El libro está catalogado como ficción, pero bien podría no serlo. En Dos espías en Caracas (Ediciones B), el venezolano Moisés Naím se vale de este género literario para contarle al mundo todo lo que sabe sobre la crisis que ha sumido a su país en la más profunda de las tragedias, y el rol que ha tenido el régimen cubano en ella.
Columnista en El País y director de la prestigiosa revista de asuntos globales Foreign Policy son sólo algunos de los muchos pergaminos periodísticos que Naím lleva a sus espaldas. Escritor de numerosos ensayos de referencia en temas políticos, entre ellos el aclamado El Fin del Poder, es una voz más que autorizada a la hora de analizar la interminable crisis del país caribeño.
No obstante, Naím cuenta que hay detalles, entretelones del régimen bolivariano que ocurrieron de manera "muy clandestina, muy secreta" y lograron evitar su filtro periodístico. Por esta razón, y en lo que denomina como un acto de liberación, decidió llenar las piezas más oscuras del rompecabezas venezolano con esta obra de ficción, la cual abarca el período comprendido entre el fallido golpe de estado que Hugo Chávez comandó en 1992, y su muerte de cáncer en 2013.
Pero Chávez es sólo uno de los personajes principales de este libro. Como su nombre lo indica, el relato transcurre en mayor medida a través de los ojos de dos agentes de inteligencia de las naciones en pugna por influir en la política del país con las mayores reservas petroleras del mundo: la CIA estadounidense y el G2 cubano.
El líder de una banda criminal cuyos tentáculos se extienden hasta lo más alto del gobierno; una madre soltera cuya devoción por su líder la lleva a unirse a los colectivos chavistas; una periodista que se convierte en una piedra en el zapato para el régimen y, por sobre todo, la omnipresente presencia de Fidel Castro completan el cuadro.
En diálogo con Infobae, Naím analizó en profundidad el perfil de Chávez, la actualidad de la crisis venezolana y los pasajes de su libro donde la realidad supera a la ficción.
–Se dedicó durante gran parte de su vida al periodismo, ¿cómo surge la idea de escribir un policial sobre la Venezuela de Chávez?
-Es producto de la frustración. Llevo ya muchos años investigando, escribiendo y analizando todo sobre Venezuela. Fui de los primeros en comenzar a alertar que había una amenaza que venía, que era la influencia de Cuba y la expoliación que estaban haciendo del petróleo venezolano. El problema es que lo hacían de manera muy clandestina, muy secreta, no susceptible de ser analizada con las técnicas del periodismo de verificación. Yo estaba seguro de que estaba pasando pero no lo podía escribir como periodista. Entonces decidí que lo iba a llamar una obra de ficción e iba a ser una novela. Fue un acto de liberación que disfruté mucho.
–¿Qué era lo que percibía?
-Una serie de sorprendentes situaciones. Como una isla pequeña en el caribe logra tomar el control de un país que es muchas veces más grande, tiene las reservas de petróleo más grandes del planeta y está a tres horas en avión de Estados Unidos. Cuba logra tener una influencia inmensa sin disparar un tiro. El artífice de todo fue Fidel Castro, que desarrolló una relación paternofilial con Chávez, a quien manipuló y logró orientar de manera que Venezuela mantuvo a flote a Cuba.
–Hace particular énfasis en la relación entre Chávez y Fidel Castro, ¿no se explica entonces el chavismo sin Cuba?
-Correcto. Ni se va a explicar la solución de la situación actual que vive Venezuela. En muchos sentidos, Cuba tiene las llaves de la recuperación de Venezuela, como también las tiene Rusia en estos tiempos. Sin Cuba, el chavismo no hubiera sido lo que es. Y tienen que dar cuenta de una catástrofe gigantesca. Saquearon el país de una manera increíble. Chávez presidió sobre la entrada de dinero más grande de la historia de cualquier país latinoamericano. Pero no le bastó con el dinero del petróleo, sino que también endeudó al país. Venezuela es el país más endeudado del mundo Esa cantidad enorme de dinero sólo sirvió para enriquecer a una casta de oligarcas bolivarianos que han dejado al país postrado con la crisis humanitaria más grave que que ha vivido América Latina.
–Recurrió al terreno de la ficción porque sabía que había cosas que no podía comprobar, ¿hay algo en su libro que haya exagerado deliberadamente o cree que todo lo que relata podría haber sucedido de la manera que describe?
