Decenas de familiares se concentraban este sábado frente a una morgue en Acarigua, un día después de que 29 presos murieran en un motín en una comisaría de esa localidad en el estado Portuguesa, en el oeste de Venezuela.
Las personas intentaban obtener información de sus parientes frente a la reja de entrada de la morgue del hospital Jesús María Casal Ramos en Acarigua. Previamente, habían circulado rumores de que los cuerpos, que no habían sido refrigerados, estaban en proceso de descomposición.
Los 29 detenidos murieron el viernes en un enfrentamiento en una comisaría cuando intervinieron agentes de Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional (FAES) para controlar un "intento de fuga masiva", informó el secretario de Seguridad Ciudadana de Portuguesa, Óscar Valero.
El funcionario chavista aseguró que los reclusos recibieron a los agentes con "una lluvia de disparos" y la detonación de tres granadas, ataque que hirió a 19 funcionarios policiales.
La violencia es recurrente en el medio millar de sobrepoblados centros de detención preventiva en Venezuela. El código penal establece que los acusados no deberían pasar más de 48 horas en estos centros, pero en la práctica funcionan como prisiones.
La opacidad oficial es una constante ante hechos como estos. El Ministerio de Asuntos Penitenciarios no suele informar, aduciendo que centros como el de Acarigua no están a su cargo.
En la comisaría de Portuguesa, con capacidad para mantener detenidas temporalmente a 60 personas, había unos 500 reclusos, según un parte interno policial al que tuvo acceso la AFP.
Las hacinadas cárceles venezolanas son escenario frecuente de sucesos sangrientos. En ellas, han muerto más de 400 personas desde 2011, denuncian organizaciones de derechos humanos.
Con información de AFP
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