El teniente Néstor Padilla, director de Operaciones de la Policía de Miranda (Polimiranda), fue destituido luego de la actuación de efectivos de la policía regional en los hechos sucedidos en el Ministerio del Transporte en Chacao, el pasado martes.
Una fuente del cuerpo de seguridad señaló a El Pitazo que Padilla fue removido de su cargo al permitir que los funcionarios, a quienes se les levantó un procedimiento administrativo, dispararon contra colectivos armados que atacaban a manifestantes en la calle Elice.
El mismo medio recuerda que las imágenes donde los policías de Miranda hacían frente a delincuentes armados, que disparaban contra los manifestantes desde la sede de la cartera de Transporte, se hicieron virales y fueron aplaudidas por dirigentes opositores.
La decisión de remover del cargo a Padilla, quien lo ejercía desde la intervención de Polimiranda en 2017 cuando aún la gobernación estaba a cargo de Henrique Capriles, fue tomada por el Ejecutivo Regional a cargo de Héctor Rodríguez.
La historia de los colectivos y otras fuerzas paramilitares se remonta al pasado de lucha armada que tuvo lugar en Venezuela, según explicó el coordinador del Programa Venezolano de Educación – Acción en Derechos Humanos (Provea), Rafael Uzcátegui, en una entrevista con Infobae.
En la década de 1980 y 1990 estos grupos se pacificaron y pasaron a la lucha legal y la disidencia en universidades públicas, pero con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 volvieron a cobrar importancia.
La Coordinadora Cultural Simón Bolívar es "el gran origen" de los colectivos en su versión actual, que progresivamente se acercaron al partido oficialista PSUV hasta convertirse en los guardaespaldas de sus funcionarios y luego en defensores violentos de la llamada Revolución Bolivariana.
En 2013 comenzaron sus labores de "seguridad ciudadana" y en 2014 tuvieron su bautismo de fuego en el rol en el que acapararon su más infame reputación: la represión brutal de las manifestaciones opositoras a Nicolás Maduro.
Aunque están armados, sus tácticas varían dependiendo la situación y muchas veces se limitan a usar palos o incluso se valen de la presencia en masa de sus motocicletas, uno de los símbolos más fuertes de colectivos y motorizados, para generar miedo.
Rápidamente el régimen advirtió que el uso de los colectivos era un elemento disuasorio ideal, ya que a su brutalidad y fanatismo se sumaba su ilegalidad, lo que provocaba en sus víctimas el terror a realizar denunciar por temor a represalias.
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