Cuando Nicolás Maduro dijo que admira a los colectivos porque "producen para el pueblo y tienen grandes ideas", propició que el senador norteamericano Marco Rubio le recordara al ministro de Defensa, Padrino López, cómo es que el año pasado condenó a los colectivos y ahora esos grupos gobiernan las calles en Venezuela.
Aunque a todos los grupos armados irregulares se les ha dado por llamar "colectivos", hay una gran diferencia entre esas agrupaciones y los tradicionales colectivos, que existen en barriadas populares, como el 23 de Enero en Caracas, desde antes de la llegada de Hugo Chávez al poder.
Los colectivos fueron originalmente agrupaciones que se crearon y fortalecieron caracterizados por acciones comunitarias. Una de las más grandes fue el grupo Los Tupamaros (fundado en 1979), que hizo leyenda en la parroquia 23 de Enero por su nivel de organización, entrenamiento y adquisición de armas. De ahí se derivan otros colectivos.
La Piedrita, dirigida por Valentín Santana, el grupo Alexis Vive, al mando de Robert Longa, Los Carapaica, que presidía el asesinado Juan Montoya, y decenas de otros grupos fueron los colectivos del 23 de Enero, que cumplían tareas de organización y control de la droga, a lo largo y ancho del territorio que atendía cada agrupación. Es verdad que todos los grupos tenían especial atracción por las armas y las motos.
Con la llegada de Hugo Chávez Frías a la presidencia, esas agrupaciones se identificaron de inmediato con el discurso de la revolución y encontraron en Chávez un líder a quien seguir. Nunca fueron fáciles las relaciones entre los colectivos y el poder. No fueron pocas las veces que Chávez los increpó públicamente. Cada grupo contaba con la bendición de algún dirigente del chavismo que fungía como su intermediario con Miraflores.
El enfrentamiento entre Los Tupamaros y La Piedrita, luego del asesinato de un hijo de Valentín Santana, convirtió al 23 de Enero en un campo de batalla, con muertos, heridos y disparos. Finalmente, La Piedrita logró imponerse y obligó a Los Tupamaros a abandonar la parroquia. Carapaica se ocupó de la preparación armada, y algunos de sus integrantes recibieron entrenamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la frontera de Apure con Arauca.
Alexis Vive se centró en producir. Gracias al apoyo del entonces alcalde Juan Barreto, instalaron una emisora AM de gran potencia, una panadería y otras microempresas.
Cada vez que eran convocados desde el partido de Gobierno a un acto, movilización o evento, los colectivos asistían de manera entusiasta, aun con los altibajos que hubo en la relación con Chávez.
Llegaron los otros
No es cierto lo que afirma Nicolás Maduro al decir que los colectivos "tienen 20 años como la revolución, porque es una iniciativa". Los que sí surgieron con la revolución fueron los llamados Círculos Bolivarianos, que bastantes actos violentos escenificaron en tiempos de Hugo Chávez. Con el tiempo desaparecieron, ya que la estructura no soportó la improvisación con la cual trataron de expandirla.
Hasta unos años antes de la muerte de Chávez, los colectivos tenían líderes claramente identificados, como José Pinto, de Los Tupamaros; Valentín Sanatan, de La Piedrita, y Robert Longa, de Alexis Vive. Todos exhibían armas y organización.
Después se estableció, para enfrentar las protestas o para agredir a algún dirigente opositor o acorralar a alguna empresa, el surgimiento de grupos de choque, integrados por jóvenes, la mayoría de bandas criminales, con largas armas y en motos. La población los dio por llamar "colectivos", y así se los identifica hoy en día.
No tienen un líder identificado. La mayoría andan encapuchados. Reciben dinero e instrucciones de algún dirigente local o regional del chavismo. Actúan con extrema violencia y son protegidos por autoridades policiales y militares, con quienes desarrollan actividades conjuntas.
Durante los Ejercicios de Acción Defensiva Multidimensional Independencia 2018, que tuvieron lugar en la parroquia 23 de Enero, específicamente en el Área de Defensa Integral Comandante en Jefe Ezequiel Zamora, se observó al jefe del colectivo La Piedrita, Valentín Santana, rodeado de hombres encapuchados y portando armas largas. Se ve al comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral del Distrito Capital (ZODI), general de división (Ej) Fabio Enrique Zavarse, subordinado al colectivo. El video de ese hecho se hizo viral.
Eso causó que el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, le dijera a los generales de la Fuerza Armada, en enero de 2018, con quienes se reunió en el teatro de la Academia Militar, que era inaceptable la presencia de los colectivos, a la vez que se comprometió a que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) rescataría su papel de ser la institución que por orden constitucional se reserva el monopolio de las armas.
Al día siguiente, Padrino dijo en una entrevista en el canal del Estado que "el término colectivo lo han tergiversado, lo quieren estigmatizar, pero cualquier grupo armado que no sea la FANB, que no sean los cuerpos de policía, los órganos de seguridad, que estén operando por allí, llámense como se llamen, actúan al margen de la ley, y como tal tienen que ser tratados. Es decir, no admitimos ningún grupo armado distinto a la Fuerza Armada Nacional… Rechazamos, como se llame, guerrilleros, paramilitares, bandas paramilitarizadas, al margen de la ley, tendrán su respuesta constitucional".
Minutos después, los colectivos le respondieron al titular castrense. "Le informamos –dijeron a través de un comunicado– que los colectivos no estamos al margen de la ley, estamos debidamente registrados en el censo de movimientos sociales de la revolución, somos parte de las organizaciones del poder popular… somos militantes leales y disciplinados del PSUV desde su fundación… todos estamos en la Gloriosa Milicia Nacional Bolivariana de Venezuela" y le dijeron que, incluso, son parte de la FANB y le recriminaron: "Somos los que siempre ponemos los muertos".
El tiempo pasó y Padrino entendió que la revolución depende de los grupos irregulares armados, así como de los colectivos, para aterrorizar a la población civil e impedirles que protesten, ante la crisis que se vive en la Fuerza Armada y la cada vez menos disposición de la Guardia Nacional a arremeter contra la población.
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