-Hubo dos hechos en particular que sorprendieron a la gente. Uno es que Chávez no haya atacado cuando montó el golpe de Estado. La gente cree que lo inventé, pero es un hecho comprobable. Él estaba muy cerca del palacio presidencial. Su contingente tenía más unidades que estaban mejor equipadas que otras, pero no dio la orden de atacar. El otro es la exhumación de los restos de Simón Bolivar presentados en televisión con la narración del presidente. Basta buscarlo en Internet y lo van a ver como lo cuento.
–Sin embargo, la escena posterior cuenta que una vez terminada la exhumación, Chávez queda sólo y realiza un ritual de santería afrocubana con los restos. Eso es hasta más increíble.
-Yo estoy convencido de que eso pasó. Tengo una fuente que me lo contó pero no tengo manera de comprobarlo. Por eso lo llamo ficción. Es la licencia y la liberación que me da la novela, cuya premisa es que todo es producto de la imaginación del autor. En este caso no es así. Cuando se fueron las cámaras de televisión y los invitados y Chávez quedó sólo con un grupo de santeros cubanos, hubo una ceremonia del ritual yoruba donde usaron parte de los huesos de Bolivar para hacer una poción que iba a dotar a Chávez de la grandiosidad y universalidad de Simón Bolivar.
–A lo largo del libro describe el embelesamiento extremo que Chávez tenía con Bolivar, y en una escena un personaje asegura que el presidente tenía un trastorno de personalidad narcisista. ¿Cree que Chávez efectivamente tenía una condición psiquiátrica?
-Absolutamente. Y esa no es una definición etérea. Los libros de texto de los psiquiátras definen cuáles son las conductas que permiten catalogar a alguien como víctima de un trastorno de personalidad narcisista. Creo que cumplía con los criterios.
Extracto: El comienzo de "Dos espías en Caracas", la novela de espías en tiempos de Chávez de Moisés Naím
–¿De qué manera es Chávez distinto a otros líderes populistas? Por ejemplo, de Néstor y Cristina Kirchner
-No sé si se pueden hacer esas diferenciaciones de manera clara. En su caso, el tenía una comunicación muy profunda con el pueblo venezolano. Lograba una conexión emocional muy profunda. Aún hoy existen quienes lo idolatran. Ustedes tuvieron a Evita. Es de esos fenómenos de líderes que logran tocar las fibras más importantes de sus pueblos y seducirlos. Hugo Chávez era un gran seductor de pueblos.
–Hablando de Evita, usted aseguró en una entrevista que "de la misma manera que Juan Domingo Perón hizo mucho daño a Argentina y hoy existen todavía peronistas, va a haber durante muchos años chavistas en Venezuela". La crisis venezolana es bastante más cruda que los distintos ciclos de auge y depresión económica argentinos. ¿Cree que el chavismo conservará un grado de popularidad similar al peronismo después del fin del régimen de Maduro?
-Creo que en Venezuela, de la misma manera que sucede en Argentina, cada vez que haya elecciones va a haber un político y un grupo – que no sé de qué tamaño va a ser – que va a presentarse a elecciones defendiendo y reivindicando las ideas de Chávez. Los que defienden a un político fracasado dicen que sus ideas fueron buenas pero estuvieron mal implementadas. Exculpan al protagonista y defienden su ideología.
-¿Recuerda cual fue la primera sensación que le produjo Chávez?
-Yo lo conocí. La primer sensación fue lo simpático, caluroso y amable que era en sus relaciones humanas.
–Avanzada la enfermedad de Chávez, describe los esfuerzos del régimen cubano para que Nicolás Maduro sea ungido como su sucesor, ¿Qué rol jugó Cuba en su nombramiento y que diferenciación hace entre Chávez y Maduro?
–Maduro nunca hubiera llegado a la presidencia de Venezuela sin el apoyo de los cubanos. Desde joven él se formó en la isla, eso está comprobado. Luego, a Maduro le falta el carisma, el talento político y la chequera de Chávez. Esos tres ingredientes tuvieron mucho que ver con el hecho que Chávez se haya podido mantener en el poder durante tanto tiempo.
–En el libro, el agente cubano en distintos momentos expresa escepticismo, desencanto con el régimen, ¿Cree que esto efectivamente sucede en las más altas esferas de la inteligencia cubana?
