La Guardia Nacional Bolivariana ingresó a una iglesia en plena misa y un comandante chavista insultó al sacerdote

El sacerdote Jairo Clavijo bajó del presbítero para pedirles a los militares que sacaran sus motos del lugar porque estaban violentando el recinto religioso

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En el marco de los graves enfrentamientos que hubo este 1 de mayo en Venezuela, la actuación de guardias nacionales bolivarianos fue particularmente violenta contra la población, pero un hecho insólito fue el ocurrido en la iglesia "Nuestra Señora De Fátima", ubicada en el Barrio Sucre de San Cristóbal, estado Táchira, cuando en plena misa dos efectivos de la GNB ingresaron con sus motos hasta el interior del templo.

El sacerdote Jairo Clavijo bajó del presbítero para pedirles a los militares que sacaran sus motos del lugar porque estaban violentando el recinto religioso.

Hubo un proceso de conversación entre el sacerdote y los guardias. Eso fue así hasta que llegaron unos 40 funcionarios más de dicho componente, pretendiendo ingresar al recinto eclesiástico.

El párroco los enfrentó. En ese momento llegó el teniente coronel Edgardo Armando Ochoa Sierralta, jefe del Destacamento de Seguridad Urbana (Desur) del Táchira, quien se enfrascó en una discusión, nada respetuosa, con el sacerdote Clavijo. "El oficial dijo improperios contra la figura del sacerdote, la feligresía y la Iglesia Católica", dijo el párroco.

Los guardias argumentaban que unos manifestantes habían ingresado a la Iglesia, a lo cual el párroco Clavijo dice que él estaba en su misa y "no puedo asegurar que unos manifestantes hayan entrado. Había mucha gente y la Iglesia es de entrada libre".

Los guardias nacionales estallaron bombas lacrimógenas dentro de las instalaciones de la Iglesia, con las consecuencias que eso trae para las vías respiratorias. La mayoría de los que estaban ahí eran personas de la tercera edad, sobre todo mujeres que van con regularidad a la misa.

En medio de los gases lacrimógenos lograron que los fieles salieran del lugar, aunque una  monja no soportó el impacto de los gases y se desmayó.

El obispo del Táchira, monseñor Mario Moronta, calificó el hecho como "de suma gravedad y un ataque contra la Iglesia Católica". Responsabilizó a Ochoa Sierralta, y al resto de las autoridades militares de las región de lo que calificó como "vil evento que de por sí ya habla de la intencionalidad de los atacantes que no tienen el menor respeto a la dignidad humana y ni siquiera manifiestan tener temor de Dios".

Advirtió que la Diócesis tomará las previsiones del caso y promoverá las actuaciones que se consideren pertinentes aunque no especificó cuáles son.

Le manifestó solidaridad al párroco Jairo Clavijo. "A la feligresía de Nuestra Señora de Fátima los acompaño con mi oración". Solicitó al presbiterio, religiosas y laicado diocesano, manifestar su solidaridad con el párroco y su feligresía.

Detención de un efectivo militar

Lo que sucedió en la Iglesia de Barrio Sucre no fue el único hecho de violencia que escenificó el comandante Ochoa Sierralta durante las manifestaciones del 1 de mayo. Fue él quien comandó parte de las violentas represiones sucedidas en San Cristóbal.

Ochoa, oriundo de Maracay, pero residenciado en la capital del Táchira junto con su familia, estuvo por unos tres meses en el 2013 en el comando del municipio Colón en el mismo estado, en tiempos en que era Mayor.

Después fue enviado al Comando Nacional Antisecuestro (Conas) del estado Trujillo, de donde salió para recibir DESUR Táchira.

"Ochoa es un comandante antiguardia, maltratador del personal y que ordena reprimir echando plomo de la cintura para abajo, donde caiga. 'Dale con todo a los guarimberos' es lo que ordena", dice uno de sus subalternos.

También fue Ochoa quien entregó al Sargento Mayor de Tercera Luis Márquez Mora, en el momento en que la tropa estaba en formación. Sacaron al SM3 de la fila y, aunque sus compañeros se opusieron a que lo trataran como un delincuente, se lo llevaron esposado. Márquez había pasado la madrugada cuidando a uno de sus compañeros que estaba en el hospital y quien había resultado herido de los enfrentamientos ocurridos el 30 de abril.

Ahora está desaparecido y no se sabe en qué sitio lo tienen, las razones ni en qué condiciones.

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