Los negocios de un excéntrico millonario argentino de origen israelí se han convertido en la última pista de los Departamentos de Justicia y del Tesoro de Estados Unidos en su búsqueda de la fortuna secreta de Nicolás Maduro, líder del régimen venezolano, según un reporte del periódico colombiano El Tiempo.
Diego Adolfo Marynberg, de 44 años, se ha convertido también en una pieza clave en los intentos de frenar las fuentes de financiamiento externo del chavismo, luego de que el Gobierno de Estados Unidos anunciara nuevas sanciones contra empresarios y miembros del régimen presuntamente responsables por el retiro de 1.200 millones de dólares desde Venezuela.
Según reconstruye El Tiempo con base en informantes cuya identidad está protegida, Marynberg llegó a Venezuela en 2006 para invertir en el país, ya en ese entonces en crisis y gobernado por el fallecido Hugo Chávez.
Aquellos negocios resultaron beneficiosos para la cúpula chavista y también para Marynberg, quien llegó a comprar numerosas propiedades en los Estados Unidos, una de ellas, un costoso apartamento en Nueva York que luego vendió en 30 millones de dólares.
El empresario argentino y su esposa, Elena Szpolski, han realizado, también, donaciones millonarias a fundaciones en Israel, muchas de ellas vinculadas con la creación de asentamientos.
Estos movimientos han estado bajo la lupa de las autoridades israelíes desde hace 15 años, informó el periódico Haaretz.
Pero las ganancias de Marynberg no solo provenían de Venezuela. El argentino también realizó negocios en su país durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, hoy candidata a vicepresidente, y parte de su esquema tuvo que ver al país sudamericano.
Al parecer, las millonarias ganancias, fruto de negocios opacos con el régimen venezolano, se movían en forma de bonos emitidos por el Gobierno de Venezuela, luego vendidos y llevados a un banco en Curazao. La empresa encargada de estas ventas era Mercantil Valores Agente de Valores S.A. cuyo dueño es Marynberg, indica El Tiempo.
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El empresario también está vinculado con GEO Oportunitys Equity Ltda, a través de cuyas ganancias Marynberg logró comprar durante la presidencia de Chávez a Mercantil Servicios Financieros CA, el segundo banco más importante de Venezuela.
Adar Capital Partners es la otra pieza del imperio Marynberg, un fondo de inversión con sedes en Buenos Aires, en Nueva York y en Tel Aviv.
Hace relativamente poco tiempo el emporio de Marynberg parecía mantenerse dentro de lo legal, pero entonces comenzó a llegar información sobre sus actividades, presuntamente de parte de oficiales de inteligencia del ejército de Venezuela.
El periodista peruano Jaime Baily dijo tener información sobre operaciones fraudulentas realizadas por Marynberg para ayudar a Maduro a retirar unos 800 millones de dólares entre 2014 y 2015 y mediante compras de libras esterlinas.
La expectativa está puesta ahora en el detalle de las sanciones anunciadas a Estados Unidos y en los empresarios que serán mencionados con nombres y apellidos en esta trama.
Amigo personal de un ex ministro argentino
Durante el segundo mandato de la ex presidente Fernández de Kirchner, entre 2011 y 2015, se investigaron los vínculos de su entonces ministro de economía, Axel Kicillof, con Marynberg.
En tanto, la reciente causa sobre pagos de sobornos durante los gobiernos de la ex presidente y también de su fallecido esposo, Néstor Kirchner, destapada el año pasado por una investigación periodística, han aportado, además, más detalles al respecto.
A partir de la confesión del ex funcionario Claudio Uberti, quien en la llamada "causa de los cuadernos" del chofer Oscar Centeno ventiló una transacción entre Néstor Kirchner y Venezuela, que habría deparado ganancias ilícitas cercanas a los 50 millones de dólares, se sabe que el presunto negociado con bonos realizado por Marynberg, quien sería amigo personal de Kicillof, no fue una excepción.
¿Cómo funcionaba esto? Venezuela compraba bonos argentinos a una tasa cercana al 16% en dólares, muy por encima de lo que prestaba el mercado en dicho momento. Como consecuencia, Argentina pagó sumas exorbitantes enmascaradas a través de un financiamiento lícito. En definitiva, la operatoria no era todo lo solidaria que se pensaba.
Venezuela no se quedaba con los bonos, sino que los liquidaba en el mercado internacional días después de haberlos adquirido. Seguidamente, los dólares billete que conseguían Chávez y sus amigos eran vendidos en el mercado paralelo venezolano, donde gracias a las restricciones cambiarias, el precio que se abonaba resultaba exorbitantemente mayor. Como consecuencia, los ex presidentes se dividieron las ganancias por el sobreprecio usufructuado, estimadas en 50 millones de dólares.
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