-Yo conocí a un funcionario de los servicios de inteligencia. Mi espía no es una persona, sino la composición de varios. Conocí a un escéptico que llegó a la conclusión de que la defensa de la revolución era la defensa de un proyecto fracasado que no tenía esperanzas de éxito.
–¿Cree que alguna vez alguien, haciéndose pasar por otra persona, haya tratado de conseguir información de su parte?
-Mi trayectoria me ha puesto en contacto con una amplia cantidad de personas. No sabría decirte si alguna me aproximó con el fin de obtener información. De igual manera, lo que yo hago es muy transparente. No soy un funcionario público, llevo más de 12 años escribiendo una columna todos los domingos. Lo que yo sé y pienso, lo saben mis lectores.
–Dijo en una entrevista que "Venezuela es un Estado fallido, una economía fracasada y tragedia humana inenarrable, no bien entendida por el resto del mundo". ¿Qué es lo que el mundo no entiende sobre Venezuela?
-Es difícil para un país imaginar que el 10% de la población se fue del país, muchos de ellos caminando a Brasil a través de la selva amazónica, a Colombia cruzando los Andes, o en pequeñas lanchas a islas del Caribe. El mundo no ha entendido lo que significa tener niños en los hospitales que se mueren porque no hay respiradores, leche o medicinas, o ancianos diabéticos que no consiguen insulina. Es una tragedia con detalles de una magnitud que el mundo no ha captado. América Latina ha tenido muchas crisis. Es conocida por su volatilidad y épocas de expansión seguidas por un crash macroeconómico que lleva a hacer ajustes en el gasto público y por ende aumenta el desempleo y se devalúa la moneda. Creen que es un episodio más de este tipo y no lo es. Es de una magnitud muy superior.
–¿Cómo analiza al movimiento opositor liderado por el presidente encargado Juan Guaidó?
-Lo más importante es que es una sorpresa. Y parte de ella es que logró revivir la esperanza de un pueblo postrado, deprimido, enfermo, hambriento. Hay 70 países del mundo, entre ellas las democracias más importantes, que lo reconocen como presidente encargado y legítimo. Para una comunidad internacional siempre tan lenta y politizada, aquí ha actuado con una velocidad enorme. Creo que el pueblo está con Guaidó. Las encuestas así lo dicen y las manifestaciones en la calle así lo confirman. Sin embargo, no tiene a las fuerzas armadas. Guaidó tiene la legitimidad, pero Maduro tiene el control de la violencia y la represión.
–¿Qué opinión le merece la postura de Estados Unidos con respecto a Venezuela y la posibilidad de una intervención militar?
-No sé cual es la postura de Estados Unidos dado que Elliott Abrams, el enviado del presidente Trump encargado de coordinar la política para con Venezuela ha dicho claramente por televisión que el país no apoya la intervención. Después siento que la manera en que el debate se lleva a cabo es muy superficial. Depende de lo que se hable. ¿Estamos hablando de Irak y la invasión que depuso a Saddam Hussein o de operaciones especiales de otro tipo? Yo entiendo el debate. Creo que tiene distintas aristas, y hay que aclarar de qué estamos hablando. Quién, cuándo, con qué, dónde y qué tan realista es suponer que esto va a ocurrir. Los venezolanos tienen todo el derecho a estar desesperados y decir "sáquenme de este purgatorio, porque nos va a matar de todas maneras".
–Usted fue ministro de Fomento de Venezuela entre 1989 y 1990, ¿volvería a formar parte de un gobierno democrático, si se lo pidieran?
-Absolutamente, si.
–¿Ha tenido algún contacto al respecto con Guaidó?
-He hablado con él en cámara (N. del R.: en su programa de televisión, "Efecto Naím") y también con algunos de sus colaboradores. Creo que en este momento no hay que hablar de cargos. Guaidó ha sido muy eficaz en convencer a los venezolanos, a mí y al mundo entero de que hay tres objetivos: el fin de la usurpación, la creación de un gobierno de transición y elecciones libres y transparentes supervisadas por la comunidad internacional. Todo lo demás es una distracción innecesaria en este momento.
–¿Volvería a escribir ficción en el futuro?
-Ya comencé a escribir mi próxima novela.
–¿Sobre Venezuela?
-No tiene nada que ver con Venezuela. Es sobre la corrupción en América Latina. Son personajes cuyas vidas están entrelazadas con la corrupción, y una parte importante transcurre en Argentina.
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