue el momento, vamos a tener uno solo. Así que eso es muy sencillo y hemos sido muy eficaces en el pasado con eso, una muestra fue el Parlamento en el 2015, a través de consensos o a través de primarias. Pero va a haber uno solo. Y las exigencias y la petición de toda Venezuela, son tres, que nos hemos planteado además pública e internacionalmente: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Así que en torno a esa ruta nos hemos aglutinado todos. Probablemente haya diferencias en cuál es el mejor mecanismo para superar una dictadura, y de nuevo, no hay una única receta para superar una dictadura o producir una transición. Y por eso vemos nosotros, que siempre y cuando no entorpezcan el objetivo que es lograr el cambio, implementar todas las que podamos y todo el esfuerzo en conjunto con la comunidad internacional, en presión diplomática y cooperación para poder lograr el cambio en Venezuela.

Cámaras y sonido: Lihueel Althabe y Juan Vicente Manrique – Edición: Lihueel Althabe

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