Vladimir Putin ya designó quiénes serán sus hombres en Venezuela para convertirla en la Siria de América Latina. La "sirialización" de la que ya se habla en voz baja -y no tanto- en los foros internacionales. Son dos los delegados que eligió Rusia: un empresario y un militar. Ambos gozan de toda la confianza del nuevo zar. El primero es un confidente del ex agente de la KGB. Igor Sechin es la cabeza visible de Rosneft, la petrolera que quiere quedarse con el crudo chavista.
El segundo es alguien menos conocido y con exposición sólo marcial: Vasilii Petrovich Tonkoshkurov. Es el general que aterrizó en un Antonov An-124 el 23 de marzo en Caracas en absoluto sigilo junto a otros 100 oficiales rusos. Esta vez no hubo show, como cuando se presentaron los bombarderos TU-160 en diciembre último.
Es que esta vez la comitiva tenía instrucciones precisas: trajo consigo tecnología de avanzada no para cuidar al dictador Nicolás Maduro, sino para velar por sus intereses en Venezuela. Que son muchos y cada vez mayores. El régimen chavista le abrió sus puertas y, también, le ofreció sus llaves. Moscú no perdió tiempo: vio la hendija e irrumpió en una administración debilitada al extremo.
Tonkoshkurov es un duro en el arte de la guerra. Es subcomandante de las fuerzas terrestres y conoce como pocos el campo de combate. Sufrió una herida de consideración cuando la Unión Soviética enfrentó en las rocosas montañas de Afganistán a los talibanes, resultando humillada. Fue el inicio del fin de una era imperial-comunista que renacería de la mano de Putin, más de una década después.
El uniformado de 59 años nació en Karagandy, en el centro de una Kazajistán soviética y se unió a edad muy temprana al ejército. Fue nombrado en mayo del año pasado como primer subcomandante del Comando Principal de las Fuerzas Terrestres, uno de los máximos cargos a los que puede aspirar un militar. Fue además nombrado coronel general por medio de un decreto del presidente todopoderoso hace ya cuatro años.
Él es el hombre encargado de iniciar la penetración en todas las esferas estatales venezolanas y quien, con la inestimable intervención cubana, ya tiene el mapa de los puntos clave a ocupar desde las sombras. Esas esferas son: el petróleo -conjuntamente con Rosneft-, el minero, el militar, el económico y el político.
Una vez que salió a la luz el descenso de los agentes rusos en terreno caraqueño, el escándalo se profundizó y quedó en evidencia la interferencia de Rusia en América Latina. El Kremlin no puede perder el tiempo: sabe que Irán y China también tienen intereses en la región.
Al conocerse el episodio Moscú pretendió bajar el tono y dijo que estaba en todo su derecho de permanecer en Venezuela. Lo hizo a través de María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores: "¿Cuánto tiempo estaremos allí? El tiempo que necesiten. El tiempo que nos necesite el Gobierno de Venezuela".
Es decir, por tiempo indeterminado. Como en Siria, donde hagiógrafos de Putin redactaron una constitución que está oculta y sin sanción parlamentaria, pero en la cual quedaron manifiestos sus propósitos y conquistas luego de que Bashar Al-Assad quedara preso de rusos e iraníes. Los primeros se apropian de la explotación de los recursos naturales sirios y sus puertos. El ayatollah, de sus telecomunicaciones.
Venezuela ya corre esa suerte. Maduro le cedió a Rosneft la mitad de Citgo, la refinería que PDVSA tiene en Houston, Texas. Una joya estratégica cuyas obligaciones vencen dentro de dos semanas. Lo hizo a cambio de garantizar el pago de la deuda de 10 mil millones de dólares que mantiene con Rusia y pesa sobre el cuello del hambreado pueblo venezolano. "Esa deuda se paga con petróleo", dijo hace una semana el economista Asdrubal Oliveros, Director de Ecoanalítica a Infobae. La no cancelación de aquellos títulos podría derivar en el control total de la compañía por parte del Kremlin.
Moscú no sólo se encamina a quedarse con la mayoría de la producción de crudo sino que además ya está operando en el Arco Minero de Orinoco, donde se concentra una de las mayores reservas de oro y diamantes del continente. Esta área tiene una superficie de 114.000 kilómetros cuadrados con riquezas minerales y está situada en el sur del estado de Bolívar.
Se calcula que bajo la superficie de la nación bolivariana existen unos 40 millones de toneladas de diamantes, de acuerdo a los cálculos hechos por el Ministerio de Desarrollo Minero chavista. Putin se relame: sabe que Maduro firmará el papel que le coloquen delante con tal de conseguir algo del oxígeno que Tonkoshkurov promete inocularle.
El general cumplirá su misión y no se apartará un centímetro. Cuidará con la tecnología que transportó desde una base rusa hasta Caracas las empresas que ya operan en el Orinoco y en el resto del país. También medirá los puentes que pueda llegar a tender en caso de que finalmente su aliado chavista caiga, algo que aparece escrito en las crónicas del futuro.
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